Lo había hecho en varias ocasiones. Amaia Montero, la vocalista de La oreja de Van Gogh –que fue sustituida por Leire Martínez- dejaba las redes sociales y volvía con fuerza pasado un tiempo. Pero los vaivenes le pasaban factura y hubo un día en el que no aguantó más. Se cansó de la pregunta que llevaba años persiguiéndola sobre qué se había hecho en la cara y de sentir que vivía una situación de acoso en nuestro país.
Así que colgó el cartel de “hasta luego” en sus redes (despedida que no ha cumplido del todo) y se dedicó en cuerpo y alma al yoga, que le cambió la figura y la vida . Entonces el público se centró en averiguar cuál era el secreto de Amaia para haber experimentado ese cambio físico tan brutal (y tan exprés) . Porque la vasca seguía dejando pistas por Instagram, como cuando la vimos pocas semanas después del anuncio enfundada en un vestido negro que demostraba una pérdida de peso notable. Y ella solo sonreía.
Tuvimos que esperar hasta el verano para ver fotos actuales de Amaia Montero que, hasta ese momento, tiró de archivo. /
La mayoría de las fotos que mostró en los meses sucesivos a aquel “hasta luego” eran fotos de archivo, pero lo que nos tenía reservado a la vuelta del verano era una Amaia que empezaba a sentirse fuerte y segura y que, poco a poco, iba recuperando el control y digiriendo la cantidad de críticas que había soportado en los últimos tiempos.
Vídeo. Famosos que han tenido depresión y ansiedad
Relajada y presumiento de abdominales, así empezamos a ver a Amaia a finales del año pasado en su cuenta de Instagram. /
Mandaba mensajes guerreros avisando de que estaba levantando el vuelo, como aquel “la que cuando todo se hundió, lo usó de munición”, que acompañaba a una foto en la que muchos creyeron ver un exceso de Photoshop. Pero no. Lo que había era una exposición mucho más controlada a las redes sociales, un aislamiento forzado en parte por la cuestión sanitaria y voluntario en otra y una apuesta firme por el yoga y la meditación.
Su cuenta de Instagram fue la única vía de comunicación que mantuvo abierta con sus seguidores durante este periodo de desintoxicación digital /
Ahora, poco más de un año después, tras haberse refugiado en su País Vasco natal junto a su hermana (la artífice de todas esas fotos que vimos durante el confinamiento con el mismo fondo blanco) parece que ha conseguido esa calma que tanto necesitaba. Solo hay que fijarse en la última foto que ha publicado en la que, haciendo el gesto de un corazón con los dedos, le dedica a sus seguidores un “os quiero” en mayúsculas.