vivir
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Relación directa. La actividad física durante la adolescencia y la juventud ayuda a acumular en el hueso los minerales que necesita, lo cual permite llegar a la madurez con un índice de rigidez ósea alto. No olvidemos que, para nuestro esqueleto, la decadencia comienza a partir de los 30 o 35 años.
Sin excesos. Para que beneficie a nuestra salud ósea, la actividad física tiene que ser moderadamente intensa y de impacto... pero sin pasarse. Investigadores de la Universidad del País Vasco han descubierto que, cuando el ejercicio es demasiado intenso, las necesidades nutricionales también son muy elevadas y, en el caso de las mujeres, esas necesidades pueden ser muy difíciles de cubrir.
Investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha se han preguntado qué disciplina deportiva promueve una mayor adquisición ósea en niñas en desarrollo (de nueve a 13 años) y las mejores cifras las obtuvieron aquellas que realizaban deportes de alto impacto (fútbol, baloncesto o balonmano) más de dos veces a la semana.
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