sueño americano ¿o pesadilla?

Cabeza de serpiente: el libro sobre la increíble historia de la mujer que se hizo millonaria dirigiendo un lucrativo (e ilegal) negocio en Chinatown

Reservoir Book publica en nuestro país uno de los primeros trabajos de Patrick Radden Keefe, autor de la reconocida No digas nada. Ambas historias se convertirán en series de televisión próximamente.

El barrio neoyorquino de Chinatown, el lugar en el que vivía durante los años 80 y90 la protagonista del nuevo libro d ePatrick Radden Keefe. / wes hicks/unsplash

Aloña Fdez. Larrechi
Aloña Fdez. Larrechi

El otoño viene cargado de novedades editoriales y desde el 5 de septiembre ya podemos pasarnos por nuestra librería de cabecera a por uno de los libros más esperados de este arranque de curso, el de Patrick Radden Keefe . Porque el autor de la premiada y recomendable No digas nada, y de El imperio del dolor, regresa con Cabeza de serpiente: la increíble historia de la mujer que se hizo millonaria dirigiendo un lucrativo (e ilegal) negocio en Chinatown.

Será de nuevo Reservoir Book la editorial que nos acerque este trabajo, publicado en Estados Unidos hace quince años, y que fue para varios medios norteamericanos mejor libro del año. Porque como nos tiene acostumbrados el escritor de Boston, en Cabeza de serpiente encontramos una sorprendente historia en la que el mal y el bien luchan entre sí y por el camino dejan un reguero de sorpresas, víctimas y muestras de la imperfección del sistema.

Así que si buscas una lectura que te atrape para que la vuelta a la rutina sea más llevadera, o simplemente No digas nada es tu libro de referencia y estabas esperando con ganas lo nuevo del autor norteamericano, estas son las razones por las que Cabeza de serpiente es tu próxima lectura.

Seis meses de pesadilla en alta mar

Cabeza de serpiente arranca el 6 de junio de 1993, cuando el Golden Venture encalló en la península de Rockaway, una estrecha extensión de tierra situada al sur de Queens, a unos 30 kilómetros de Manhattan. Bañada por el océano Atlántico, lo que vieron las fuerzas del orden que acudieron a la llamada de un compañero que pasaba por allí les sorprendió y horrorizó a partes iguales. Decenas de personas, la mayoría de ellas hombres jóvenes, saltaban de un barco, con la esperanza de alcanzar la orilla, aunque algunos no sabían nadar.

Portada de Cabeza de serpiente, el nuevo libro del reconocido escritor estadounidense Patrick Radden Keefe. / Reservoir Books

Un viaje que, como no tardaron en descubrir los agentes, había comenzado seis meses antes, en Singapur. Es decir, habían surcado el Índico, cruzado el cabo de Buena Esperanza y navegado todo el océano Atlántico en sentido contrario a la lógica. Porque los náufragos, 300, que viajaron hacinados en un barco de un tamaño mucho menor del deseado, eran de origen chino. Pero su viaje no era una travesía que habían elegido, simplemente se habían limitado a pagar a quienes les prometieron que llegarían a Estados Unidos a comenzar una nueva vida. Eran inmigrantes ilegales.

Comienza así una narración que se traslada un poco más en el tiempo para contarnos la historia de una de las responsables de esa travesía, Cheng Chui Ping, una mujer que cuando no organizaba viajes ilegales de compatriotas regentaba varios negocios en Chinatown. Pero lo que le hizo ganar cuarenta millones de dólares no fueron los bazares o los restaurantes, sino introducir ilegalmente en Estados Unidos hasta tres mil personas provenientes de la misma región china, Fujian, de la que salió ella misma.

Cheng Chui Ping en una imagen tomada en los juzgados de Nueva York, cuando fue juzgada en los años 90. / getty

Alrededor de la Hermana Ping, que así es como se le conocía en el famoso barrio neoyorquino en el que tenía sus negocios, orbitan las bandas rivales que se enfrentaban en las calles sin que a nadie le importase, el dinero negro que se movía hacia China o la variedad de personas repartidas a lo largo y ancho del mundo que hacían posible que existiesen travesías como las del Golden Venture. Y también las organizaciones estadounidenses que vigilan las fronteras, o el FBI, que durante años no pudieron, o no supieron, poner freno a este tráfico ilegal de personas.

El viaje que los padres no cuentan a sus hijos

Tal y como comentó el propio Radden Keefe en entrevista con Mujerhoy, la historia que cuenta Cabeza de serpiente «hoy en día es más relevante que cuando se publicó en Estados Unidos, los problemas que plantea parecen más urgentes y actuales, aunque lo fueran en su momento».

Y lo que nació como su primer artículo para The New Yorker, y el más largo que había escrito hasta entonces, se convirtió en libro porque «me pareció que era solo la punta del iceberg, que había mucho más en términos de historia, personajes, historia de la inmigración, la inmigración china, las pandillas y todos los diferentes países a lo largo del camino. Así que quise ver el panorama completo y sentí que eso se prestaba para ser el gran lienzo de un libro.»

Fachada de la tienda que regentaba Cheng Chui Ping en Chinatown en los años 80 y 90. / GETTY

Como ya vimos en El imperio del dolor, donde Radden Keefe se adentraba en la crisis de los opioides y en la familia que era responsable de la misma, los Sackler, la historia de la hermana Ping no deja de ser la corrupción «del sueño americano. Se trata de la idea de que la gente vendrá a Estados Unidos y podrá mejorar la vida de su familia. Y creo que eso sigue siendo cierto, incluso ahora. Pero también creo que es una idea muy peligrosa, porque las vidas de muchas estas personas cuando llegan son miserables. Y son muchos los que creo que lamentan los riesgos que corren» en el viaje.

Historias como las que cuenta en Cabeza de serpiente y que él mismo ha encontrado en su correo electrónico, donde le escriben « jóvenes chino-estadounidenses que nacieron en EE. UU. y sus padres formaron parte de la generación que vino» pero «nunca les hablaron de esto. Entonces leen el libro y descubren la experiencia de sus padres».

«Es una locura. Me da escalofríos pensar en ello», admite el reconocido escritor norteamericano. «Pero, por supuesto, así es como funciona a menudo en las familias: las personas o los padres guardan silencio sobre las peores experiencias de sus vidas. Y si los niños quieren aprender sobre ellas, tienen que ir a otro lado. Ya sabes, cogen un libro que escribió un extraño.»

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