Sybilla, en su estudio. Félix Valiente

LUJO MADE IN SPAIN

La 'revuelta' de Sybilla, el Ave Fénix de la costura española: «No me gusta la moda, pero amo la ropa»

Además de éxito y fama, la vida de esta creadora icónica ha estado marcada por el dolor. Sanadas sus heridas tras varios parones, regresa con paz interior y humor suficientes para jugar y disfrutar con su «revuelta».

Gervasio Pérez

En 1996, Louis Vuitton organizó una gran exposición en París para relanzar su histórico estampado Monogram e invitó a participar a los mejores diseñadores del mundo. Sybilla Sorondo Myelzwinska (Nueva York, 1963) fue la única española y creó una icónica mochila con paraguas incorporado, Shopping in the rain, que la firma francesa ha seguido exponiendo en otras ocasiones (como el año pasado en Louis Vuitton Dreams , sobre sus mejores colaboraciones con artistas durante 160 años). Es una anécdota para quienes no vivieron los años de gloria de esta mujer de aspecto frágil, pero entereza y fuerza a prueba de zarpazos vitales. Japón (donde todavía cuenta con 40 puntos de venta de la mano del grupo Itokin), Italia, Francia, Estados Unidos... Sybilla era una estrella a los 20, a los 25, a los 30 años. Dentro y fuera de nuestro país.

La revista Time la incluía en su listado de influyentes internacionales junto a Pedro Almodóvar y Miquel Barceló. Brillaba en ese firmamento de vanidades, a pesar de que nunca ha sido muy pródiga en las apariciones por su necesidad personal de anonimato. La reclamaban sin descanso. Premios, desfiles, colecciones, licencias, entrevistas... Era su momento y llevaba la fama como podía. Aún hoy le cuesta ceder espacio privado a esa cara pública de su profesión y asegura ser «feliz sin que me reconozcan por la calle».

Llegó a España a los seis años con sus padres. Él, diplomático argentino; ella, aristócrata y artista polaca, que murió cuando la diseñadora tenía 14 años. Sybilla inició su carrera con sólo 18, cuando trabajó un año como aprendiz en el taller de Yves Saint Laurent en París. Tiene dos hijos y una nueva ilusión profesional. Nos citamos en su taller en Madrid para conversar sobre pasado y futuro, alegrías y penas, edad y vida. Para hablar de su «revuelta», como ella misma dice con sentido del humor.

MUJERHOY. Se había ido y regresado en otras ocasiones. ¿Cómo ha sido esta vuelta y por qué?

Sybilla. Sentí que había llegado el momento y se dieron las condiciones. Es un experimento, la verdad. Me enamoré de este estudio en el número 9 de la calle Noviciado de la capital y supe que quería hacer algo aquí. Ahí empezó el sueño de hacer el salón de novias y ropa a medida.

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El nuevo estudio de Sybilla en Madrid. / DR

¿Podría ser un enamoramiento pasajero?

Me he reconciliado con esta ciudad a través de este barrio que me recuerda lo que era mi Madrid de juventud. Pasé por experiencias duras en los últimos años, personales y profesionales. Me fui a Mallorca y recuperé la fuerza y la ilusión. Hace un par de años, me propusieron la exposición Sybilla, el hilo invisible, en el Canal de Isabel II, y fue un revulsivo, muy emocionante mirar atrás y ver la reacción de la gente... Revisar 40 años de carrera. También surgió un nuevo socio financiero que me propuso regresar, vi este espacio y entendí que tenía que ser aquí.

Hace cuatro décadas empezó con costura. Viaja al origen.

Quería volver haciendo cosas que tuvieran sentido para mí en este momento tan delicado en el mundo. No me gusta la moda, pero amo la ropa. Crear a medida, interactuar con las personas que llevarán las prendas, hacer algo que amo, que dure, que me represente. Me parece una opción sostenible dentro de esta industria rápida y compras por internet. Cuidar el patronaje y la confección al máximo, recuperar la sabiduría de las modistas de antaño... No ha sido fácil formar equipo, el oficio se pierde, pero lo hemos logrado. Tengo un equipo fantástico que me llena de orgullo.

El público piensa que costura equivale a fiesta, a celebración excepcional, pero usted tiene una visión cotidiana.

No hacemos ropa sólo para ocasiones especiales sino básicos a medida, prendas de diario. Hay gente que encarga vestuarios completos para distintas ocasiones o, simplemente, un pantalón que sabe que le va a durar y favorecer para el día a día. Trabajamos mucho los patrones y eso se aprecia en una prenda, que te sienta realmente bien, te da confianza, te estiliza. Esto me da mucha satisfacción, me hace sentirme útil y aprendo algo con cada clienta.

Imagino que estará feliz porque la gente sigue estando ahí, no se han olvidado nunca de usted.

La respuesta está siendo maravillosa. Intento crear ropa que dé alegría. Y crear un proceso que me la dé a mí también. Este trabajo y la costura me aportan paz. ¡Eso es el éxito para mí!

Arriba, look de la colección actual de Sybilla. Abajo, la mochila paraguas que diseñó para Louis Vuitton y un look de la colección Mentiras (otoño 1988). / DR

La costura ata al costurero, que atiende clienta a clienta... ¿Estará al pie del cañón? Puede ser agotador.

De momento, sí, estoy a menudo. Me gusta este trabajo que implica un contacto físico y emocional. Se crean relaciones, aprendo y todo el proceso es muy inspirador y creativo. Vamos poco a poco. A veces, me cuesta seguir el ritmo que yo misma me marco.

También hace prêt-à-porter que lleva por ciudades como Madrid, Ibiza, Mallorca...

Sí, las tiendas efímeras viajan y presentamos en distintos lugares con los que compartimos intereses. Hicimos Mallorca e Ibiza y, ahora, la «gira» continúa por México, Miami y más ciudades durante la próxima primavera. La colección evoluciona en cada parada.

Si no hubiera tenido varias desapariciones, como el Guadiana, seguiría siendo una diosa de la moda mundial.

Bueno, no sé, gracias. Quizá me hubiera quemado, no sé si habría tenido el talento de aguantar el ritmo. Me fui y volví varias veces, por eso «la revuelta». Es un nuevo nacimiento, con energía renovada e ilusiones y objetivos diferentes. He enfermado, he sufrido quiebras, tristeza, pero me dicen que soy Fénix. He renacido varias veces. Hoy, eso es motivo de orgullo y alegría en mi vida.

Tampoco parece tener usted un ego disparado ni necesitar la fama tan perseguida hoy por legiones.

Mi mayor lujo es que no me conozcan por la calle, el anonimato. Me gusta que se aprecie mi trabajo, pero no necesariamente que sepan quién soy. Tengo fama de tímida, dicen que de inaccesible, pero no es cierto, soy muy sociable. Me encanta la gente, hacer reuniones y fiestas, aunque no tanto los eventos sociales y públicos... o relacionados con la moda.

A usted le llena su trabajo.

Sí, me encanta imaginar y convertirlo en realidad. Quisiera que se me considerara más como diseñadora de cosas que de ropa. Espero trabajar en otros campos y hacer colaboraciones, objetos útiles, proyectos de arquitectura, jardines, cursos...

He leído que sintió la vocación de niña, ¿es así?

Nunca pensé en ser diseñadora, pero siempre dibujaba mucho, sin parar. Pensaban que sería artista, pero lo que realmente me interesaba era hacer cosas útiles y trabajar con mis amigos. El arte no me interesaba si no estaba unido a una función. Ahora quizá me lo estoy replanteando, sería bonito poder crear sin limitaciones.

Los padres suelen querer estudios más seguros para sus hijos. Curioso que la imaginaran artista.

Mi madre era pintora y mi padre, un diplomático y hombre de negocios. Me dieron mucha libertad. Yo he heredado de los dos. Me gusta crear objetos bellos, hacerlos deseables, apetecibles, imaginar qué hacer para que todo nos resulte más fácil.

Los años también sirven para algo, ¿no?

La edad es un gran invento, grandísimo. [Risas]. Te da perspectiva, además de experiencias y serenidad. Estoy muy agradecida de cumplir años. He aprendido, pero que me queda mucho por aprender y por vivir. Con la edad no me siento culpable por lo que hago o no y por lo que me gusta o no. El tiempo que he estado alejada de la moda ha sido muy productivos lleno de vivencias que enriquecen mi trabajo.

¿Se fija en cómo viste la gente?

A veces. Me pregunto qué es lo que cada uno quiere contar con lo que lleva. Yo no era muy consciente de cómo se juzga a la gente por ello. Como diseñadora me comunico más con lo que creo que con lo que me pongo, a menudo cosas fáciles y de batalla. Me visto más como diseñadora agotada que como diseñadora coqueta. Pero trabajo en otros temas relacionados con medioambiente que requieren reuniones con inversores y socios. Tengo que hacer presentaciones a gente que no conoce mi otro lado en la moda. Ahí he podido sentir cómo la gente puede llegar a juzgar un proyecto por la primera impresión. Fue un gran aprendizaje. Entender la presión que tiene una mujer en su trabajo por su apariencia me hizo querer ponerme al servicio de tantas con puestos de trabajo importantes y valiosos para la sociedad, a menudo agotadas por la responsabilidad. Crear cosas que ayuden a que se sientan cómodas, confiadas, empoderadas, da sentido a mi trabajo, esa es la magia de la moda para mí.

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