¿ Quién podría resistirse a un plan tan placentero como disfrutar de una copa de nuestro vino favorito después de un duro día en el trabajo, o compartiendo una charla sin fin alrededor de una buena mesa? Sola, con amigas, o como parte de la magia de una cita romántica. Con un aperitivo de jamón o queso, o regando una comida digna de estrellas Michelín. Para disfrutar de las primeras brisas de la primavera, de las noches de verano o de tus días de relax reposando mientras lees tu libro favorito. El vino, con mucha moderación y sin un volante cerca, siempre es un buen compañero de historias.
Eso sí, con la cultura del buen vino cada vez más en boga, no siempre nos resulta fácil acertar con la elección del caldo que regará nuestras copas. Peso, hemos buscado trucos sencillos, pero muy efectivos, para que cuando te llenen la copa, hagas una cata digna de una enóloga.
Amor a primera vista: lo primero que debes tener en cuenta es que para catar un vino, no hay que servir una copa entera sino una pequeña cantidad de bebida. Después, sujétala por el tallo o la base de la copa para no calentarlo e inclínala unos 45° sobre un fondo claro. El color del vino nos dará una idea aproximada de su edad: "cuanto más rubí o cereza y brillante sea la bebida, más joven será. Por al contrario, cuanto más granate o teja tirando anaranjado se refleje, estará más envejecido", nos explican desde Vinoloa. Además, a simple vista también podremos determinar la densidad del vino: "cuanta más tenga, mayor concentración de alcohol habrá", aseguran los expertos. Para descubrirlo, solo hay que mover el vino lentamente por la copa y ver las lágrimas que deja (a menor velocidad, mayor densidad).
El olfato, imprescindible: sin agitar el vino, introducimos la nariz en el interior de la copa y olemos. De esta manera, se podrán apreciar los aromas primarios, propios de la uva de naturaleza vegetal o frutal. Una vez extraídos, se degustarán los secundarios y, más tarde, los terciarios, agitando la copa ligeramente para que el vino se oxigene y desprenda un mayor aroma. Para sacar el 'bouquet' habrá que hacer movimientos de copa más vigorosos, pues estos aromas son más complicados de determinar porque surgen durante la crianza y se organizan en familias como animal, vegetal, torrefactos o frutos secos.
Llega el momento de probar el vino: pero hay que tener en cuenta que para una buena cata del caldo, no deberíamos haber tomado en las dos horas previas ningún alimento con un sabor muy marcado. "El primer sorbo de un de vino siempre se va a utilizar para calibrar la saliva del paladar mientras que será el segundo el que analice, realmente, los sabores", aseguran desde Vinoloa.
La copa sí importa (y mucho), ya que nos ayudará a tener un mejor análisis en las etapas visuales, aromática y gustativa. La mejor opción son las de cristal en lugar de las de vidrio, ya que permiten ver el color de bebida; así como aquellas cuya longitud del tallo sea suficiente para que no se caliente con la mano mientras se sigue observando.
¿Qué tomo mientras realizo la cata? Entre cada cata es muy importante beber agua natural y comer pan blanco, ya que así limpiaremos el paladar y evitaremos que se sature para poder apreciar todos los elementos que conforman el vino.
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20 de enero-18 de febrero
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