¿Tu hijo no puede estar quieto, no se concentra, se cae de la silla, interrumpe todo el rato, es muy inquieto, no entiende de límites ...? Puede ser una sintomatología habitual en niños pequeños, pero lo que antes se consideraba ser un niño movido puede esconder detrás de sí una condición neurobiológica que necesita de cierta atención profesional.
Los expertos de la plataforma de psicología online Buencoco nos han dado ciertas pautas para entender qué es el TDAH y cómo diferenciarlo de un comportamiento habitual en el desarrollo de los niños. «Por lo general, se diagnostica a partir de los siete años, momento en el que los síntomas tienden a estabilizarse lo suficiente como para determinar si existe un problema real o si los síntomas son parte de una fase evolutiva normal«, nos han asegurado.
Los niños con TDAH enfrentan desafíos continuos tanto en el entorno escolar como social debido a su dificultad para mantener la concentración, controlar los impulsos y regular su nivel de actividad, tanto en el ámbito académico como en sus relaciones sociales.
«Los alumnos con TDAH pueden actuar sin pensar, tener dificultades para esperar su turno o interrumpir las conversaciones en clase. Además, pueden mostrarse inquietos o excesivamente activos en situaciones que requieren tranquilidad y concentración«, nos informan los expertos.
«En el hogar, estos niños pueden enfrentar desafíos similares, como dificultades para seguir rutinas, completar tareas domésticas o escolares sin distracciones constantes. Su impulsividad puede llevarlos a tomar decisiones precipitadas o a tener comportamientos disruptivos, lo que a menudo genera conflictos familiares. Además, pueden experimentar problemas para conciliar el sueño o relajarse, lo que afecta su estado de ánimo y su capacidad para manejar el estrés«, continúan.
No siempre es fácil, pero quizá lo ideal es estar atentos a ciertos patrones de comportamiento para que sea un profesional quien lo diagnostique. Según los expertos de Buencoco, a pesar de que los síntomas pueden variar, suelen agruparse en tres características principales: inatención, hiperactividad e impulsividad.
1. Síntomas de inatención: incluyen dificultad para mantener la concentración en tareas o juegos, distracción por estímulos irrelevantes, olvidos frecuentes, problemas para seguir instrucciones y completar tareas, desorganización en actividades y evitación de esfuerzos mentales prolongados.
2. Síntomas de hiperactividad: se manifiestan con movimientos constantes como correr o trepar inapropiadamente, incapacidad para participar en actividades de manera tranquila, habla excesiva, movimientos constantes en el asiento e inquietud manifiesta en manos, pies o retorciéndose en el asiento.
3. Síntomas de impulsividad: incluyen acciones precipitadas sin considerar las consecuencias, interrupción de conversaciones o juegos de otros niños, dificultad para esperar su turno en situaciones grupales y respuestas impulsivas en conversaciones, a menudo antes de que se complete la pregunta.
Seguro que al leer esta sintomatología has identificado ciertos patrones de comportamiento. Sí, los niños que no tienen TDAH también pueden cumplir alguna de las pautas expuestas, lo que no tiene por qué significar que le vayan a diagnosticar con esta problemática.
A día de hoy, aún no se comprenden plenamente las causas de este trastorno, pero la investigación ha identificado varios factores que pueden contribuir a su desarrollo. Algunos estudios aluden a un componente hereditario, sugiriendo que ciertas variantes genéticas pueden aumentar el riesgo de TDAH, aunque la relación exacta sigue siendo objeto de investigación.
A nivel neurológico, se ha observado que los cerebros con TDAH a menudo muestran diferencias en la actividad y estructura, especialmente en áreas relacionadas con la atención y el control de impulsos. Asimismo, se ha relacionado con un retraso madurativo de ciertas áreas cerebrales, lo que puede afectar las habilidades de autocontrol y atención, así como con deficiencias en funciones ejecutivas como la planificación y organización.
Según los expertos de Buencoco, desde el punto de vista de la psicología, los tratamientos psicológicos multimodales son los más efectivos, lo que incluye varios focos de actuación: psicoeducación, psicoterapia cognitivo-conductual, adaptación escolar y educación familiar.
1. Psicoterapia cognitivo-conductual (TCC): este tratamiento sirve para ayudar a los niños a identificar y cambiar pensamientos y comportamientos negativos asociados con el TDAH. Los psicólogos pueden trabajar con los niños para desarrollar habilidades de autorregulación, mejorar la atención y la organización y reducir la impulsividad.
2. Educación familiar: involucrar a los padres en el proceso terapéutico puede ser beneficioso para ayudarles a comprender y manejar los desafíos asociados con el TDAH de su hijo. La terapia familiar puede proporcionar apoyo emocional y enseñar estrategias efectivas de crianza, establecer límites y mantener una estructura y rutina consistentes en el hogar.
3. Adaptación escolar: adaptar el entorno educativo para satisfacer las necesidades individuales del niño con TDAH puede ser crucial. Esto puede incluir modificaciones en el aula, como asientos cercanos al maestro, tiempos de descanso programados y estrategias de organización específicas.
Para que el tratamiento del TDAH de resultados es fundamental detectarlo lo más temprano posible y realizar un estudio individual de la situación de cada niño. «La colaboración y comunicación entre la familia y el centro educativo, son esenciales y brindará un apoyo integral y efectivo«, nos han asegurado los expertos de Buencoco.
20 de enero-18 de febrero
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