energía en movimiento Yoga Yang, la alternativa al yin que mejora la circulación y aumenta la resistencia y elasticidad

La práctica del Yin yoga es muy diferente a la práctica del Yang. Ninguno es mejor que el otro, ya que cada uno aporta equilibrio a su opuesto. La vida moderna tiene una tendencia a desequilibrarnos y tendemos a buscar una forma que otra. Pero es importante no centrarse en elegir un tipo de yoga que nos proporcione una salud óptima, sino comprender que un equilibrio es lo que se requiere para mantener nuestro bienestar.

En la creciente comunidad de yoga actual, la mayoría de las clases de yoga que se ofrecen son de naturaleza yang. Destacan el alargamiento, el fortalecimiento y el aumento de la flexibilidad en tus músculos. Estas clases pueden ser excelentes para desafiar tu cuerpo y también para mejorar la resistencia.

Son este tipo de clases las que nos ayudan a sentirnos satisfechos físicamente mientras nos llevan al límite. También alimentan nuestra creciente necesidad de movernos, sudar y enfrentar desafíos, todas actividades muy yang. Es un tipo de yoga más orientado al cultivo y trabajo del físico.

La práctica del Yoga Yang está asociada a múltiples beneficios, todos ellos muy importantes para el bienestar del día a día: fortalece y tonifica el cuerpo, mejora la flexibilidad y la circulación, aumenta la resistencia, calma la mente sincronizando el movimiento con la respiración, elimina la tensión y los obstáculos en el cuerpo para permitir que la respiración y el prana/energía fluyan…

Aunque estas clases son geniales para avivar tu fuego interno, también conocido como el agni, a veces puedes pasar por alto el punto central del yoga, que es estar presente en el cuerpo y estar conectada con la respiración para que puedas profundizar en la práctica. Es en la práctica exclusiva del Yang donde puedes perder la oportunidad de encontrar aceptación en la quietud y hallar equilibrio con el descanso.

El Yin Yoga, por otro lado, te enseña a encontrar consuelo en la calma. Este tipo de práctica es para algunas personas más reparadora porque no requiere los movimientos vigorosos que conlleva la práctica Yang. Como cualquier cosa, una práctica de Yin puede ser tan desafiante y exigente como tú misma elijas hacerla, al igual que una práctica de Yang también puede ser restauradora si eliges no profundizar.

Con el Yin se trata de llegar a nuestros otros tejidos: los tejidos conectivos, huesos y nuestra fascia que recorre todo el cuerpo. Yin se diferencia de las posturas Yang en que requiere que relajes los músculos y liberes la tensión para que pueda profundizar en el cuerpo. De nuevo: la calma y el sosiego.

Para estirar los tejidos yin más fríos y proporcionar una compresión saludable en todas tus articulaciones, vas a necesitar que los músculos confíen en que están seguros y se suelten para que se pueda hacer el trabajo más profundo. Es por esta razón que casi todas las posturas yin se realizan en el suelo en posiciones sentadas y reclinadas.

La clave del trabajo Yin es que cada postura debe mantenerse por períodos más largos de tiempo para que los músculos tengan la oportunidad de soltarse y que el cuerpo comience a abrirse de una manera más profunda. En muchos sentidos, una práctica de yin puede ser muy meditativa, ya que eliges tranquilizar el cuerpo, calmar la respiración y relajar la mente.

Entonces, ¿Yin Yoga o Yang Yoga? Independientemente de la práctica que te atraiga más, recuerda que está en la naturaleza de ambas prácticas fomentar el movimiento de prana (energía) en todo nuestro ser, ya que abre el cuerpo para ayudar a eliminar los bloqueos físicos y emocionales.

Yin no puede existir sin Yang de la misma forma que el Yang no puede existir sin Yin. Como todas las cosas en la vida, necesitas encontrar y crear equilibrio. El yoga es donde el Yin se encuentra con el Yang y juntos crean armonía. Entonces, ¿por qué no combinar ambos para encontrar el máximo equilibrio?