Nos han dicho por activa y pasiva que el consumo de carbohidratos refinados no trae nada bueno para nuestra salud, y mucho menos para mantener la dieta. El problema es que las harinas refinadas son tan ricas que se vuelven adictivas.
Las harinas están presentes en nuestra vida diaria en forma de pastas, pizza, pasteles, galletas o en un inocente trozo de pan. No se trata de ser radicales y eliminar los carbohidratos de nuestra alimentación. De hecho los carbohidratos son nutrientes que el cuerpo necesita y, en dosis controladas, forman parte de un estilo de vida saludable, sin embargo las harinas refinadas no entran aquí. Su aporte nutricional es casi nulo y su intervención en el aumento de peso y problemas como la diabetes o el colesterol está comprobado.
Entonces qué le pasará a nuestro cuerpo si evitáramos las harinas refinadas:
Vídeo. Los carbohidratos: nuestra mayor perdición /
- Vientre más plano. Este tipo de alimentos procesados industrialmente, pierden su fibra y parte de sus valores nutricionales. Además, ralentizan el metabolismo y favorecen la acumulación de grasas. Cuando se abandonan de la dieta y se opta por productos ricos en fibra, el intestino se limpia de manera natural y el abdomen se deshincha.
- Fin al estreñimiento. Al reducir el consumo de harinas, el cuerpo absorbe mejor la fibra y ayuda a tener una mejor digestión.
- Control de triglicéridos y colesterol. El consumo excesivo de este tipo de harinas aumenta las grasas que llegan al torrente sanguíneo.
- Mejor circulación sanguínea. La presión alta se normaliza y el corazón late a buen ritmo.
- Más energía. Las harinas refinadas ralentizan el metabolismo, dificultan la digestión y provocan esa sensación de “pesadez”, al abandonar su consumo, el cuerpo se resetea.
- Algunas alternativas: prepara snacks saludables como fruta de temporada o crudités de verdura. Opta por harina de arroz o garbanzos para preparar tus platos favoritos.
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