No entraba en sus planes, pero después de recibir muchas llamadas y de escuchar muchos «piénsatelo» Eva Parera (Barcelona, 1973) se convertía, hace unos días, en la primera mujer candidata a presidir la Federación Española de Fútbol. Muy vinculada al sector, su padre fue director general del Barcelona en los años 80, fundó el primer despacho especializado en derecho deportivo en España antes de iniciar una segunda carrera en la política. Parera ha sido concejal en el Ayuntamiento de Barcelona por Barcelona por el Canvi, diputada en el parlamento catalán por el Partido Popular y senadora en Madrid. Después del terremoto causado por el caso Rubiales , aspira a volver al mundo del fútbol, ocupar el puesto más codiciado y «pacificar» el deporte rey.
Mujerhoy. Su relación con el mundo del fútbol le viene de familia. ¿Cómo se forjó exactamente?
Eva Parera. Cuando yo tenía cinco años mi padre se convirtió en director general del Barça de la mano del presidente Josep Lluis Núñez y estuvo 20 años en el club. Desde pequeñita me contagió la pasión por el fútbol: me llevaba a los partidos y hasta me saltaba las clases para acompañarle en las finales de la Champions.
Creo que hasta le hacía de traductora en las reuniones…
Sí. Mi padre no hablaba bien francés, pero yo sí y cuando organizaba cenas con gente de la FIFA o la UEFA yo le ayudaba haciendo de traductora. Así es como me fue contagiando la pasión no solo por el deporte, sino también por el negocio y la industria del fútbol. Terminé estudiando Derecho y abrí el primer despacho especializado en derecho deportivo de España. Estuve 20 años dedicada al deporte profesional. En concreto, al fútbol y al ciclismo.
¿A qué se dedicaba exactamente?
Fui abogada de la Real Sociedad y del Espanyol, trabajé con el Real Madrid, el Valencia, el Mallorca… Y a nivel internacional colaboré con la UEFA, el Manchester, el Paris Saint Germain o el Chelsea. El fútbol es un mundo muy cerrado, pero una vez que entras, tejes relaciones que perduran en el tiempo. Y yo sigo manteniéndolas.
En esa época debía ser una de las pocas mujeres en las altas esferas del fútbol. ¿Cómo lo gestionó?
Cuando dije en casa que iba a especializarme en derecho deportivo, todo el mundo me dijo: «Ten cuidado: te metes en un mundo muy cerrado, muy complicado, donde apenas hay mujeres». Era un reto, pero tampoco fue difícil. Lo convertí en una ventaja: solo había una Eva y todo el mundo sabía quién era. Nadie me trató nunca mal ni me despreció. Ni por ser joven, porque tenía 25 o 26 años, ni por ser mujer. Me dieron una oportunidad y yo la aproveché demostrando que era una gran profesional.
Después, se dedicó a la política durante más de una década. ¿En qué se parecen la política y el fútbol?
Por desgracia, están muy ligadas. De hecho, yo entré en política de la mano del fútbol, a través del hermano del presidente del Espanyol. Siempre me había encantado. De hecho, dudé entre estudiar Derecho o Ciencias Políticas y terminé escogiendo Derecho aconsejada por el presidente de la FIBA, que me hizo ver que había muchas oportunidades en derecho deportivo y que si después quería dar el salto a la política, sería más fácil que al revés. Y tenía toda la razón del mundo.
¿Tener experiencia política es útil para presidir la federación?
Un presidente de la Federación Española de Fútbol tiene que tener dotes políticas. Tiene que saber relaciones con gobiernos de izquierdas y de derechas y tiene que tener algo que la política te enseña, o debería enseñarte, y es la capacidad de entendimiento, de colaboración y de negociación.
Supongo que presentarse no ha sido una decisión sencilla. ¿Por qué ha dado el paso?
Dejé la política y necesitaba un tiempo de descanso y familiar porque ha sido una etapa muy dura. Pero empecé a recibir llamadas del mundo de la política animándome. Me decían: «La federación está pasando un mal momento, la imagen ha quedado muy tocada, se necesita un cambio, vamos a afrontar un Mundial… Piénsatelo. Además, eres una mujer, es un buen momento…».
Y le fueron convenciendo…
Las llamadas siguieron llegando, esta vez del mundo del fútbol. Me decían que creían que podía conseguir los apoyos y que no había muchas mujeres que pudieran acreditar un currículum como el mío. Aunque al principio pensé que era muy difícil que una candidata externa penetrara en la federación, luego me di cuenta de que tenía más apoyos de los que necesitaba. Ahora estoy viajando, reuniéndome con mucha gente, presentando mis ideas…
¿Cuál diría que es el núcleo de su propuesta?
La idea es intentar reunificar el fútbol. En este momento, todo el mundo está peleado con todo el mundo: la Federación con la Liga, los clubes con la Liga, la FIFA con la Federación… Hay mucho ruido, mucha bronca, mucho follón en los tribunales. Yo vengo a pacificar. Y creo que piensan en mí porque puedo tener una buena entrada con las territoriales, los clubes, la Liga, los futbolistas, los árbitros… Pero tampoco vengo a romper con nada. La etapa Rubiales ha acabado muy mal, pero no todo se ha hecho mal, hay mucha gente válida en la federación.
De momento, solo hay dos candidatos: Carlos Herrera y usted misma. ¿Qué espera de esta campaña?
Puede haber un máximo de seis candidatos, pero no creo que vayamos a ser tantos. Como mucho, habrá dos o tres. No tengo ninguna duda de que el actual presidente, Pedro Rocha, querrá postularse. Mi sueño sería unir a varios posibles candidatos en una única lista. No va a ser fácil porque lo que se está confrontando es el modelo continuista de la era Rubiales. Y Pedro Rocha lleva encima esa losa. Pero lo que yo percibo es que la gente quiere romper con eso.
¿Cómo vivió los días posteriores a la victoria del Mundial Femenino de Fútbol?
Con sorpresa e indignación. Lo primero fue pensar que no hay nada mejor para reivindicar el fútbol femenino que ganar títulos. Eso es mucho más efectivo que las grandes declaraciones. El movimiento se demuestra andando. Y de repente, pasa lo que pasa. Y piensas: ¿cómo se puede cometer un error de imagen tan grave? Para mí lo del pico fue lo de menos. La celebración en el campo fue la continuación de las formas en el palco. Saber estar es imprescindible para alguien que preside una institución tan importante. En lugar de hablarse de la victoria de la selección, la noticia era el comportamiento de Rubiales con una de las jugadoras. Y empieza a desvirtuarse todo.
De todo lo que pasó, ¿qué le pareció lo más grave?
Todo se sale un poco de madre y se genera un conflicto que la federación no sabe gestionar. La comunicación fue un desastre. Lógicamente, se hunde la imagen de Rubiales. Lo siento por él, pero se lo buscó. Y se hunde también la imagen del fútbol español hasta el punto de trasladarse a la FIFA, cosa que es imperdonable. Después de la sorpresa, ¿cómo alguien puede ser tan tonto de comportarse de manera tan soez?, surge la indignación de que nadie sea capaz de atajar eso. De hecho, todavía estamos hablando de ello. Ese es un problema que, sea quien sea el próximo presidente, tendrá que afrontar y solucionar porque sigue habiendo un poso de malestar importante entre las jugadoras.
¿Se ha reunido con ellas? ¿Cuáles son sus planes para el fútbol femenino?
A lo mejor soy políticamente incorrecta, pero siempre he dicho que lo pienso. Además, si le pido el voto a la gente, tienen que saberlo. Aquí hay dos cosas. Primero, son los propios clubes los que tienen que poner en valor e invertir en el fútbol femenino. Hay que reivindicarse a través de los títulos. Los buenos partidos y el espectáculo generan audiencia y eso, a su vez, genera ingresos, atrae a sponsors y empresas… Por tanto: chicas, hay que demostrar que el fútbol femenino puede ser un gran espectáculo y a partir de ahí, la federación va a ayudar a que esté cada vez más cerca del nivel del fútbol masculino en cuanto a la generación de ingreso.
¿Cuál es el otro aspecto que mencionaba?
Antes del lamentable espectáculo que dio el presidente de la federación, hubo una gran polémica alrededor de las jugadoras de la selección: con el entrenador, las convocatorias… De todo eso se ha hablado muy poco. Se habla de Rubiales y del pico, pero eso también ha pasado. Y no es aceptable ni para la selección femenina ni para la masculina. La plantilla no decide quién es su entrenador. Las jugadoras no se hacen ningún favor a sí mismas con ese tipo de cosas. Los problemas se plantean de puertas para adentro, no con amenazas. Y eso vale para las chicas y para los chicos. Ese es un planteamiento que yo voy a dejar muy claro si me convierto en presidenta. Sé que no va a gustar, pero es lo que pienso.
¿Considera que las reivindicaciones de las futbolistas han ido demasiado lejos?
Las formas son importantes. Yo me metí en política para reivindicar cosas y me gusta que la gente sea reivindicativa. Si llego a la presidencia, mi labor será más promocionar que reivindicar. Hay que pensar que tenemos una gran desventaja en relación a otras ligas: la liga de fútbol femenino es profesional desde hace solo tres años, la inglesa comenzó en 2018. Pero ya estamos ahí: las chicas han demostrado que el fútbol femenino puede ser profesional. Pero reivindicar querer cobra lo mismo que un jugador de la selección masculina solo por estar en la selección… Eso no funciona así. Los honorarios van en función del rendimiento y, sobre todo, de los ingresos.
El rendimiento, desde luego, está ahí: han ganado un Mundial.
Ganar un Mundial es una gran manera de reivindicarse, pero todavía hay una diferencia abismal entre lo que genera el fútbol femenino y el masculino. Los clubes son empresas y es una cuestión de balance: la liga de fútbol femenina genera 5,7 millones de euros de ingresos televisivos; la masculina, 2.000. La diferencia es abismal porque así lo marcan las audiencias. Entonces, ¿tienen que reivindicar las futbolistas? Claro que sí. Tienen todo el derecho del mundo a pedir que invirtamos más en promocionar el fútbol femenino, porque ellas han demostrado que dan espectáculo y ganan títulos. Pero creo que el discurso sobre querer ganar lo mismo que los chicos no funciona así.
¿Y no debería la selección regirse por un criterio diferente al de la Liga? En Estados Unidos, por ejemplo, ya existe la paridad salarial entre las selecciones masculina y femenina.
Pero en Estados Unidos la selección femenina genera más ingresos que la masculina. La igualdad es permitir que todo el mundo tenga las mismas oportunidades, ¿no? Eso pasa en todas partes: si yo rindo en una empresa lo mismo que un hombre y genero los mismos ingresos, tendré que cobrar lo mismo. Pero con la mitad de los ingresos que genera un hombre no me podrán pagar igual.
Como en los debates televisivos, le propongo un minuto de oro: ¿por qué cree que sería una buena presidenta de la federación?
El fútbol está en una encrucijada: está en riesgo la propia industria debido a conflictos internos que nadie está atajando. Me gustaría ser la persona que aúne todos los intereses y sea capaz de volver a sentar en una misma mesa a quienes hoy casi ni se hablan.
20 de enero-18 de febrero
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