La práctica habitual de yoga aporta muchos beneficios a nuestra salud y estado de forma, pero si vamos contrarreloj la sola idea de tener que aprender todos los secretos de esta disciplina oriental para poder disfrutarla se nos hace cuesta arriba. Los maestros de yoga son conscientes de nuestro ritmo de vida y han aprendido a condensar y diversificar sus rutinas para que en cada casa haya, al menos, una esterilla de yoga esperando que se le haga caso. Si eres runner tienes tu sesión de yoga adaptada, si estás embarazada también, si quieres perder peso el yoga puede ser el apoyo que necesitas y si lo que estás es estresada y no tienes tiempo para nada, pues también puedes practicar yoga. Concretamente las posturas que te vamos a explicar a continuación, que calman la mente, estiran todo el cuerpo y se hacen en 5 minutos.
Inicia tu sesión de yoga exprés con esta asana que promete estirar los músculos que se encuentran en la parte interna de los muslos, ingles y parte baja de la espalda. Especialmente recomendable si te pasas el día sentada.
Para hacerla siéntate descalza sobre tu colchoneta de yoga con las piernas estiradas y la espalda recta. A continuación, flexiona las rodillas, junta las plantas de los pies e intenta acercar lo máximo posible los talones a tu pelvis. Si tu flexibilidad te lo permite, lo ideal es que las rodillas queden apoyadas en el suelo. P ara mantener la postura puedes sujetar los pies con las manos. Mientras mantienes la espalda recta, cierra los ojos y realiza 10 respiraciones profundas. Cada vez que llenes tus pulmones, intenta acercar un poco más las rodillas hacia el suelo y los talones hacia la pelvis.
Si eres capaz de completarla esta asana no solo trabaja caderas y piernas sino que ayuda a relajar la columna y abrir el pecho. Eso sí, para que quede perfecta debes practicar varias veces.
Colócate tumbada boca abajo en tu colchoneta y desde esta postura eleva tus caderas y tus glúteos quedando el cuerpo en V (postura del perro boca abajo): apoya el peso en la punta de los dedos de los pies y las palmas de las manos vigilando que tu espalda quede en línea recta con los brazos extendidos.
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Desde esta postura suelta el aire poco a poco y desciende haciendo avanzar el pie derecho hacia delante de manera que quede en contacto con la parte exterior de la mano derecha. Vigila que la rodilla de la pierna derecha, la que está flexionada, no sobrepase al tobillo del pie derecho, sino que formen una línea. Al mismo tiempo, apoya la rodilla izquierda y el empeine del pie izquierdo en el suelo y deja que las caderas también se acerquen a la colchoneta.
Toma aire sintiendo que la espalda se alarga y el pecho se abre la espalda. Mantén la posición 10 respiraciones antes de deshacerla haciendo los movimientos en sentido inverso y repetir todo el proceso adelantando en esta ocasión el pie y la pierna izquierdos.
Es la asana que más estira la espalda al tiempo que trabaja los brazos y los hombros y fortalece las piernas. Si tienes una flexibilidad de profesional lo ideal es que pases los brazos por detrás de la espalda al tiempo que juntas las palmas de las manos apuntando hacia el techo. Si no estás tan avanzada, te resultará más sencillo mantener la postura pasando los brazos por detrás de la espalda agarrando los antebrazos con las manos.
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Desde la postura del perro boca abajo adelanta el pie derecho pasándolo entre las manos. Vigila que el pie adelantado quede apuntando hacia el frente, mientras que el pie que ha quedado atrás debe girar en un ángulo de 45 grados. Eleva el tronco, echa los hombros hacia atrás, eleva el pecho y coloca ambos brazos detrás de la espalda.
A continuación, haz que el tronco, con la espalda recta, descienda poco a poco hacia delante de manera que al final del movimiento el pecho y la frente toquen la pierna adelantada. Mantén la postura 10 respiraciones antes de deshacerla y hacerla adelantando la otra pierna.