El último libro de Pablo D'Ors habla de la devoción. / /
Empecemos por el final. Pablo D'Ors acaba su nuevo libro recreando un cuento de Borges: «Se encuentran Caín y Abel milenios después del Edén. ¿Qué tal estás?, le pregunta Abel a Caín. ¿No te acuerdas de que te maté?, le responde este. No -contesta el primero-, pero me acuerdo de que eres mi hermano». Leyenda, su título, le sirve al maestro espiritual para explicar que «quien cultiva la luz lo que termina por descubrir es que solo ella existe, quedando cancelado todo lo demás».
Leerle, y también escucharle, es ya estar en un retiro, meditando. O embarcados en un viaje hacia el silencio . Hay algo siempre bíblico en sus palabras. D'Ors (Madrid, 1963) tiene mucho de maestro y de predicador a la vieja usanza. Y no precisamente en el desierto, aunque sea algo tan suyo, ya que sus seguidores se cuentan por miles.
Esta vez ha versionado El peregrino ruso, el relato de las andanzas de un joven campesino que emprende una existencia errante en busca de un maestro que le enseñe a orar sin interrupción. Se trata de un clásico del cristianismo ortodoxo y de la práctica contemplativa hesicasta, la del Monte Athos, que vio la luz en 1865 y cayó en sus manos a los veinte. Lo ha alargado y ensanchado con un breve ensayo. El conjunto se llama Devoción (Galaxia Gutenberg).
Por su parte, confía en suscitar en algún lector algo parecido a lo que ciertos autores y sus libros despertaron alguna vez en él. Se refiere, por ejemplo, a Los ojos del hermano eterno, de Stefan Zweig; a Stoner, de John Williams, o a El canto del pájaro, de Anthony de Mello. No podemos olvidarnos de la Introducción a la vida angélica, del filósofo Eugenio D'Ors, su abuelo. Ni de El juego de los abalorios, de Herman Hesse, del que es devoto.
El autor suele despertar pasiones, o tal vez tendríamos que decir fervores. Pasó con su Biografía del silencio, un texto sobre la meditación que obró el milagro editorial y se convirtió en bestseller; más de 350.000 copias vendidas. Y lo mismo con su Biografía de la luz, una relectura del evangelio escrita desde una perspectiva cultural, no confesional, y alabada por el mismísimo Papa Francisco. Este es el terreno en el que el sacerdote y fundador de la red de meditadores Amigos del Desierto se desenvuelve como pez en el agua. Aguas oceánicas, eso sí; abrazándolo todo.
Pablo D'Ors acaba de publicar Devoción. / /
Ahora, en Devoción nos presenta al peregrino ruso, a quien retrata como uno de esos locos de Dios de quienes es el reino de los cielos. No tiene, adelanta, nada de cándido o simplón como el soldado Švejk, el personaje del checo Jaroslav Hašek. Ni de nuevo idiota al estilo de Dostoievski. Lo que pasa, precisa, es que «no nos identificamos ni con sus tribulaciones, ajenas a nuestra ajetreada vida, ni con su temperamento, acaso demasiado ingenuo para nuestra refinada sensibilidad».
En el fondo, viene a decir D'Ors, «nosotros también peregrinamos, cada cual en sus circunstancias, en busca de lo más genuino». Más aún: «También nosotros, aprendices de místicos y de poetas, intuimos que lo esencial se juega dentro y que, en consecuencia, la plenitud a la que aspiramos está aquí y ahora ».
El autor, que imparte conferencias y retiros por España y Latinoamérica, entendió pronto que hay más verdad en todas las religiones juntas que en una sola. Es decir, que «la vivencia interior de los místicos cristianos es sustancialmente la misma que la de los místicos sufíes, la de los yoguis del Himalaya o la de los budistas iluminados ». Para Pablo D'Ors está claro: «La verdadera espiritualidad no tiene fronteras».
Es un pensamiento que gotea sobre todos sus libros: Los contemplativos, Entusiasmo o ese otro que le sirvió para ensalzar la proverbial figura de Charles de Foucauld, El olvido de sí. Con este que viene ahora, abre una puerta «a ese reino interior donde nos espera lo que realmente somos». Porque, como suele señalar, «tu yo profundo está esperando a tu yo superficial para darle un abrazo».
En este campo, el del crecimiento personal y el cultivo de la interioridad, propone la meditación integral. ¿Cómo? Incorporando «toda la sabiduría referida al autoconocimiento de otras tradiciones espirituales en la propia tradición madre». Lo fundamental es que «abarque todas las dimensiones del ser humano: la corporal, la emocional, la cognitiva y la contemplativa». Aclara que «la trascendencia del ego no se lleva a cabo en el aislamiento, sino en los atascos de tráfico, por ejemplo, cuando un impaciente te toca el claxon». Trascender es palabra clave.
Pablo D'Ors propone la meditación integral. / /
Pablo D'Ors fue un niño devoto, un adolescente atraído por la meditación y el orientalismo que llegó a soñar con un viaje al Tíbet. Así que cultivó la filosofía y la teología incluso antes de ir a la universidad. El ahora maestro fue discípulo del filósofo claretiano Antonio S. Orantos, que le enseñó que la vida iba en serio; del teólogo benedictino Elmar Salmann, de quien aprendió que el humor es la manera más elegante y eficaz de practicar la humildad, y del jesuita Franz Jalics, gracias al que supo que no hay que tomarse a uno mismo ni en serio ni en broma, simplemente no hay que tomarse. Fin del ego.
«Vivimos estresados, incapaces de parar, histéricos o deprimidos, desplazándonos de aquí para allá sin ton ni son». Nos pasa, asegura D'Ors, porque no estamos alineados con el amor . A su parecer, tenemos que volver a los mandamientos, a Dios. De ahí estas 10 enseñanzas para el buscador espiritual:
1. Escucha y ponte en camino. Es preciso estar muy abierto al aprendizaje y, sobre todo, irse desprendiendo de todo prejuicio. Si nos ponemos en camino, el camino se hace en nosotros.
2. Busca y encuentra un maestro, no puedes recorrer la senda tú solo. Lo decisivo es que en su presencia sientas paz, amor y alegría, y que te impulse a ser mejor.
3. Obedece las pautas que tu maestro te proponga con buen ánimo y fidelidad. Dale un voto de confianza para así verificar la eficacia de sus enseñanzas. Apunta siempre al fondo de las cosas, el amor. Eres Cristo, o Buda, si amas al prójimo como a ti mismo.
4. Comprende que la visión materialista está equivocada. Es el espíritu de la vida quien lo concede todo. Accedes a la conciencia de esa energía vital gracias al cultivo de la atención, que entrenas en la meditación y los quehaceres de la vida cotidiana, pues ninguna actividad es en sí mejor que otra.
5. Date cuenta de que todos los obstáculos no son, en realidad, impedimentos para hacer el camino, sino el camino mismo. Piensa que cualquier sufrimiento que te sobrevenga es emocional, físico o sentimental, pero que tú estás llamado a una vida espiritual.
6. Mira breve y amorosamente cualquier pensamiento nocivo o emoción malsana en cuanto te asalte. Sustituye lo oscuro con lo luminoso: una afirmación positiva, una jaculatoria (mantra) o una simple respiración consciente que te conecte con tu corazón.
7. Mantente sereno pase lo que pase. Respeta todo lo que suceda en el exterior sin, de entrada, reaccionar o intervenir. Autorresponsabilízate de lo que sientas por dentro.
8. Comprende que la muerte no existe, puesto que la vida es inmortal. Percibe que a cada instante morimos a lo que no somos, pero lo que en el fondo somos permanece inalterable.
9. Cumple los preceptos, que son como nuestra segunda naturaleza. Si vives conforme a un código moral claro, comprobarás cómo la vida te sonríe, pues todo lo que ves fuera es un espejo perfecto de lo que tienes dentro.
10. Dedica tu tiempo a Dios y ama a tus semejantes como a ti mismo, porque eres tú mismo. Siente cómo el alma es el deseo de hacer el bien, y disfruta del hecho de vivir para crecer y servir.
20 de enero-18 de febrero
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