piezas únicas
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l poeta André Suarès le parecía que «como todo lo que importa en la vida, un gran viaje es como una obra de arte», por eso escribió Le voyage du condottière, el libro en el que recogía los relatos sobre su Grand Tour por Europa, ese viaje que durante el siglo XVIII y XIX era habitual entre los jóvenes de la aristocracia y la alta burguesía cuando llegaban a la mayoría de edad, con el objetivo de conocer nuevos paisajes y gentes.
En este periplo se ha inspirado ahora la firma Van Cleef & Arpels, para crear su última colección de alta joyería . Nicolas Bos, su director ejecutivo, confiesa el motivo por el que han decidido hacer esta especial reinterpretación, porque «dejó su huella en el panorama artístico y cultural de Europa».
«Durante el proceso creativo, creo que hubo una especie de magia al redescubrir y reexplicar de qué se trataba este fenómeno histórico», continúa Bos. La travesía, que nació en Gran Bretaña, partía desde Londres, para recorrer Los Alpes, Alemania y un itinerario cambiante, que tenía como paradas obligatorias París y las ciudades más importantes de Italia.
En el punto de origen, la capital inglesa, Van Cleef & Arpels pone el foco en la porcelana Westwood, originaria del corazón de la ciudad, para diseñar el collar Josiah. Creado a mano en formato de cascada de diamantes, culmina con dos zafiros de talla oval que evocan los motivos de la mencionada porcelana.
Roma, Florencia o Venecia eran ciudades que no podían faltar en el itinerario del Grand Tour. En aquella época, se convirtió en tradición comprar como recuerdo obras de arte, joyas o piezas a pequeña escala, lo que inspiró «la introducción de calcografías y algunas técnicas de joyería antigua y renacentista en nuestra colección. Tuvimos un gran placer en redescubrir y mezclar épocas, culturas y formas de arte», explica Bos.
Para la colección inspirada en Florencia, Van Cleef & Arpels redescubre la intrincada joyería etrusca con el exquisito collar Villanova –de oro rosa trenzado, con diamantes y rubíes compuestos en un equilibrio perfecto– y unos pendientes a juego. Un zafiro de Madagascar acapara el protagonismo del collar Diana, que se inspira en los jardines con el mismo nombre de la villa Borghese, en Roma.
El laurel, utilizado por los emperadores romanos en sus coronas triunfales, no podía quedarse fuera: el broche Laurier, que reproduce su forma, lleva un zafiro grabado del siglo III, que perteneció al emperador Caracalla.
20 de enero-18 de febrero
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