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Si eres una adicta al running ya tienes la lección aprendida: después de entrenar, toca estirar. Pero hoy te queremos proponer una serie de estiramientos que no son los habituales aunque ofrecen los mismos beneficios que los que sueles realizar porque ayudan a tus músculos doloridos a recuperarse antes del esfuerzo y te permiten escaparte de las temibles agujetas. Hablamos de los estiramientos que ofrecen estas posturas de yoga. Si encadenas las tres en tu rutina post-carrera, te sorprenderás de los resultados.
Inaugura tu rutina de yoga pos-ejercicio con este clásico del yoga. Gracias a esta postura conseguirás estirar los músculos de tus pantorrillas, el tendón de Aquiles y los músculos y ligamentos de las caderas. Vamos, que el alivio que sentirás será casi inmediato y mitigaras la acumulación de ácido láctico en los músculos de las piernas.
Colócate a cuatro patas y desde esa posición, apoyando el peso del cuerpo en las palmas de las manos y las puntas de los pies, eleva los glúteos hacia el techo de manera que tu espalda y cabeza quede en línea recta y tus piernas extendidas. Mantén la postura durante diez respiraciones y desciende.
La kapotasana completa está solo al alcance de los yoguis consumados, pero esta variante te permitirá gozar de sus beneficios y expandir tu maltrecha pelvis después de una sesión de entrenamiento especialmente dura.
Partiendo la postura del perro cabeza abajo vuelve a colocarte a cuatro patas y coloca tu rodilla derecha hacia adelante de manera que quede entre las manos y pon el pie ligeramente cerca de la cadera izquierda. Desciende la pelvis hacia el suelo de manera que la pierna derecha quede doblada y la pelvis descanse sobre tu pie. La pierna izquierda debe quedar extendida detrás de ti. Apoya las manos en la colchoneta junto a las caderas y estira bien la espalda y el cuello. Respira profundamente y mantén la postura durante un minuto antes de cambiar de pierna y repetir durante otro minuto.
Gracias a la balasana los músculos de tu espalda y tus glúteos se estirarán y relajarán de la forma más sencilla. Para hacer esta asana, desde la postura de la paloma colócate de rodillas dejándolas abiertas el ancho de tus caderas y juntando las puntas de los pies en el centro. Sentada sobre tus talones, intenta estirar la espalda.
Al hacer una respiración profunda, lleva el tronco hacia delante dejando que tu frente llegue a tocar el suelo, el pecho se apoye en las rodillas y los brazos se queden estirados a los lados del cuerpo con las palmas de las manos hacia arriba. Mantén la postura durante diez respiraciones intentando “alargar” y relajar el coxis mientras respiras.