vivir

¿Qué es tener una mente “sexy”?

Sólo una mente erótica reconoce con facilidad a otra. Dicho de otra forma; el cultivo de la propia es la mejor garantía del descubrimiento de otras… Y eso siempre empieza por pensar un poco más en los demás

Una mente erótica. / getyy images

Valérie Tasso
Valérie Tasso

Son frecuentes las ocasiones en las que a una se le cae el alma a los pies en cuanto aquella persona que le despertaba cierta avidez erótica empieza a hablar. Aunque también es cierto que se puede dar el caso contrario; alguien en quien ni te habías fijado empieza a manifestarse y te enciende como una tea. Y es que los elementos electivos que valoramos para intentar un “asalto” a alguien son variables, progresivos y casi siempre simbólicos; su físico, su aspecto, sus maneras… y el más erotizante de todos; su mente.

Dicho así, parece que recurrimos al tópico ese de “ la belleza interior” (que suele ser el relato, como una especie de “consuelo”, de los/las no muy agraciados/as “exteriormente”), pero en el caso del erotismo, no hablamos de belleza ni de interior, pues precisamente lo que requiere una mente erótica es la “apertura”, su posibilidad de proyectarse y proyectar mundos posibles, de abrirse hacia el afuera del sí mismo (de su ensimismada “interioridad”).

Lo de “ follarse mentes y no cuerpos” es otra apreciación que no debería caer nunca en balde. El cuerpo es la superficie receptora y un territorio geográfico de exploración, estimulación y referencias de capital importancia pero, sin el acicate de “abrir” esa mente que le da paisaje, nos acercamos peligrosamente al cohabitar con una muñeca hinchable. No es por tanto baladí el afirmar que nuestro órgano erótico por excelencia no es el clítoris sino la mente; la mente que debe interactuar, desvelar y también “someter” y dejarse “someter” por otra mente. Los antiguos griegos (en nuestra civilización, los sujetos eróticos por excelencia) lo tenían claro; sólo desde la atención de uno mismo podía uno desplegar todo su potencial colectivo, su capacidad política… su virtud erótica. De ahí que cultivaran con ahínco dos principios simples que todavía arrastramos, pero ahora con finalidades distintas; el “ conócete a ti mismo” (que se podría sintetizar en la máxima délfica y socrática de “gnóthi seautón”) y el “ cuidado de ti mismo” (que se englobaría en la ascesis –en el “ejercicio” -de la “epimeleia heautou”). Hoy, estos dos principios los hemos convertido en una especie de reivindicación para centrarse en el “yo”, priorizando las propias apetencias sobre las necesidades colectivas en una especie de narcicismo engreído y siempre competencial (ser un virtuoso egoísta y pasarse el día en el gimnasio), pero su función original era otra; saber quién éramos y desplegar nuestras propias potencialidades con el único objetivo de aportar algo a lo colectivo y de conocer, por tanto, de la mejor manera posible, el exigente arte de vincularse con los demás (y tener con ello una mente erótica…”sexy”).

Una mente sexy es la que sabe asombrarse sin descomponerse, y propiciar los afectos oportunos

Si tuviéramos que establecer una categorización “tipo” o generalizada (cosa que, en el terreno de nuestras sexualidades, es un ejercicio un poco frágil) de lo que es una mente sexy, diríamos, por lo tanto, que es aquella que mantiene siempre engrasadas sus aperturas. Es la que domina la gestión de las simpatías, la que sabe propiciar los afectos oportunos, la que sabe asombrarse sin descomponerse, la que proyecta creativamente y sin desvelos posibilidades, la que sabiendo estar sola no reniega nunca de “afectarse” por las otras, la que sabe ensamblar sin desánimo y escuchar con atención… Y la que no se conoce con la ayuda de un guía turístico en una visita guiada. A conformar ese tipo de estructura existencial ayuda, sin duda, la cultura, pero entendiendo por ésta no la compilación de datos más o menos eruditos sino el poso sapiencial que da el cohabitar con otros humanos (y cohabitar con la premisa ética de la cooperación y no de la competencia). Cuando nos encontramos con una mente así (y no están los tiempos y el paisaje como para que florezcan muchas), es más que probable que se produzca en nosotras el acontecimiento por excelencia del encuentro erótico. Sentimos una necesidad difícilmente refrenable de asociarnos a ella, de proyectar con ella, de explorarla y de explorar los posibles mundos que posee.

Las imposturas: ciertas psicopatologías y el dinero

Pero también existen imposturas y trampas que dificultan el reconocimiento de una mente erótica, al menos dos; ciertas psicopatologías y el dinero. Estados hipertímicos en los que cualquier cosa parece posible y contagian esa irreal sensación del “todo está a tu alcance” o el que los abundantes recursos económicos de un sujeto den la impresión de que, con él, todo es posible, puede resultarnos atractivo (eróticos), pero son recurrentes mimetizadores de una verdadera mente erótica que nos pueden llevar a engaño y que pueden propiciar lo antitético; una excesiva euforia y hambre por comerse el mundo suele aposentarse en los cimientos de una honda melancolía y de nada sirve un viaje exótico a las Seychelles si en el individuo no existe lo abierto de una mente erótica que le permita el asombro y la profundización de la experiencia. Distinguir el cartón en esos escenarios no es en ocasiones tarea fácil. El mejor recurso es siempre aquel que se desprende de aquel principio de teoría del conocimiento que anuncia que sólo lo semejante conoce lo semejante… Sólo una mente erótica reconoce con facilidad a otra. Dicho de otra forma; el cultivo de la propia es la mejor garantía del descubrimiento de otras… Y eso siempre empieza por pensar un poco más en los demás.

Además...

  • Cómo mejorar tu sexualidad según tu signo zodiaco

  • Tener sexo una vez a la semana retrasa el envejecimiento

  • El mito del “empotrador”

Temas

Sexo Pareja Mujer

20 de enero-18 de febrero

Acuario

Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

¿Qué me deparan los astros?