Si hay una lección que tenemos bien aprendida desde pequeñas es que « la belleza está en el interior«. Cierto es que con ello, en Disney, se referían a que hay que aprender a mirar más allá de la apariencia física, pero este mantra intergeneracional bien puede aplicarse a la mayoría de los aspectos de nuestra vida. Incluido, por supuesto, el interior de nuestro hogar .
El interiorismo se define como «el arte de acondicionar y decorar los espacios interiores de la arquitectura«. Una disciplina que »pretende crear una experiencia dentro de un espacio interior a través de la manipulación del espacio y de la superficie de este « con el objetivo de »distribuir un espacio a partir del tamaño disponible y de las necesidades del cliente« para »reconvertirlo en estancias cómodas, funcionales y armoniosas«.
Por eso, las decisiones de diseño de interiores que tomemos en nuestra casa pueden conseguir que un pequeño apartamento parezca mucho más grande de lo que en realidad es. Mucho más versátil y funcional. Más cálido y cómodo. Y, por supuesto, más lujoso.
Hablar de una casa lujosa no significa hacerlo de una vivienda con un presupuesto desorbitado en interiorismo. Tampoco de espacios enormes dominados por el maximalismo opulento, el oro o las piezas joya. La clave está en una buena organización del espacio, en la apuesta por materiales de alta calidad y, sobre todo, en detalles que marquen la diferencia, que es en lo que hoy nos vamos a centrar.
Lo primero a lo que prestaremos atención es al uso del color y la luz . Aunque los tonos oscuros aportan un toque muy señorial, será mejor que huyamos de ellos si el espacio no es muy amplio, pues tenderá a hacerlo aún más pequeño. En este caso, lo mejor es apostar por una armonía cromática en tonos neutros y claros, que conseguirá dotar a la habitación de elegancia y sofisticación, así como potenciar la iluminación dando protagonismo a las ventanas y fuentes de luz natural. Una buena combinación de ambos hará, además, que la estancia parezca visualmente más grande.
Hablando de tendencias, para conseguir una casa elegante y lujosa, lo mejor es que huyamos de ellas y apostemos por estilos atemporales que no pasen de moda con el paso de los años. La mejor fórmula es conseguir un equilibrio perfecto entre lo clásico y lo contemporáneo, entre el minimalismo de las formas predominantes y el acento de piezas muy llamativas que consigan atrapar todas las miradas.
Precisamente apostar por esas piezas acento que acaparen la atención es fundamental para conseguir un espacio que derroche lujo y elegancia. En este caso, lo mejor será incluir una obra de arte especial (adaptada a tu presupuesto, claro); una pieza vintage con historia, ya sea familiar o encontrada en algún mercadillo o anticuario; o un mueble auxiliar de diseño que rompa la estética general y se convierta en el auténtico protagonista de la estancia. Por supuesto, una chimenea en el salón o una gran librería siempre aportan mucho empaque al espacio.
Además de los materiales de calidad en muebles y acabados, una nota que aportará opulencia a tu casa será el uso de molduras y rodapiés. Este detalle que recuperamos de las casas señoriales de antaño vuelve a estar de plena tendencia. ¿Nuestra apuesta? Paredes con aspecto boiserie al menos en algún paño del salón o en el pasillo y rodapiés anchos en un tono de madera en contraste con la pintura.
Por último, atención especial a una zona de la casa que, a menudo, queda relegada a un segundo plano: el recibidor. Como su propio nombre indica, esta es la zona donde daremos la bienvenida a nuestros invitados y, por tanto, siempre será la primera imagen que reciban de nuestra casa, la carta de presentación de nuestro hogar. Y, como tal, debe estar siempre bien cuidado, ordenado y recogido y con detalles que hablen de nosotros pero, también, anticipen qué vamos a encontrar en el resto de estancias. Un aparador especial o un espejo bonito (que, además, le dará mayor profundidad y amplitud visual) son dos apuestas seguras para darle el protagonismo que merece.