Amber Heard
Es la patata caliente que certifica la defunción del #MeToo y su poderío en defensa de las mujeres víctimas de violencia sexual . Nadie se atreve a cobijar a Amber Heard , la actriz que se casó, se drogó y se pegó con Johnny Depp , acusado tras el divorcio de violación y maltrato físico y psicológico . Quién puede dar la cara por una actriz hierática que no juega el papel de la víctima , sino que se ríe del adorado Depp, se viste como él para ridiculizarle y miente descaradamente, al prometer que donaría el dinero que obtuvo en su acuerdo de divorcio y no hacerlo. ¿Por qué no gime, no llora ni suspira mientras relata sórdidos episodios que parecen sacados de la biografía no autorizada de Courtney Love y Kurt Cobain?
Los dos relatos testificales que han llegado a los medios de comunicación retratan una pareja al menos disfuncional , por utilizar un eufemismo. En 2016, Amber Heard pidió el divorcio de Johnny Depp tras 15 meses de matrimonio y cinco de relación. A su petición judicial añadió una orden de alejamiento , una alarma que se apagó con un acuerdo de 7 millones de dólares . "Soporté un abuso emocional, verbal y físico excesivo por parte de Johnny, incluyendo agresiones furiosas, hostiles, humillantes y amenazantes cada vez que cuestioné su autoridad o no estuve de acuerdo con él", sostuvo entonces la actriz, mientras él negaba y pagaba.
En junio de 2018, el periódico británico The Sun publicó un artículo en el que llamaba maltratador de mujeres a Johnny Depp en el titular. El actor demandó a los editores, Heard testificó y pudo contar su versión y el actor perdió hasta la posibilidad de apelación. Seis meses después, en diciembre de 2018, Amber Heard escribió un artículo sobre el maltrato en The Washington Post presentándose como víctima de abuso doméstico y revelando que había perdido contratos por denunciarlo. No mencionaba a Depp, pero este le demandó por difamación . Aducía daños (cancelaciones de películas) por valor de 40 millones de dólares y pedía 50 millones. En contestación, la actriz le contrademandó por 100 millones de dólares .
En este juicio que hemos visto en streaming, Depp ha contado que Heard le dio un puñetazo, defecó en su cama y casi provoca que le amputen un dedo al tirarle una botella de vodka. Amber Heard acusa al actor de abusar de ella en múltiples ocasiones, violarla con un botella , obligarla a hacerle sexo oral, someterla a "registros de cavidades" en busca de drogas y amenazarla de muerte, entre otras cosas. Es cierto: Amber Heard no produce la imagen de la perfecta víctima ni de lejos. Sin embargo, hace cuatro años sí habría encontrado un medio ambiente viral favorable.
La defensa de Amber Heard, ridiculizada en programas de máxima audiencia en Estados Unidos, carne de meme, mofa y burla y prácticamente lapidada a golpe de hashtag en las redes sociales, resulta más urgente que nunca. "Parece estar suplicando por una humillación total y global", dictaminó Johnny Depp en un correo electrónico a su abogada que ha trascendido en el juicio. "¡Se va a estrellar contra una pared!", predijo, acaso pensando en la defensa cerrada que iban a hacerle sus fans. Efectivamente, el mundo se ha puesto en contra de Amber Heard , pese al aval judicial. Aviso a navegantes: el cantante Marilyn Manson también ha demandado por difamación a la actriz Evan Rachel Wood , la más famosa de las mujeres que le acusan de maltrato y abuso sexual .
En la metáfora que retrata al feminismo como una ola, a cada pleamar le sigue un ‘backlash’ o retroceso que trata de recuperar algo de terreno perdido. Susan Faludi describió cómo la liberación de la segunda ola feminista se contraprogramó en los años 80 desacreditando a las mujeres que trataban de labrarse una carrera profesional (con el cliché de las malas madres , por ejemplo). El actual desamparo feminista de Amber Heard puede entenderse como un síntoma de una nueva bajamar o, en las interpretaciones menos azucaradas, como parte de una verdadera contrarreforma que aspira a algo más que a aprovechar la inercia pendular. Ya se habla de una tradicionalista vuelta atrás hacia fondos y formas que nos llevarían a los años 70 o más atrás. Cuando la violencia, el abuso y la postergación se vivía en silencio y la posibilidad de que el sistema fuera injusto, inherente y estructuralmente injusto al menos con la mitad de la población, ni se planteaba.