Por qué respetar el descanso es la clave para mejorar la productividad (y las empresas tendrán que aceptarlo)

La obsesión por alargar los picos de productividad ha traído un beneficio inesperado: la desconexión es el nuevo gran aliado del empleado del mes.

Hay personas que prefieren dejar de lado su vida personal en aras de su trabajo.

Marita Alonso
Marita Alonso

La denominada hustle culture, es decir, la pleitesía al trabajo desmesurado , se ha convertido en el caramelo preferido de las plataformas de streaming, que han encontrado en la oda a la adicción al trabajo un filón, aprovechando que el desgaste laboral es el término del momento. Desde The Dropout (Disney+), donde la niña bonita de Silicon Valley, Elizabeth Holmes, no duda en dejar de lado su vida personal en aras de un fallido proyecto empresarial que embaucó a grandes fortunas, hasta Separación (Apple TV+), cuyos personajes se someten a una intervención para separar de sus mentes el trabajo y el ocio, la televisión nos recuerda los sinsabores del culto al trabajo.

Imagen promocional de la serie WeCrashed (Apple TV+) / D.R.

Entonces, pese a conocer sus consecuencias, ¿por qué demonios seguimos trabajando en exceso? ¿Podrá la mentalidad headspace vencer al material laboral de Elon Musk? «Como nos encanta que la gente piense que nos va de fábula, trabajamos de más para intentar aumentar nuestros ingresos. También hay que tener en cuenta la presión social: si en una empresa todo el mundo trabaja horas de más, es difícil romper el patrón. Una solución práctica es tener un calendario específico para el trabajo.

Suena trivial, pero una de las razones por las que a la gente le cuesta decir que no es porque no encuentra una excusa poderosa. Decir «como puedes ver en mi calendario, tengo mucho trabajo» es mejor respuesta que «estoy muy ocupado»... ¿no?», razona Rick Pastoor, autor de El método Grip (Roca Editorial), el libro de autoayuda laboral más vendido en los últimos años en toda Europa. El concepto emergente optimal busyness habla del periodo en el que alcanzamos el máximo rendimiento, un paréntesis temporal de excelencia productiva que nos hace sentir profesionales, eficientes y dueños de nuestro tiempo.

El método Grip, de Rick Pastoor.

El problema es que, al intentar estirar este frágil periodo de duración limitada, terminamos por trabajar en exceso. Pastoor cree que la clave para dominar nuestra vida laboral radica precisamente en controlar el tiempo, creando una serie de rutinas y sistemas que ir revisando y modificando.«Así seremos conscientes de qué extras necesitamos, dónde apretar el acelerador y cuándo frenar. No creo que exista un nivel óptimo que se mantenga. En algunos momentos somos capaces de hacerlo todo, pero en otros nos dedicamos a recargarnos, por lo que depende de nosotros conocernos y saber en qué momento nos encontramos», asegura.

Alejandro Cencerrado, autor de En defensa de la infelicidad (Destino), cree que hemos pasado por alto que la capacidad para concentrarnos es limitada. «Los países en los que menos horas se trabaja son los más productivos, pero aquí mucha gente teme salir a su hora por miedo al qué dirán, algo que afecta a la ansiedad, que se ve favorecida por el exceso de horas de trabajo. Pero no solo el trabajador ha de cambiar las cosas: es vital que los jefes modifiquen su mentalidad y aprendan que pasar más horas en la oficina no quiere decir trabajar más. Vivimos en una sociedad en la que la desconfianza en el ámbito laboral es nuestra enemiga».

Fotograma de Succession (HBO+) / D.R.

Pero las empresas ya se ha puesto en marcha para defender el bienestar del trabajador, según Nuria Taulats, Talent & Development EMEA en Deutsche Bank España. «Para que cualquier empleado sea productivo de forma sostenida en el tiempo es necesario que, además de un entorno de trabajo saludable, tenga cierto bienestar en todos los niveles, y es necesario que haya equilibrio entre todos. El descanso y el tiempo libre son imprescindibles para el bienestar físico, mental y social. Un empleado que se cuida y se preocupa por estar bien podrá ofrecer su mejor versión también en el trabajo, optimizando así su productividad», asegura.

Por eso las empresas están aprendiendo a valorar no solo el resultado del trabajo, sino también a los trabajadores que se preocupan por el descanso. Frente a la cultura de las horas extra, cada vez son más los que reclaman su tiempo libre y una identidad más allá de la ligada al mundo laboral. Desde activar una respuesta automática en Whatsapp fuera del horario de trabajo hasta enorgullecerse de considerar al oficio como poco más que la fórmula para pagar el alquiler, poco a poco se asientan nuevas formas de abandonar el culto al sobretrabajo.

«La influencia americana nos ha hecho pensar que nuestro valor depende de nuestro trabajo, algo que hemos interiorizado por la creencia en la meritocracia. Sin embargo, nos hemos dado cuenta de que la vida tiene demasiadas incertidumbres como para pensar que todo depende de nuestro esfuerzo», asegura Alejandro Cencerrado, que considera necesario que las empresas valoren a sus empleados más allá de su capacidad de producir.

«Pensar que somos productivos para nuestras organizaciones puede hacernos sentir bien en nuestros trabajos; sin embargo, hay una finísima línea que separa la sensación de sentirse útil y sentirse utilizado. Ese es el gran problema en nuestras empresas. Esta sutil diferencia es la gran clave en el bienestar de la población trabajadora», explica en su libro.

La clave para alcanzar el bienestar laboral y la ansiada ocupación óptima radica, contra lo que pudiera parecer, en adoptar una mentalidad defensora del «out of office». Cuando seamos capaces de ignorar hasta el lunes a las nueve de la mañana los correos enviados a deshora, estaremos más cerca de conocer el verdadero secreto de la productividad: aprender a descansar.

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