En un pueblo de calles solitarias e inviernos de bufanda y tedio enroscados hasta las orejas, transcurre la vida de una madre y una hija. Estrella y Leonor llevan una existencia monótona llena de silencios y tristeza. Cuando la hija consigue un empleo de planchadora que ni se le da bien ni le gusta, la madre respira aliviada ante un futuro de insulsa rutina. Lola Dueñas es esa mujer sin inquietudes ni ilusión en ' Viaje al cuarto de una madre' (que se presenta en el Festival de San Sebastián y se estrena en cines el 5 de octubre). Su hija, que alimenta en secreto el deseo de irse de casa, es Anna Castillo.
"¡Hace tanto que ni me acuerdo!", exclama Dueñas cuando busca en su memoria el día en el que abandonó el nido familiar. "Yo siempre he querido tener mi casita y mi espacio, era una necesidad; y desde años antes de irme ya lo tenía todo preparado: sartenes, sábanas… Como la que hacía el ajuar para casarse, con la misma ilusión lo iba preparando yo para ser independiente desde que tenía 16 años". Dueñas nació en Madrid, por mucho que Wikipedia diga que es de Barcelona y montones de publicaciones propaguen ese error ("No entiendo quién se inventa esas cosas. Soy del centro de Madrid, tan gata que maúllo. ¡Pero si tengo un acentazo castizo que no puedo con él!"). Hija del actor Nicolás Dueñas y la representante María Navarro, su infancia son recuerdos entre las bambalinas del Teatro de la Comedia o del Lara, y de las bromas que le gastaba a Esperanza Roy cuando se vestía para salir a escena y gritaba: "¡Lola! ¿Dónde está el bigote?".
Lola Dueñas
Su vocación nació de forma natural, pero estuvo a punto de quedarse en nada. "Era una adolescente perdida. Quería ser actriz, pero no hacía nada para conseguirlo". Hasta que fue a las audiciones de la escuela de teatro de La Abadía. Era un requisito haber cumplido 25 años, y a ella le faltaban unos cuantos, pero pasó la prueba. Algo vio José Luis Gómez, director de la escuela, en Lola. "Fue un punto de inflexióna. Ser actriz me salvó".
Desde entonces, ha firmado interpretaciones memorables, como la de la yonki de 'Mensaka' con la que se estrenó en el cine hace 20 años. Detrás llegaron 'Piedras', 'Hable con ella', 'Días de fútbol', 'Mar adentro', 'Volver', 'Los abrazos rotos', 'Las chicas de la sexta planta'… y así hasta cerca de 40 títulos y un impresionante palmarés de premios: dos Goyas, una Palma de Oro en Cannes (que comparte con el resto del reparto femenino de Volver) y la Concha de Plata de San Sebastián por su papel en 'Yo'. En ese festival se estrena ahora 'Viaje al cuarto de una madre', una película sobre los apegos y las distancias entre una madre y una hija que emprenden su particular travesía para descubrir lo complejo que es quererse.
" Estrella es una mujer tan alejada de mí que me asustaba. Ella es tierra, tiembla ante cualquier cambio; yo soy aire, soy libre. No aguanto quieta en un sitio, soy feliz en movimiento". Y no hace falta que lo jure, su biografía lo demuestra. La crisis que dejó al cine español en stand by la pilló con 39 años. Antes de resignarse, se fue para buscar oportunidades. " El sueño americano nunca lo he tenido. No sé por qué todo el mundo se empeña en eso. Es un sueño superhortera, lo respeto pero no lo entiendo. A mí siempre me gustó lo francés: su cine de autor, el idioma, París... Mi sueño era trabajar en pelis francesas y si no lo intentas... Emigré y estoy feliz de haberlo hecho".
Lola Dueñas luce vestido de Sportmax y pendientes de Hermès /
La experiencia no pudo ser más fructífera, pero la actriz no olvida los primeros tiempos, muy alejados de la glamurosa vida parisina. "Todo eso es mentira. Una va persiguiendo un sueño y puede resultar una mierda. Es una ciudad muy dura, porque es muy cara, hace mal tiempo y no son muy simpáticos. Pero te pasan millones de cosas. Y culturalmente es otro mundo, igual se ruedan 300 pelis al año. Eso es flipante y también el respeto a los actores y a la cultura, que es sagrada". Como ejemplo cuenta lo que le sucedió recién llegada, cuando encontró en su buzón una caja de bombones y una nota: "Es un honor que viva usted en este edificio". "Te juro que miré a ver dónde estaba la cámara oculta". Ella que tenía una carrera consolidada en España, se presentaba a cientos de castings para conseguir una frase. Tuvo que empezar de cero, o casi, porque que en el curriculum ponga Almodóvar abre puertas. " Almodóvar me salvó. Si no es por él, mi camino en París hubiese sido muy diferente, o no hubiese sido. Se lo agradeceré toda mi vida".
La actriz es una persona discreta, de las que piensan que cuanto menos se sepa de un actor, mejor para sus personajes, y pasa de puntillas por una etapa oscura en la que los problemas personales y familiares pusieron el punto y final a su aventura parisina. Volvió a Madrid, pero no encontró su lugar. "Estuve tristísima, fui muy desgraciada. Me salvó Celia [Rico Clavellino, directora de 'Viaje al cuarto de una madre']. La profunda tristeza que tiene mi personaje es la que yo tenía; se la dejé toda a ella. La película ha estado tan llena de amor que fue un viaje de regreso a la felicidad".
Y siguiendo una vez más el mapa de sus sueños se instaló en Lisboa, esta vez en el campo, otro deseo alimentado en sus años de asfalto parisino. "Soy buenísima cumpliendo sueños. No me dejo ni uno". Alquiló un viejo granero y allí vive, sola y rodeada de plantas y frutales. El tiempo que no está rodando lo pasa azadón en mano, cocinando o de cháchara con algún vecino que detiene su tractor para pegar un rato la hebra… " Para mí, la soledad es una necesidad. Cuando he intentado vivir en pareja ha sido un desastre. Soy muy gato y no me gusta compartir mi espacio. O será que no ha aparecido la persona con la que me apetezca, que también puede ser. El amor para toda la vida me parece muy bonito y soy muy romántica, pero no me ha pasado de momento, aunque estoy abierta a un gran amor. Soy muy curiosa y me gustaría probarlo".
Lola cumple en octubre 47 años ("Me encanta mi edad, nunca me he quitado ni un mes") y le ha llegado el momento de hacer de madre en el cine. "Estrella es tan absorbente que da un poco de miedo. Sin embargo, en ' Instinto' [la serie que rueda para Movistar+ ] seré lo opuesto, una madre que abandona a sus hijos y me apetece explorar ahí. Me molesta cuando hablan de hacer de madre como algo secundario; para mí es precioso, quizá porque no lo soy. Tengo mucho instinto maternal, pero no he querido serlo o no me he dado cuenta de cómo pasaba el tiempo".
Anna Castillo , su hija en la película, es también el polo opuesto a su personaje. Leonor es una chica tímida e insegura, que vive acomodada en el nido que ha creado su madre, acurrucada bajo las faldillas de la mesa camilla. Anna es todo lo contrario: abierta, enérgica, alegre, callejera. Sin embargo tienen algo en común: el coraje y las ganas de que les pasen cosas.
Lola Dueñas
Igual que Lola, Anna se declara romántica y reflexiona gustosa sobre el amor para toda la vida, ese aparente pasaporte a la felicidad que muchos persiguen. " Para la generación de mis abuelos, el triunfo del amor era pasar toda la vida juntos. Venimos de un sistema muy marcado y romper con él es complicado. Creo que igual no hay solo una persona de tu vida, igual hay 15 y está igual de bien. Lo mismo te pasas toda tu vida conociendo a personas de las que enamorarte y es maravilloso. Eso es lo que pienso, pero reconozco que en la cabeza tengo metido ese objetivo de encontrar a "la" persona. La sociedad sigue un poco empujándote en esa dirección, pero cada vez está más claro que hay muchas maneras válidas de ser feliz".
Para Anna Castillo, el camino a la felicidad pasaba por la interpretación. Empezó a hacer teatro en el colegio y a los 13 años le preguntó a su madre si podría hacer películas. Pero en lugar de tratar de espantarle los pájaros de la cabeza, le dijo que claro que sí. " Soy actriz gracias a que mis padres se lo curraron mucho. Me buscaron representantes, castings, me ayudaron en todo". La cosa sucedió rápido: con 14 hizo su primera TV movie; a los 15, una película; al año siguiente, un musical y al otro, una serie… Mientras tanto, ella seguía estudiando, por si las cosas no salían bien.
A los 19 se instaló en Madrid y se hizo mayor de golpe, a fuerza de la soledad de los primeros tiempos. " Al principio echaba mucho de menos Barcelona y a mi familia; también tenía a mi novio allí y a la mínima que podía me escapaba a verlos. Pero finalmente me acostumbré a la distancia, maduré, hice amigos con los que descubrir Madrid y ahora voy muy poco". Aquel novio se quedó por el camino, igual que su carrera de Psicología, que abandonó en tercero ante la imposibilidad de seguir compaginándola con el trabajo. Ella, que tiene tatuada la frase Step by step [paso a paso], que es su lema vital y uno de los temas de Witney Houston de la banda sonora de 'La llamada', parece que ha subido los peldaños de su carrera de tres en tres.
Cuando Icíar Bollaín vio en ella a la protagonista de 'El olivo', ya llevaba dos años subida a las tablas de un teatro con el musical 'La llamada' y se había curtido con 200 capítulos de 'Amar es para siempre'. Pero fue Bollaín quien le dio su primer protagonista, un papel que se disputaron más de 300 actrices. La llamaron para la prueba de un personaje secundario, pero la directora vio tanto potencial en esa chica con cara de niña buena pero alma rebelde que no dudó en darle el papel principal. "No podía apartar los ojos de ella", dice la directora. Su compañero en esa película, Javier Gutiérrez añade: " Es la actriz con más futuro de España". Ella se toma los piropos con humildad: "Qué fuerte, ¿no? Es un halago, me hacen feliz".
Por ese papel ganó el Goya a la Mejor Actriz Revelación . Vinieron después la versión cinematográfica de 'La Llamada', la película 'Oro' y las series 'Paquita Salas', 'Estoy vivo' y 'Arde Madrid', que dirige Paco León y se estrena este otoño. En ella, Anna encarna a una chica de pueblo que entra de criada en casa de Ava Gardner y que, deslumbrada, se debate entre la estricta moral franquista y lo que le pide el cuerpo: ser libre.
Mientras acumula experiencia, Anna penetra en el alma de sus personajes a base de sensibilidad e instinto: "Donde más disfruto es entre que dicen "acción" y el "corten". Cuando estoy currando, confío en mi intuición, aunque en la vida real esa táctica no me funciona tan bien, porque soy más caótica, me hago un lío emocional y, como te la estás jugando de verdad, tengo más miedo".
Anna Castillo luce vestido de The Kooples, lencería de Eres y pendientes y cinturón de Hermès /
Ha cumplido 25 años y tiene ante sí un futuro deslumbrante. Pero se esfuerza por mantener domado el ego. ¿Cómo? "Teniendo muy presente de qué va esto, de currar, de estar a la altura de las expectativas. Lo otro, lo de la alfombra roja, es un 5% de mi profesión. La realidad son madrugones, equipo, rodaje… Me apasiona, pero es trabajo duro y sacrificio".
Decía Victoria Abril en una entrevista que el cine es para ella la manera de soportar el muermo de la vida real, pero Anna tuerce el gesto extrañada, como si lo de amuermarse no encajara con ese torbellino de mujer. Piensa en ello como no queriendo faltar al respeto a la reflexión ajena, pero sacude la cabeza. " ¡A mí eso no me pasa! Yo le doy mucha importancia a mi vida personal. ¡Me encanta mi vida! Me enamoro hasta las trancas y hago locuras; tengo a mis amigos y, si hay un plan, me apunto. Mi vida me llena y me da felicidad, no puedo ni quiero perder eso. Este año me he quedado sin vacaciones, pero busco huequitos para viajar con mis amigas, con mi novia... Quiero hacer cosas, viajar, ver, vivir". Y de nuevo se da la mano con su personaje.
"El de Estrella es un afecto tan asfixiante que te hace reflexionar sobre la esclavitud de esos amores horrorosos que coartan tu propia vida –explica Lola Dueñas–. Yo nunca agradeceré suficiente a mis padres lo más valioso de todo lo que me dieron: la libertad". Para preparar su personaje buceó en su tristeza, ganó unos cuantos kilos y aprendió a coser, acudiendo a diario durante meses a casa de los padres de la directora. "Me trataron como a una hija: Antonio, el padre, me traía el zumo cada mañana y Gloria, la madre, que fue modista, me enseñó y acabé cosiendo tan bien que le hice una camisa a mi padre, pero todavía no se la he dado porque me falta poner los botones".
"Después de leerlo, le mandé el guión a mi madre. Me dijo: "Tienes que hacer esta película", recuerda Anna Castillo. "Qué difícil tiene que ser amar de la manera tan generosa y desmesurada de una madre y, a la vez, dejar ir", dice la actriz, reflexionando sobre codependencia y el miedo a la soledad. "Te das cuenta de lo importante que es cuidarte a ti misma más allá de tu pareja, de tus hijos… Proteger tu espacio, nutrir tus inquietudes para que cuando se vayan, la vida siga teniendo sentido".
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