entrevista exclusiva
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Definir el estilo francés es una vasta tarea que Nicolas Ghesquière, director artístico de Louis Vuitton , se ha propuesto abordar de frente con esta nueva colección de otoño-invierno de la maison. Así que lo primero que toca preguntar es en qué consiste ese estilo tan especial que el mundo les reconoce a las francesas y, en especial, a las parisinas.
« ¿Qué es el estilo francés?», reformula Ghesquière (Comines, 1971). «Hemos dejado la cuestión deliberadamente abierta. La moda francesa está influenciada por muchas culturas. De hecho, es lo que la hace especial y única; la moda francesa es la tierra de las oportunidades», argumenta el diseñador, sin pronunciarse sobre las prendas concretas, los colores o las formas de combinar del gusto particular de las mujeres galas.
«En nuestro caso tenemos un equipo muy internacional y encontraba muy interesante someter a debate qué entendían ellos. Para mí, el trabajo nunca parte de una fuente de inspiración concreta. Es una suma de ideas, una cartera de imágenes y conceptos, una sucesiva serie de cosas que me han causado impresión y que archivo para ilustrar mi concepto del sello francés», reconoce.
Ghesquière hace este homenaje cuando cumple una década al frente de las colecciones femeninas de Louis Vuitton, firma a la que llegó en noviembre de 2013. Pero insiste en que no quiere «hacer un listado específico... Quiero dejar el enigma del estilo francés intacto». No osbtante, en la colección no faltan referencias claras a volúmenes, tejidos o colores muy vinculados a los gustos de las mujeres francesas y el diseñador sí explica el origen de su idea.
«Esta reflexión tomó forma cuando le hice un vestido de ceremonia a Anne Démians, que en enero fue la primera arquitecta que entró en la Academia de Bellas Artes. Me encantó ser capaz de expresarme dentro del estricto protocolo de indumentaria de una institución tan solemne como la Academia Francesa. Eso es una parte del estilo francés: la etiqueta, el orden, la ceremonia. Nuestra historia se basa en cierto clasicismo y convenciones, que también son parte de la leyenda de Louis Vuitton, y quería transportar ese clasicismo a una pura expresión de moda, articular ese allure francés, ese gusto por la mezcla de sofisticación e indiferencia que continúa fascinando al mundo entero».
Dar un giro contemporáneo a ese universo clásico es lo que ha logrado el diseñador de Louis Vuitton con esta colección . En sus propias palabras: «Como un trampantojo que envuelve todo. Collares de perlas como vestidos, abrigos hechos con tejidos que parecen de acero, batas en seda brocada sobre shorts de piel sintética... Debería parecer muy formal, pero es extremadamente flexible, un chic despreocupado. Las botas tienen también un pequeño guiño: están pintadas a mano para que parezcan zapatillas. Y las joyas son como instrumentos musicales: todos los metales de una banda de música... Una colección hecha de falsas apariencias, de ilusiones».
Y el juego con la ilusión es, por último, el eje de estas creaciones, tanto de la elaboración de los tejidos de la colección como de la puesta en escena de la misma, en el Museo d'Orsay de París. «Hemos hecho un enorme trabajo técnico con cuero, cashmere, tweed, lana... Y especialmente con el bordado cannetille, una técnica con hilo de oro, que es sinónimo de lo francés, porque está presente en casi cualquier tipo de uniforme ceremonial», especifica el diseñador, que una vez más eligió el salón de baile del Museo d'Orsay para la presentación de esta colección. «Cada modelo lleva un dispositivo acústico que genera un juego de sonidos: los latidos de sus corazones, sus pasos en la pasarela y las resonancias de la calle».
20 de enero-18 de febrero
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