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Coach: ¿Necesitas que alguien te ayude a saber lo que tienes que hacer?

¿Necesitas que alguien te ayude a saber lo que tienes (o quieres) hacer para solucionar tus problemas? Los nuevos ángeles de la guarda están especializados, cobran por sus servicios y, cada vez más, tienen consulta abierta en internet. Aunque no es ayuda todo lo que reluce.

Ilustración de Maite Niebla. / maite niebla

Silvia Torres
Silvia Torres

Hay un coach para todo. Para dejar de ser soltero y para volver a serlo. Para adelgazar. Para aprender a invertir en Bolsa. Para los tímidos y para los bocazas. Para encontrar trabajo y para aprender a vivir sin trabajar. Para ser un líder global... En fin, si necesitas un guía espiritual, seguramente te llegará en forma de coach, neurocoach, lifecoach, executive coach… porque las denominaciones también pueden ser muy variadas.

“Con la ayuda de un gurú del coaching el 50% de tu productividad será la mitad de tu productividad”, se puede leer en Twitter a un sarcástico @capitan_ahab.

Lo cierto es que el coaching sigue un método clásico de Sócrates: intentar llegar a la verdad a través de un hilo de preguntas y respuestas. Por ejemplo, según explica Jaime Giménez, dietista y coautor junto a Yolanda Fleta del libro Coach nutricional: haz que tu dieta funcione (Ed. Clave), si contratas los servicios de un coach de nutrición no te preguntará por qué quieres adelgazar si no para qué; la dieta o el programa de ejercicios con el que saldrás de la consulta será el resultado del pacto al que hayas llegado con él.

Eduardo Larriera, psicólogo y uno de los primeros que ejerció el coaching en nuestro país a inicios del 2000, solía ayudar a los tutores de un colegio privado con esta técnica. Cuando llegaba un padre exaltado y decía: “¡Es imposible que mi hijo haya hecho eso que usted dice! En casa, su comportamiento es ejemplar. ¡Usted miente!”, en lugar de enzarzarse en el típico cruce de acusaciones, el coach aconsejaba decir algo así: “Interesante lo que me cuenta: pensemos por qué el comportamiento de su hijo es tan diferente en un sitio y en otro’. “¡Tenía que ser muy cerrado el señor para que no se detuviera a pensar!”, dice Larriera.

El mercado del coaching se ha revolucionado literalmente con internet: el tele-coach es todavía mucho más rápido y promete estar ahí donde lo necesita para, digamos, impedir que mandes ese desafortunado WhatsApp a tu ex y, mucho mejor, que le escribas la respuesta que lo dejará neutralizado y fuera de combate. Tu coach nutricional puede supervisar tu dieta desde WhatsApp y el laboral, controlar tus intervenciones en esa teleconferencia crucial para tu carrera. El precio es, además de dinero, cierta pérdida de la autonomía y una intromisión constante que, sin embargo, parece tranquilizar a más de uno.

Cambiar de nombre para reinventarse

Alfonso Alcántara (@yoriento en Twitter) cree que “hay que distinguir la técnica psicológica de la marca comercial coaching, con la que muchas personas han intentado hacerse un hueco en el mercado laboral”. Eduardo Larriera corrobora que en los años más duros de la crisis “muchos se cambiaron el cartel de consultor por el de coach, porque era más fácil que te contrataran”.

“No critico a nadie, cada uno hace lo que puede para sobrevivir, pero considerar el coaching como una disciplina con entidad propia es solo una estrategia de marketing que permite a muchos profesionales reinventarse en un mercado cada vez más saturado y confuso”, prosigue Alcántara. Él mismo, con una sólida carrera en el asesoramiento empresarial de recursos humanos, reconoce que, durante alguna temporada, se presentó como coach: “Se te abrían más fácil las puertas del mundo empresarial, pero estoy dejando de hacerlo; el término está tan sobado que es mejor volver a poner psicólogo”.

De qué manera se ha convertido un método socrático en una gran marca es una buena pregunta. Lo cierto es que varios expertos confirman “cierta tendencia a incluir en este concepto cosas que tienen poco que ver con la ciencia, entre ellas el reiki, la autoayuda o la psicología positiva”, señala Alfonso Alcántara.

Hay cierta banalización del término y muchos asesores digitales que no tienen formación.

José Barroso, “ entrenador personal de vida y negocios”, según se define en su web, reconoce cierta “banalización” del término y una profusión de asesores en el mercado digital y analógico, y cree que, al no haber regulación académica, cualquiera puede ejercer como tal: “Existe un sistema de certificación que ha acabado convertido también en un modelo de negocio”.

Y aunque haya profesionales rigurosos, háganse llamar coaches, mentores o terapeutas, la ausencia de evaluaciones sistemáticas y transparentes que sigan unas referencias de probada solvencia científica, tal y como ocurre en otros campos del saber, hace difícil apartar el grano de la paja. En opinión de Alfonso Alcántara, “todas las disciplinas con vocación de avance científico tienen que diseñarse de tal forma que puedan ser evaluadas”. De momento, la evaluación más independiente es la experiencia personal de sus clientes. Como María, de 43 años, que contrató un coach para singles (solteros; porque, tengámoslo en cuenta, la profusión de términos anglosajones es parte del éxito de la marca). Cuatro meses después sigue soltera pero “mucho más a gusto. Ya casi me han convencido de aquello de “mejor sola que mal acompañada”, dice. O Matías, un empresario de 50 años que contrató a un coach porque “mezclaba problemas personales y profesionales” y ahora considera que es “una persona diferente. Cuando superas dificultades, ganas confianza y cambia tu forma de ver las cosas. Donde antes veía un problema, ahora sé que hay un reto. Pero no es magia, hay que trabajar con uno mismo”, explica.

Ángel de la guarda por unas horas

Los coaches definen su trabajo como acompañamiento. El servicio de un ángel de la guarda por horas, que simplemente protege y deja hacer, sin imponer demasiado su presencia. “Es como un acomodador de cine, que cuando uno llega con la película empezada, nos ayuda a avanzar sin tropezarnos, pero respeta el lugar a donde uno quiere ir”. “ Un coach nunca le dice a nadie lo que tiene que hacer, porque hay una realidad para cada persona. Nunca trabaja con el pasado, siempre del presente hacia el futuro y con un objetivo concreto a la vista”, explica Barroso.

En opinión de algunos beneficiarios del coaching, este método triunfa porque “viste más” ir al coach que al psiquiatra o al psicólogo y porque a cualquier método de nombre anglosajón (aunque sus orígenes sean griegos) se le atribuye eficacia y modernidad.

La gente apenas tiene tiempo de reunirse consigo misma y subcontrata la reflexión”.

Otros expertos, sin embargo, creen que confiamos cada vez más en la ayuda externa para solucionar problemas que otras generaciones superaban con sus propios recursos. “Externalizar la incertidumbre”, lo llama Barroso, y se explica: “Son tiempos de urgencia y queremos resultados rápidos. La gente va a muchas reuniones en su trabajo, pero apenas tiene tiempo para reunirse consigo misma. Florece la ayuda externa porque la gente decide subcontratar la reflexión”.

“No se tolera la más mínima frustración o dolor y a todo le buscamos una respuesta profesional, dice Alfonso Bordallo, director del ICNS (Instituto de Coaching Nutricional y Sanitario).

“Aquí se han unido el hambre y las ganas de comer”, opina la psicóloga y terapeuta Isabel Larraburu. “Por un lado, existe una mayor necesidad de libertad y autonomía para dirigir nuestras vidas. Por otro lado, los cambios en esa vida son vertiginosos y ya no existen referentes morales o religiosos, ni tampoco seguridad. La exigencia de saber surfear las olas es abrumadora y no todos tenemos la fortaleza para sobrevivir al intento. El estrés de los cambios nos puede enfermar”. En este contexto, aparece un nicho de asesores, videntes, gurús y chamanes que dicen proveer de certezas. Larraburu lo denomina “el mercado del consejo”.

Y hablando de consumismo, ¿sería buena idea solapar varios procesos de coaching? Digamos una persona soltera que quiere encontrar pareja y adelgazar, ¿debería contratar un coach nutricional y otro para solteros? ¿Uno en Internet y otro con despacho? Eduardo Larriera cree que sería un efecto secundario de la excesiva fragmentación del mercado. “Lo ideal sería que uno solo intentará descubrir cuál es la prioridad: perder kilos o encontrar pareja. Una vez identificada, trabajar en ese objetivo. Con dos frentes abiertos, probablemente no se llegará a ningún sitio”.

¿Y tú que coach necesitas?

1. Personal: También llamado  life coach, se encuentra a medio camino entre el psicoanalista y el psiquiatra. Su misión es ayudarnos a tomar mejores decisiones en nuestra vida y su método es intentar que lleguemos por nosotros mismos a una conclusión que él ya sabía desde que nos preguntó el nombre en la primera sesión.

2. Organizacional: Su misión es mejorar las relaciones entre jefes y subordinados. Se le contrata para que idenfique los puntos muertos donde se estanca el desarrollo de los recursos humanos de una empresa. Una vez que lo consigue, nadie suele hacerle caso. Pero queda muy bien tener un coach contratado en la organización.

3. Deportivo: Trabaja con el entrenador de un equipo y con cada uno de sus miembros. Sus resultados se miden por los éxitos y el rendimiento cosechados por dicho grupo humano. También son expertos en potenciar la autoestima y el liderazgo. En caso de lesión, también ayuda en el proceso de recuperación.

4. Nutricional: Su misión final es que adoptes un estilo de vida más sano, comas mejor y que pierdas peso si ese es tu deseo. Pero un coaching nutricional no te pone una dieta, eso es cosa del nutricionista, lo que hace es buscar las fórmulas para que no te saltes esa dieta en el día a día y puedas alcanzar tu objetivo.

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