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Durro: el pueblo medieval de 79 habitantes que es Patrimonio de la Humanidad y merece una escapada

Durro, una pequeña localidad del Vall de Boí en Lleida, pertenece, desde el 1 de enero, a la asociación 'Los pueblos más bonitos de España'. Pero esa no es su única medalla. Su conjunto arquitectónico es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde hace 20 años. Un destino perfecto para escaparse en cualquier época del año.

Sant Quirc romanesque hermitage. Durro. Vall de Boi (Boi Valley). Lerida. Catalonia. Spain

Su ingreso en la asociación de 'Los pueblos más bonitos de España' se consumó hace solo unos días. Durro , en Vall de Boí,  es junto a Trevélez (Granada), Arties (Lleida), El Burgo de Osma (Soria) Castrojeriz (Burgos) o Garòs (Lleida) una de las seis nuevas localidades que el pasado 1 de enero entraron a formar parte de la conocida organización de destinos rurales con encanto. Por eso, si uno de tus propósitos de año nuevo es viajar más en 2023, cualquiera de estos pueblos es perfecto para una escapada de fin de semana . Pero hoy nos fijamos en Durro. Por varias razones. Pero, sobre todo, por una curiosidad: ¿cómo un pequeño pueblo de apenas 80 habitantes forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO?

Los amantes del románico lo saben perfectamente: el Vall de Boí , situado en el Pirineo de Lleida, se distingue por sus bellas iglesias románicas , pero también por sus pueblos de calles empedradas, casas de piedra con tejados de pizarra y chimeneas humeantes en invierno que combinan con un paisaje verde y frondoso, salpicado de caballos y alguna vaca.

Vall de Boí, la meca del románico

En el año 2000, la UNESCO quiso distinguir la zona concediendo a su patrimonio artístico , compuesto por ocho iglesias y una ermita construidas entre finales del siglo XI y mediados del XII , el estatus de Patrimonio de la Humanidad. Sus pinturas murales también famosas, pero la mayoría se exhiben en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC) o el Museu Episcopal de Vic.

Y de todas sus localidades Durro , citada en documentos del siglo XI y situada a 1.300 metros de altitud, es, quizá, la más pintoresca de todas . Aunque apenas tiene 79 habitantes, entre sus calles destaca la Iglesia de la Nativitat , con su imponente campanario de seis pisos y su retablo barroco, pero también la cercana ermita de Quirc , que corona una colina próxima al pueblo.

Otras localidades que merecen una visita en la zona son Taüll (allí está la iglesia más emblemática de todas, la de Sant Climent), Barruera , Erill la Vall, Boí o Cóll. Entre todos los municipios del valle apenas suman 1.000 habitantes . Visitar las ocho iglesias y la ermita es posible en un solo día, pues los pueblos están cerca unos de otros.

Senderismo, esquí y aguas termales

Pero el románico no es el único atractivo del Vall de Boí . La oferta es de lo más variada. Desde el senderismo (que se puede practicar en el cercano Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici) y la bici de montaña, hasta el esquí (la estación de Boì-Taüll tiene buena de nieve y no está excesivamente masificada) o el descenso de barrancos y el parapente, para los más intrépidos. Aunque si lo que buscas en relajarte, siempre puedes alojarte en el balneario Caldes de Boí y disfrutar tanto de sus aguas termales como de sus tratamientos.

Aunque en Durro hay tres pequeños alojamientos rurales (como Casa Garrabet) una de las mejores opciones para dormir en la zona (pero también para comer) es el hotel Terra Bonansa, un alojamiento ecológico de diseño y construcción bioclimática que, en los días de nieve, parece salido de una postal y que cuenta con un restaurante, un spa y unas increíbles vistas al valle . Para comer, Casa Xoquin , en el mismo pueblo de Durro, siempre es una garantía de estómago satisfecho, igual que La Granja (Erill la Vall) o El Ventador , en Barruera.