La natación es uno de los ejercicios más completos con múltiples beneficios para la salud incluso aunque sólo lo realices durante 30 minutos al día . Y si, además, le sumamos los efectos que tiene sumergirte en agua fría, el bienestar multiplica estos beneficios. El estudio Cold Water Swimming— Benefits and Risks, publicado en 2020 sugiere que nadar en agua fría mejora la circulación y la salud cardiovascular, puede ayudar a adelgazar, reduce el estrés y mejora el sistema inmune, entre otros.
En los últimos años, la natación en hielo (en agua por debajo de los 5 grados) se ha convertido en un deporte durante todo el año. Pero no hace falta sumergirte en un lago helado para aprovecharte de sus beneficios y con eso te ahorras muchos de los riesgos, como la hipotermia o el shock de agua fría, que puede llevarte incluso a tener un ataque cardíaco.
Cuando nadamos en agua fría, el cuerpo tiene que trabajar para mantener su temperatura corporal. Así, si uno de tus objetivos es quemar calorías puedes practicar la natación en agua fría, ya que se quema más grasa que en agua caliente. De hecho, cuánto más fría esté el agua, más trabajará el organismo para convertir la grasa en energía.
El cambio extremo de temperatura hace que el cuerpo ordene al corazón bombear más sangre a los órganos, lo que supone una mejora en la circulación, que causa la eliminación más rápida de las toxinas. Además, nadar en agua muy fría genera una disminución de los triglicéridos y una menor concentración de homocisteína.
Cualquier ejercicio te ayuda a eliminar las tensiones y nadar en agua fría, también por supuesto. Y es que, independientemente de cuál sea, se incrementa la producción de hormonas del bienestar, las endorfinas, que ayudan a eliminar el estrés y la ansiedad.
Nadar en agua fría con regularidad, mejora la calidad del sueño porque el agua a temperatura baja estimula el sistema nervioso parasimpático, que ayuda al cuerpo a descansar y a autorrepararse. Así, ese sentimiento de relajación y calma nos proporciona un descanso más reparador.
Cuando te sumerges en agua muy fría el cuerpo experimenta el llamado shock de agua fría, que hace que se contraigan los vasos sanguíneos y el corazón funcione más deprisa, causando jadeo y acelerando la respiración. Si el shock no es muy grande, lo que podría tener sus riesgos, puede influir en el sistema inmune, causando una mayor producción de células sanguíneas y de antioxidantes, que ayudan a combatir enfermedades como el enfriamiento común o la enfermedad cardiaca.
Según un estudio publicado en la Revista Internacional de Salud Circumpolar, la natación en agua fría tiene un efecto positivo sobre el metabolismo de la insulina, pudiendo mejorar beneficiar a aquellas personas que tienen prediabetes o diabetes tipo 2, además de reducir la grasa corporal.
Según una investigación de la Universidad de Cambridge, los londinenses que nadan regularmente al aire libre durante el invierno tienen niveles elevados de una proteína que ayuda a proteger el cerebro contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
Eso sí, no todo son ventajas y hay que estar muy atento a los posibles riesgos, sobre todo si nadamos en aguas abiertas y heladas. Has de tener en cuenta que la temperatura media de las personas es de aproximadamente 37 grados, y que la inmersión prolongada en agua fría puede tener sus riesgos a medida que el calor corporal se pierde.
El riesgo más significativo de nadar en agua fría es la hipotermia, por lo que recomiendan no nadar en este medio más de 30 minutos. Eso sí, los nadadores de hielo, que suelen estar más acostumbrados, suelen padecerla menos que los nadadores de piscina, que están menos adaptados.
Una gran proporción de las muertes por inmersión en agua fría puede atribuirse a arritmias que deriven en un paro cardíaco. Sin embargo, para que se produzcan arritmias mortales, son necesarios factores predisponentes como la enfermedad de las arterias coronarias o la hipertrofia miocárdica, con lo que no es tan fácil.
Hay que tener cuidado con el shock de agua fría, ya que se produce un choque en el organismo que provoca una respiración intensa e incontrolable que deriva en una hiperventilación con respiración agitada. Con la exposición prolongada al frío, la frecuencia respiratoria es muy alta y se supone que el aumento de la ventilación conduce a una ineficiencia progresiva al nadar y fatiga de los músculos respiratorios, pudiendo generar un ahogo.
20 de enero-18 de febrero
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