Letizia gana otra vez
Letizia gana otra vez
La segunda aparición de la reina Letizia en los actos programados para celebrar la coronación del rey Carlos III no decepcionó. La monarca española volvió a ser la royal mejor vestida, al menos entre las invitadas, ya que no pudo verse con claridad el impresionante vestido de Sarah Burton para Alexander McQueen que llevaba Kate Middleton.
El look de Carolina Herrera de la reina Letizia, con ecos al Dior de los años 40, barrió a sus rivales más directas. Algunas, de hecho, incurrieron en errores de bulto en una ocasión tan señalada, en la que millones de personas en todo el mundo observaban sus looks hasta el más mínimo detalle. Shame!
Alberto de Mónaco y la princesa Charlène. (FOTO: GTRES)
No la vemos en su mejor momento de forma, esa es la verdad. Algo continúa 'off' en el estilo de Charlène de Mónaco, en especial cuando viaja al extranjero y la presión de estilo aumenta. Si en la recepción previa a la coronación de Carlos III sorprendió para mal con un diseño propio de una cena veraniega en Menorca, lo que presentó en Westminster Abbey no fue mejor.
El conjunto de chaqueta y falda midi color crema que eligió Charlène de Mónaco le echaba muchísimos años encima (solo tiene 45) y dejaba ver unas piernas que no han visto el sol desde que salió de Sudáfrica. Tenían exactamente el mismo tono incoloro, inodoro e insípido que su look. Muy triste todo.
Marie-Chantal Miller. (FOTO: GTRES)
La reina consorte del trono de Grecia no suele fallar en sus citas internacionales, aunque en la recepción en Buckingham Palace previa a la coronación de Carlos III llevó un vestido blanco tan conservador y falto de estilo que parecía a punto de consagrarse a alguna orden religiosa.
Para la coronación propiamente dicha, Marie-Chantal Miller apostó todo a un look azul al que no le faltó detalle royal: lazo, cinturón estrecho, falda evasé y casquete. Ni le sentaba bien ni se benefició de la expresión de hastío absoluto con la que acompañó a su estilismo. Ahora bien, lo que remató su anodina presencia fue el bolso que eligió para acompañarlo.
Marie-Chantal Miller eligió como accesorio estrella de su look una caja-libro de Olympia Le-Tan con la portada de 'En busca del tiempo perdido', una referencia que seguro no es una crítica al viejo rito de la coronación. ¿Acaso un gesto de melancolía porque no podrá vivir ese mismo momento aunque sea consorte del heredero al desaparecido trono griego?
El caso es que el sentido secreto de esta cita a Proust nos da igual. Lo que sí nos llama muchísimo la atención es que su hija Olympia vende ahora mismo su propia colección para Le-Tan, por lo que su madre le está haciendo publicidad en 'prime time' global. ¿Product placement a costa de Carlos III?
Abdalá y Rania de Jordania. (FOTO: GTRES)
Con ella siempre se puede elevar el nivel de exigencia, porque nos ha dado momentos de estilo inolvidables a lo largo de los años, especialmente en la facción 'tendencia', hasta su llegada poco practicada por las reinas europeas. No sabemos qué le ha pasado en los fastos por la coronación del rey Carlos III, pero no ha dado una en la elección del color.
Su primer look fue de un marrón para olvidar. El segundo, un vestido amarillo suave con accesorios a juego, tampoco favorecían para nada su tono de piel y pelo. Parece que Rania de Jordania ha querido difuminarse por completo e una ocasión que apelaba a la máxima visibilidad royal. Qué poco ella.
Mary de Dinamaca. (FOTO: GTRES)
Imposible que Mary de Dinamarca no esté al tanto de las constantes comparaciones con Kate Middleton: son prácticamente dos clones en lo que respecta a su físico. Lo que no esperábamos es que apareciera con un look que podría estar en el armario de la misma princesa de Gales precisamente en el día de la coronación de Carlos III.
El robo de estilo de Mary de Dinamarca a Kate Middleton es tan tremend, que ni califica de homenaje ni nos simpatiza ya su estatus de clon. Debió optar por cualquier cosa antes que un vestido abrigo (tan característico de las mujeres Windsor). Y el mítico broche turquesas con pendientes a juego de la reina Margarita hasta molesta sobre el púrpura del look.
Jill Biden. (FOTO: GTRES)
Los evangelios del estilo estadounidense han etiquetado a Jill Biden como la primera primera dama que cultiva un estilo sin estilo intencionadamente. Y tienen razón. La señora Biden se limita a cubrir el expediente de la mejor manera posible, aquí con un conjunto azul de Ralph Lauren que pasa sin pena ni gloria. Y sería suficiente, si no se hubiera atizado un lacito azul ridículo en medio de su melena.
¿A qué viene ese detalle Minnie Mouse en su cabeza? Es tan pequeño y tan extemporáneo, que resulta infantil. ¿Por qué no acudió sin nada en la cabeza, como Olena Zelenska, Brigitte Macron o las primeras damas orientales? Allí donde fueres haz lo que vieres no siempre funciona, y menos a una americana en Londres.
Felipe y Matilde de Bélgica. (FOTO: GTRES)
La monarca belga lo tenía todo para triunfar en la ceremonia del coronación del rey Carlos III, en especial una excelente reputación de moda, con un armario que ya es el secreto mejor guardado del estilo royal europeo. Su instinto le llevó a elegir un look rosa y, evidentemente, acertó, pues las mujeres influyentes más perceptivas de la tendencia hicieron lo mismo.
Una pena que el efecto 'color block' que Matilde de Bélgica buscaba con su vestido capa, guantes, bolso y zapatos se estropeara con un escote inexplicable. ¿Se le marca la ropa interior? ¿A qué vienen esas arrugas? ¿Acaso no era su talla? Tampoco entendemos la gargantilla de perlas ¡de siete filas! Por ocultar unas arrugas aquí y allá, se ha quedado sin cuello.
Eugenia de York. (FOTO: GTRES)
En la era de la maternidad 'made in' Rihanna, no podemos darle aprobación a un look embarazada que no está a la altura de la mujer que lo lleva. Entendemos los kilos y el volumen, pero elegir por un pesadísimo conjunto azul noche de vestido y abrigo que nos echan más años, centímetros y sombras encima no es una opción.
Eugenia de York Podría haber expresado más alegría por su estado de buena esperanza no tratando de ocultarlo. Otra ocasión perdida para reivindicar que los cuerpos, incluso los cuerpos reales, no responden a un solo patrón de medida. Otra vez será.