Es un hecho: a diferentes niveles, tu mente enferma y tu cuerpo también. Y como el deporte no solo tonifica, también puede ser tu aliado cuando te sientes mal. Esto abre el debate: ¿ayuda el ejercicio cuando estás enferma? Y la respuesta no puede ser concluyente porque todo depende de la enfermedad que estés pasando.
Una recuperación rápida es siempre el objetivo cuando estás enferma y como el ejercicio es un hábito saludable, resulta normal querer seguir haciendo deporte incluso cuando te sientes mal. Esto puede estar muy bien en algunas situaciones, pero también puede ser perjudicial si estás experimentando ciertos síntomas. Aprende cómo gestionarlo.
La regla «por encima del cuello»
Hay una regla general que resulta muy descriptiva para saber cuándo puede ser bueno hacer ejercicio en el caso de que estés enferma. Se le conoce como «la regla por encima del cuello» y es sencilla: si solo experimentas síntomas que se manifiestan por encima del cuello (como congestión nasal, estornudos u otitis) probablemente sea bueno hacer ejercicio a una intensidad leve durante un período más corto.
Por otro lado, si tienes síntomas que se desarrollan por debajo del cuello (como náuseas, dolores corporales, fiebre, diarrea, flemas o congestión en el pecho), es muy posible que debas saltarte tu entrenamiento y esperar tranquila en casa hasta que te sientas mejor. Paciencia, que no hay mal que cien años dure.
Cuándo es seguro hacer ejercicio
Es muy probable que puedas hacer ejercicio sin más problemas que las dificultades lógicas si simplemente tienes un resfriado leve con ciertas molestias en nariz o garganta. Tampoco es que se aconseje un gran esfuerzo, pero sí puede beneficiarte un paseo al aire libre o ciertos ejercicios en casa.
Lo mismo puede decirse si te duelen los oídos por algún tipo de infección o sufres una leve congestión nasal o un pequeño dolor de garganta. Modificar tu entrenamiento para adaptarte a tu nivel de energía actual suele ser una buena opción. También lo es andar en bicicleta o salir a caminar.
Cuándo no se recomienda hacer deporte
Si bien el ejercicio es generalmente inofensivo cuando tienes un resfriado leve o dolor de oído, no se recomienda hacerlo cuando por ejemplo padezcas fiebre y síntomas como debilidad, deshidratación, dolores musculares o pérdida del apetito. Hacer ejercicio aumentará el riesgo de deshidratación y podría empeorar la fiebre. Además, la temperatura alta del cuerpo disminuye la fuerza y la resistencia muscular y afecta a la precisión y coordinación, lo que aumenta el riesgo de lesiones.
Y si bien una tos asociada con un cosquilleo en la garganta no es una razón de peso para saltarse una sesión de ejercicio, una tos más persistente sí puede ser una señal de que necesitas descansar. Puede dificultar la respiración profunda, especialmente cuando tu frecuencia cardíaca aumenta durante el ejercicio, lo que te hará más difícil tomar aire y te fatigarás pronto.
Por otra parte, las enfermedades que afectan al sistema digestivo, como una gastroenteritis, pueden causar síntomas preocupantes que hacen que el ejercicio esté fuera de lugar. La diarrea y los vómitos aumentarán el riesgo de deshidratación. Y sentirse débil es común cuando tienes una dolencia de estómago, lo que aumenta las posibilidades de lesión.