La mejor manera de ir adquiriendo responsabilidades en la propia actividad profesional es proponérselo. De hecho, mucho mejor que encontrarse con ascensos que, todo puede ser, no encajen exactamente en nuestras aspiraciones y planes laborales. Siempre es interesante comentar qué formaciones adquirimos de cara a esos hipotéticos ascensos, exponer claramente los deseos de ser jefa y preguntar abiertamente las posibilidades reales que tenemos de conseguirlo. Y, aún así, existen cuestiones colaterales relativas a la maduración personal y profesional que llevan su tiempo. La ambición no es suficiente.
Los expertos en recursos humanos advierten muchísimo sobre los ascensos prematuros , un premio a los buenos resultados o a la consecución de objetivos que puede pillar a los profesionales aún verdes para mandar. Uno de estos caramelos envenenados puede obligarte a madurar a marchas forzadas, pero también terminar en una zancadilla difícil de superar. Por eso, ante la posibilidad de un ascenso, conviene hacerse tres preguntas antes de decir que sí.
1. ¿Qué es lo que más te interesa del ascenso? Una encuesta reciente realizada a cargos intermedios en empresas estadounidenses desvelaron que el 60% de los jefes millennial habían aceptado su ascenso para mejorar su salario o avanzar en su carrera profesional. No es la mejor razón para hacerlo , sino la clave de tantísimas carreras estancadas en la zona media-baja de la jerarquía corporativa. De hecho, la clave del éxito de estas posiciones no está en el brillo personal, sino en la capacidad para liderar equipos y hacer que otros empleados brillen. Y, por descontado, en la eficiencia a la hora de llevar a cabo tareas administrativas que, de hecho, son la imprescindible fontanería de cualquier actividad.
2. ¿Cómo evalúas tu desempeño profesional actual? Es una inteligente apreciación de Bob Marsh, ejecutivo en Bluewater, una compañía de software estadounidense. Para liderar equipos, aunque sea en el nivel más bajo de la escala corporativa, es imprescindible contar con el respeto de los compañeros y con ese grado de éxito que requiere la autoridad . Si no has destacado como empleado, es difícil que el equipo asuma con seriedad y sin críticas las órdenes que vas a tener que dar. Moraleja: di no a los ascensos regalados y céntrate en lograr esos objetivos que pueden suscitar la admiración de los demás.
3. ¿Tienes un talante constructivo a la hora de relacionarte? Si tienes un carácter eminentemente crítico, te gusta ir por libre o te cuesta amoldarte a las reglas que fijan otros, quizá debas reconocerte como un espíritu libre. Desafortunadamente, un cargo medio no suele disfrutar de demasiada libertad, al contrario. Su tarea fundamental es motivar a su equipo, con lo que debe estar permanentemente conectado a ellos, y satisfacer a sus clientes y a sus superiores, un doble sometimiento que le ata, y bastante, las manos. De hecho, tendrá éxito si se emplea a fondo a la hora de construir relaciones de confianza y con una excelente comunicación en todos los frentes. Así lo dice Bob Marsh: "No te puedes esconder en tu propio mundo cuando eres jefe. Debes mostrar un genuino interés por el éxito del equipo y de la compañía. Esa sinceridad y humildad se premia con creces cuando llega el siguiente ascenso". El de los jefes de verdad.