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¿Incapaz de guardar un secreto?

Traicionar la confianza de una amiga revela mucho más sobre el psiquismo propio de lo que imaginamos. Solo una persona madura y con una identidad sólida es capaz de respetar la intimidad ajena.

¿Por qué eres incapaz de guardar un secreto? / Fotolia

Isabel Menéndez
Isabel Menéndez

Quizá alguna vez te has sentido traicionada porque alguien a quien confiaste un secreto y no fue capaz de guardarlo. La capacidad para contener secretos ajenos o para saber buscar a la persona adecuada que escuche los propios, proviene de un trabajo psicológico que comienza en los primeros años de vida. Ese trabajo desemboca en una subjetividad adulta y madura, que no confunde lo propio con lo ajeno y que ha incorporado una ética que no permite atacar al otro en su intimidad, ni usar lo que sabe de él.

Quien desvela nuestra intimidad puede sentir una rivalidad oculta.

Alguien incapaz de guardar un secreto es una persona inmadura, que tampoco sabrá proteger su intimidad; carece del poder psíquico que implica una contención adecuada de pensamientos y de sentimientos. Quien no respeta la vida del otro tampoco siente respeto por la suya, aunque no sea consciente de ello. La relación que mantenemos con los demás tiene mucho que ver con el vínculo que hemos organizado con nosotros mismos.

Aprendemos a tener secretos cuando dejamos de depender en exceso de alguien (la madre, el padre, los hermanos). La decisión de no compartirlo todo es el primer rasgo de independencia de niños y adolescentes. Esos secretos pueden ser una carga y también un tesoro, que cuentan a sus amigos o escriben en un diario, casi siempre sobre sus descubrimientos sexuales y su relaciones afectivas.

Hay personas que son incapaces de guardar una confidencia. Se apropian de la vida de los demás porque la suya se encuentra vacía. Carecen de un psiquismo maduro y de una identidad firme. Cuando alguien te cuenta un secreto, comparte contigo una intimidad que no te pertenece, que sigue siendo de él. A menudo, las intimidades se cuentan para descargarse de un peso que no sabemos cómo llevar solos. Cuando una amiga no guarda un secreto que le hemos confiado para liberar esa presión, puede que tenga con nosotras una rivalidad oculta. Una forma de dañarnos sería mostrar lo que le hemos contado.

Las claves:

  • Los secretos se cuentan para descargar algo que hace sufrir, para liberarnos de una culpa que necesita perdón o para intimar con la confidente. En general, lo hacemos porque buscamos opinión o consejo. Si el interlocutor sabe escuchar, nos ayuda a elaborar un conflicto.

  • Solo se debe contar a quien sabe escuchar y respetar, no cuenta demasiado de los otros y se conoce a sí mismo. Un desconocido también puede servir: al estar menos implicado, puede ser más objetivo.

El peso de un secreto

Blanca le contó a su amiga Cristina que llevaba meses escribiéndose on line con un hombre. Al igual que su amiga, Blanca estaba casada y tenía un hijo adolescente. Trabajaba como auxiliar administrativa y su marido viajaba mucho. Se sentía sola y se aburría. Había conocido en un chat a alguien que le había parecido especial y había empezado a escribirse con él a diario. Pero un día, al abrir el correo, no vio ningún mensaje y Blanca empezó a inquietarse. ¿Qué le estaba pasando? ¿Empezaba a necesitar demasiado a ese amigo, que hasta cierto punto era un desconocido?

No es raro que alguien incapaz de guardar un secreto tenga alguno propio.

Por eso le contó a su amiga lo que le ocurría. Cristina escuchó perpleja. No le parecía bien. Le dijo a su amiga que no se preocupara y que quizá sería mejor que aquel hombre no volviera a escribirle. Blanca se sintió incómoda. No imaginaba que su amiga la regañaría. En cuanto llegó a su casa, Cristina se lo contó todo a su marido.

Cristina no era una buena amiga, envidiaba a Blanca y también tenía un secreto: le gustaba mucho su marido. Cuando se descubrió que el amigo secreto de Blanca era su propio marido, que había organizado una argucia para recuperar a su mujer porque pensaba que estaba perdiendo su amor, Cristina cayó enferma. La aventura de su amiga la había liberado de la culpa por sentirse atraída por su pareja.

No es raro que alguien incapaz de guardar un secreto tenga alguno propio que, al no poder nombrar ni gestionar bien, le haga sufrir.

Quienes son incapaces de guardar un secreto pueden utilizar la información recibida como una manera de ejercer poder sobre el confidente.

Quienes son incapaces de guardar un secreto sufren una impotencia psíquica que no les permite sentirse bien con lo que les es propio y por ello se desembarazan de lo que otro les cuenta. También pueden utilizar la información recibida como una manera de ejercer poder sobre el confidente. No hay que confiar en ellos, ni en los que enseguida empiezan a juzgar lo que dices o se implican demasiado. Desbordados por sus conflictos, confunden lo que les pasa a ellos con lo que te pasa a ti. Tampoco son capaces de guardar un secreto.

Sin embargo, hay secretos familiares que se mantienen para no resolver una patología familiar. Sirven para cohesionar el grupo, pero en una situación neurótica

Familias tóxicas

En tales casos, se hace un voto de silencio acerca de un acontecimiento. Suelen ser familias muy endogámicas que se niegan a reconocer sus dificultades. Los hechos que se ocultan guardan relación con lo que socialmente se considera vergonzoso (locura, sexualidad). Cuando uno de los miembros de la familia -suele ser el más sano- habla, el secreto se rompe y es posible salir de ese círculo patológico. En este caso, contarlo en el sitio adecuado es fundamental.

La palabra: Contención

  • La contención psíquica es el control de un sentimiento o impulso que, por su intensidad, desborda la presión que puede tener el psiquismo. Contener algo implica una capacidad psíquica para organizar una subjetividad. Nuestro psiquismo tiene toda una realidad anímica inconsciente cuyos efectos sentimos.

  • La contención solo es posible cuando se disfruta de una relativa madurez psíquica y de una aceptable salud mental.