Desde edades tempranas nuestro pensamiento se va construyendo con toda la información que recogemos del exterior, y los canales fundamentales para esa recopilación son nuestros propios sentidos. El objetivo de este una aula multisensorial es que los niños puedan trabajar los sentidos de una forma diferente, con recursos y elementos sensoriales para oír, probar, oler, tocar, ver, sentir, entender, crear, imaginar...
Una estimulación sensorial hace que los colores sean más vivos, los olores más intensos, los sabores más profundos, los sonidos más limpios y hace que la receptividad sea mayor y los sentidos pasan a ser los protagonistas de nuestras vidas.
“La finalidad de estos espacios multisensoriales es que los niños y niñas adquieran una serie de aprendizajes mediante la experimentación y el descubrimiento y que puedan desarrollar también sus habilidades sociales y cognitivas, por eso pretendemos en nuestras escuelas crear un ambiente con estímulos, donde se trabajen sensaciones a través de experiencias, dotando al niño/a de libertad para explorar, descubrir y disfrutar de sus sentidos”, aseguran en Nemomarlin, escuela infantil que ha instaurado aulas de estimulación multisensorial para los niños de uno a tres años.
Siendo adultos el repertorio de información que proviene de los sentidos va aumentando (perfumes, alimentos, cine, spas…), sin ser conscientes de esa estimulación, ya que lo tenemos asumido dentro de nuestra cotidianeidad. En el caso de los niños todo es novedoso porque sus experiencias son limitadas dado su corto periodo de vida, y por ello todos los estímulos son bien aceptados. Estas experiencias también permiten trabajar la inteligencia emocional atendiendo a las diversas reacciones que los pequeños muestren al exponerse a los variados elementos y sensaciones.
Potencia las relaciones positivas entre iguales y con el adulto
Provoca la exploración, la interacción, el movimiento y la comunicación.
Mejora la coordinación y la concentración.
Estimula el pensamiento lógico.
Promueve la comunicación no verbal.
Le enseña a aceptar estímulos de su entorno.
Favorece la situación personal y social del niño/a mejorando y desarrollando tanto su bienestar físico como emocional.
Favorece nuevas alternativas en la atención educativa.
Algunos materiales -especialmente pensados para niños de esta edad- que se utilizan en estos espacios sensorial son: columna sensorial, espejos de ángulo perspectiva, mesa de luz multicolor y plantillas, formas de colores multicolor, cubos sensoriales, paneles traslúcidos, cofre musical, caja de soplo, biblioteca de sabores…
En el hogar también se puede jugar con las sensaciones. En un lugar donde tengas espacio suficiente prepara diferentes barreñitos o platos y llénalos con agua, arena, hojas, telas suaves y otros materiales. Juega con tu bebé a pasear por encima de todos ellos y descubrirá las diferentes texturas, temperaturas y suavidades de los materiales.
Deja que juegue en el campo y que experimente con el barro, los niños son curiosos por naturaleza y habitualmente somos los adultos los que presas de temores más o menos fundados los que no les permitimos experimentar, tocar, oler o pisar.
Sentar a tu bebé a la mesa con los adultos y ponerle un plato de comida con los mismos ingredientes que coméis vosotros es también una forma de estimular su capacidad gustativa, de dejarle sentir que hay alimentos diferentes, más suaves, tiernos, duros o rugosos, cada uno con su aroma y sabor particular. La manos serán su mejor cubierto en estas ocasiones.
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