La mirada femenina de Ana Caro de Mallén ridiculiza algunos de los comportamientos masculinos imperantes en el Siglo de Oro que refleja el mito de Don Juan, a la vez que deconstruye el género de la comedia de capa y espada en Valor, agravio y mujer. Beatriz Argüello dirige la versión de Juana Escabias de esta obra de teatro olvidada para la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que se representará en el Teatro de la Comedia de Madrid hasta el 4 de junio.
El nombre de Ana Caro de Mallén, coetánea de Góngora, Calderón de la Barca, Ruiz de Alarcón, Vélez de Guevara y María Zayas, permanecía oculto por el paso de los siglos. El trabajo de la dramaturga e investigadora teatral Juana Escabias ha permitido sacar a la luz datos biográficos de la que fue la mejor dramaturga del Siglo de Oro en España y la primera mujer en dedicarse profesionalmente a la escritura.
Al ser hija de uno de los moriscos que participaron en las revueltas del siglo XVI, y que fueron ejecutados o expulsados, fue adoptada por el matrimonio formado por un noble sevillano, procurador de la Real Chancillería y Audiencia de Granada. Los hijos de los moriscos sublevados se vendían como esclavos hasta que los reyes españoles, temerosos de ser objeto de críticas por el trato inhumano infligido a estos niños, impulsaron que fueran adoptados por familias de cristianos viejos para su asimilación cultural. Su padres adoptivos la ofrecieron una gran educación y formación cultural, que le permitió iniciar una carrera literaria como poetisa, dramaturga, escritora de crónicas para Felipe IV, de relaciones (crónicas de sucesos) y de autos sacramentales.
Reconocida en vida por sus contemporáneos, formó parte de academias literarias, y fue amiga de Luis de Góngora, pero su nombre y su obra cayeron en el olvido tras su muerte en 1646 a consecuencia de la peste. Valor, agravio y mujer y El conde Partinuplés son las dos obras teatrales que han llegado hasta nuestros días. En ellas, según Juana Escabia, Ana Caro de Mallén luchó contra los estereotipos de género, equiparando a las mujeres con los hombres, abordando temas tabú como la sexualidad y cuestionando las diferencias entre clases sociales.
Valor, agravio y mujer, dirigida por Beatriz Argüello, con texto de Juana Escabias, cuenta la historia de Doña Leonor de Ribera, una mujer burlada por Don Juan de Córdoba que ansía vengar su deshonor. Ana Caro de Mallén ridiculiza el mito de Don Juan desde la mirada femenina de forma humorística.
Este Don Juan es muy diferente al protagonista de El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, pues el personaje enamorado de la seducción (y no de las mujeres que seduce) no es desmontado desde un juicio moral, sino a través de la ridiculización y el humor. «A medida que avanza la función se va encontrando más y más perdido hasta que, finalmente, el mito se derrumba por completo», afirma Pablo Gómez-Pando, que interpreta a este personaje.
Está acompañado en el elenco por Julia Piera en el papel de Doña Leonor, una mujer autosuficiente y dueña de su destino, pero no la única de las que aparecen en la obra que demuestran arrojo y capacidad de decidir sobre sus vidas. «En un mundo en el que la mujer vive supeditada a un orden social que la constriñe, la audacia de su protagonista, doña Leonor, y la libertad de movimientos de la que hace gala son admirables», añade la dramaturga.
El argumento parte del viaje de Doña Leonor a Flandes para saldar una deuda con Don Juan, con la muerte o el amor, porque no está dispuesta a que la deuda perdure en su alma como una cicatriz imborrable. Cuando encuentra a Don Juan, esclavo de su propio mito, decide disfrazarse de hombre y trocar el sufrimiento en juego, el dolor en ingenio, dinamitando poco a poco el ego de su enemigo amado.
Según la directora Beatriz Argüello: «Doña Leonor, en la acción de desdoblarse en Leonardo, aprenderá a amarse a sí misma y transformará la mancha de la deshonra femenina en virtud, liberándola de las ataduras de la vieja tradición patriarcal. Ya no le hará falta matar al que la agravió, porque ha aprendido que la virtud y la dignidad no necesitan ser restauradas por el otro, sino por uno mismo».
Y añade: «Ana Caro de Mallén decide que triunfe el amor. Decide que Doña Leonor acepte a Don Juan después de todo porque es capaz de verlo con ojos nuevos en cada instante. Porque ha sido capaz, a través del valor, de darse cuenta de que no debe existir agravio alguno en el alma de la mujer».
Como demuestra esta obra, el teatro de Ana Caro de Mallén aporta un novedoso punto de vista en el siglo XVII: el de la perspectiva femenina sobre un mundo que institucionalizó la desigualdad por sexos. «A través de sus obras percibimos las férreas reglas de control que las mujeres padecen, y cómo sus personajes femeninos se las ingenian para eludirlas», concluye Juana Escabias.
22 de noviembre-21 de diciembre
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