LUJO SOSTENIBLE

Petit h, una letra pequeña para ideas mayúsculas

En algún punto entre el laboratorio de diseño, el cuarto de juegos y el taller de reciclaje, la etiqueta más discreta de Hermès propone hacer de la sostenibilidad la base para imaginar los artículos más deseados e inauditos de la temporada.

Gervasio Pérez

«Hay dos formas de ir al mercado: sabiendo lo que vas a cocinar y buscando los ingredientes específicos para ese plato, o sin saberlo y dejándote seducir por lo que encuentras y pensando después qué plato cocinas. En petit h trabajamos de esta segunda forma, nos encontramos con ingredientes dispares e investigamos con ellos para darles una nueva vida». Con esta metáfora gastronómica explica su trabajo Godefroy de Virieu, de 52 años, director creativo de esta firma poco conocida albergada bajo el paraguas de Hermès.

En petir h crean objetos, muchas veces únicos, con los excedentes de producción de otras colecciones de la histórica maison, desde telas de colecciones de ropa, corbatas, pañuelos, botones y cremalleras, hasta piezas de porcelana o cristal que se han quedado desparejadas o dañadas, bolsos que han sufrido algún desperfecto... Cualquier material puede llegar a este taller a las afueras de París.

La idea hoy tan presente en el consumo responsable de reducir, reciclar y reutilizar viene de lejos en Hermès, que comenzó el proyecto en 2010. «El nombre petit h parte de Pascale Mussard [descendiente directa del fundador de la firma e ideóloga del proyecto, ahora retirada], de la idea de volver a la infancia, de pensar como niños, de jugar como lo harían ellos y poner el acento en las pequeñas cosas», puntualiza de Virieu.

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Godefroy de Vireu posa en el taller petit h, en París. / Luis Ridao

Durante esta visita con Mujerhoy al taller en Pantin, a media hora en coche de París, Godefroy de Virieu nos explica con una pasión reflexiva y sosegada piezas en las que está trabajando el equipo de artesanos. El esqueleto metálico de una silla de montar a caballo sirve, por ejemplo, como respaldo en una preciosa silla forrada de piel, como asiento para un columpio, para un trineo y también para un balancín infantil. Su imaginación se dispara cuando se encuentra con esos «ingredientes» que le llegan de otros departamentos de la casa.

Godefroy trabaja con artistas y diseñadores de todo el mundo, a quienes propone el reto de que los utilicen para crear objetos completamente nuevos y útiles. «Son obras de arte», señala. «Pero lo importante es que tengan uso, que te acompañen de verdad en tu vida diaria, ya sea un juguete o un salero. Este es un taller de reinvención, no de invención, porque damos una nueva vida a algo que había sido concebido para una función completamente distinta. Reinventamos desde un punto de partida marcado, con componentes predeterminados».

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Columpio hecho con esqueletos de sillas de montar a caballo. / Luis Ridao.

Los resultados son a veces difíciles de creer por la originalidad y el preciosismo de los objetos finales. Tan sorprendentes como una hamaca hecha a base de espaguetis de seda trenzados conseguidos con 35 pañuelos, saleros y pimenteros creados con copas que habían sufrido algún deterioro, originales cintas adhesivas para regalo hechas con retales de seda y cuero, antifaces para dormir con los mismos materiales o piezas únicas como un carrito de la compra que surge tras el deterioro de un bolso Haut à courroies durante su montaje y del que se recupera la parte sin dañar y se le añade neopreno procedente de una colección de prêt-à-porter masculino. No hay límites. Todo es posible en petit h.

Imaginación sin límites

«Trabajamos con 45 artistas de todo el mundo», apunta de Virieu. «¿Nuestro método de trabajo? Surge desde distintos puntos de partida, aunque siempre condicionados por los materiales que nos llegan. A veces les hacemos propuestas nosotros, otras son ellos quienes toman esa iniciativa. No es un método rígido, tampoco con la elección de colaboradores, es un sistema más espontáneo y flexible», señala este parisino al frente de petit h desde 2018.

Una vez decididos los diseños con los artistas, todos tienen que pasar por una validación técnica, un test de viabilidad. «Lo vemos con los artesanos del equipo. Tenemos que comprobar si es posible hacerlo. En caso de que sí se pueda desarrollar, hay que ver la mejor forma para que quede perfecto y si tenemos materiales para hacer una serie o serán piezas únicas».

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Antifaces confeccionados con restos de seda y cuero de otras producciones de Hermès. / D.R.

Son artesanos con larga experiencia, algunos premiados por el gobierno francés, quienes ven las opciones de viabilidad. Los vemos trabajando en juguetes o en una de las sillas de piel cuyo respaldo es el armazón de una silla de montar a caballo. «Es un diseño bellísimo», dice de Virieu. «Fíjese, los ribetes de los contornos van en otro color, una particularidad de este diseño, porque en Hermès van siempre del mismo color».

Silla fabricada con restos de pieles y sillas de montar a caballo.

Otros colegas trabajan esta mañana de otoño en proyectos tan dispares como un paragüero, saleros, pañuelos hechos a partir de excedentes de corbatas y distintos prototipos que están estudiando para perfeccionar. De Virieu puntualiza: «La transversalidad entre artesanos, artistas, materiales, etcétera, es vital. Sin esa comunicación no podría materializarse la idea que se dibuja en un papel».

La reinvención de la belleza

El ritmo en el taller es constante, pero sin las prisas y la ansiedad que genera crear una colección de ropa o de accesorios cada seis meses para presentarla en la pasarela y después en las tiendas. «No tenemos esa presión. Somos privilegiados en ese sentido, porque trabajamos con más libertad de ejecución y de plazos», reconoce de Virieu.

Vasija con asas de piel, de petit h.

La comercialización tampoco responde a los mismos criterios que otras colecciones de la maison fundada en 1837 por Thierry Hermès y que ya contaba entonces con estos talleres artesanos en Pantin. La única tienda que petit h tiene en todo el mundo, abierta en 2021, se encuentra en el número 17 de la parisina rue de Sèvres. Algunas de sus creaciones se venden online, aunque para dar salida a la mayoría la casa organiza pop-ups efímeras una vez al año en países como Estados Unidos, Australia, Japón...

La acogida por los clientes es siempre magnífica, la demanda suele ser superior a la oferta y no se quedan con stock nunca. Practicamente podría asegurarse que muchas piezas están vendidas antes de que salgan a la venta, pero no es solo la rentabilidad el objetivo del proyecto, sino la reutilización de materiales que de otra manera se desperdiciarían y con los que, sin embargo, consiguen nuevos objetos sostenibles.

Impulsan además oficios históricos, ya que no todo lo realiza el equipo de 30 personas de la firma, sino que colaboran con otros talleres externos, como son los alfareros de Cerámica Ravel (fábrica al sur de Francia creada en 1837), con quien colaboran para hacer vasijas y botellas de barro, y a las que incorporan desde asas de cuero de bolsos de mujer hasta delicados tapones de cristal y otros materiales excendentes.

Y siempre trabajando con materias primas nobles para hacer objetos artísticos útiles que embellezcan el día a día. «La belleza es importante a nuestro alrededor. Nos hace sentir bien, sentir mejor. Cuando más agradable sea nuestro entorno, mejores condiciones tendremos para desarrollarnos y para ser felices», concluye de Virieu.

20 de enero-18 de febrero

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