Es prácticamente inevitable y nos sale de una forma innata, no importa el contexto ni el escenario. Ya sea en una cafetería, en el sofá de nuestra casa, la silla de la oficina o ese momentito en el que decides descansar sentada en un banco, acto seguido… ¡te cruzas de piernas! De hecho, si ahora mismo estás leyendo este artículo sentada, probablemente estarás en esta misma posición. ¡Qué le vamos a hacer! Cruzar las piernas nos resulta una postura súper cómoda, de descanso, en la que colocamos el peso de una sobre la otra y estiramos levemente los músculos . Además, nos parece que damos una imagen de lo más femenina y sensual. Pues atentas a lo que continúa, porque el gesto más común en nuestro día a día puede tener más consecuencias negativas de las que creemos, tanto para la salud como para el aspecto de tus piernas. Es más, ¡querrás dejar de hacerlo!
Si sólo fuese el hecho de verte un tanto encorvada sentada, probablemente este punto no te afectaría lo más mínimo, pero lo cierto es que una mala postura a la hora de sentarte puede traer consigo efectos mayores. Piénsalo: cuando cruzas las piernas no sueles mantener la espalda recta ni la cadera bien alineada con la superficie sobre la que te aposentas. A largo plazo, esta mala posición podría acarrear dolores musculares, alteraciones en columna y cadera e incluso problemas respiratorios. Si estás encorvada, inmovilizas el diafragma (artífice de la mayor oxigenación de la sangre en las arterias) y la respiración se producirá en el pecho. En consecuencia, tus niveles de oxígeno se reducirán, te sentirás más cansada, disminuirá tu condición física e incluso podría conllevar cefaleas.
¿La solución? Mantén ambos pies bien apoyados en el suelo y la espalda erguida todo lo que puedas.
Un estudio llevado a cabo por una clínica especializada en hipertensión de Estambul, Turquía, determinó que la presión sanguínea de las personas era más alta cuando las piernas estaban cruzadas que cuando permanecían en reposo. Eso sí, tres minutos después de descruzar las piernas, la presión volvía a los niveles anteriores. Una de las explicaciones que se dieron a este hecho es que al poner una rodilla sobre la otra se envía sangre de las piernas hacia el tórax, lo que se traduce en más sangre bombeada desde el corazón y, por ende, un aumento de la presión.
En caso de que exista riesgo de sufrir coágulos sanguíneos, los médicos recomiendan que no tengas las piernas cruzadas durante largos períodos de tiempo porque impediría el flujo de la sangre y podría aumentar el riesgo de trombosis venosa.
Así que, si no puedes evitar esta postura, al menos intercambia las piernas para no ejercer peso sobre el mismo nervio peroneo —situado detrás de las rodillas—. Una buena forma de contrarrestarlo también será elevando las piernas durante unos minutos cada noche antes de acostarte para dormir.
Efectivamente, si hablamos de circulación y de piernas, es imposible no adentrarnos en el campo de las varices. A este respecto, la Doctora Heidi A. Waldorf, dermatóloga del Centro Médico Mount Sinai de Nueva York, apuntó "cualquier cosa que bloquee el retorno de la sangre del sistema circulatorio de las piernas al corazón, ejercerá presión en las venas. Las venas son estructuras suaves sin las estructuras musculares de las arterias, y la presión hace que se estrechen y se expandan cuando se bloquea la sangre y, en último caso, puede acelerar el desarrollo de varices. Los antecedentes familiares y otros factores de riesgo como embarazos largos también juegan un papel determinante, por lo que no todas las mujeres que cruzan las piernas de manera habitual tendrán, necesariamente, varices en un momento de su vida. Pero si tus padres las tienen o las han tenido… ¡evita cruzarlas!”. Ahí lo dejamos.
Después de haber leído todo esto, merece la pena pararse a pensar cada vez que hagamos este gesto y cambiar la postura ipso facto. ¡El cruzar se va a acabar!
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