El 2003 tuvo en España uno de los índices de delincuencia más altos de las últimas décadas y el año se cerró con 587 asesinatos . Entre ellos estaban los seis que cometió Alfredo Galán Sotillo, al que los medios de comunicación no tardaron en llamar el «asesino de la Baraja». Un hombre que aterrorizó a España y que ahora es el protagonista de Baraja: la firma del asesino, que pretende poner frente al espejo a los medios y dar voz a las víctimas.
Durante los seis primeros meses de ese año la preocupación de las fuerzas de seguridad y la paranoia mediática fueron en ascenso. La firma del asesino fue, tras su segundo crimen , una carta de la baraja española, que también añadió un elemento más para la elucubración. Y en provincias se veía Madrid como esa ciudad en la que no era aconsejable andar solo, porque un asesino en serie podía pegarte un tiro y matarte, ya fuera de día o de noche.
Todo comenzó el 24 de enero, cuando Alfredo Galán acabó con la vida del portero de una finca en la calle Alonso Cano mientras estaba dando de comer a su hijo de dos años. Las siguientes semanas reinó el desconcierto entre las fuerzas del orden, pero apenas 10 días después Galán cometió dos nuevos ataques, que se cobraron tres víctimas, y ya se pudieron reunir pistas que reflejaban un modus operandi.
En el mes de marzo Galán asesinó a otras tres personas con dos semanas de diferencia. Los medios de comunicación destinaban decenas de horas a la semana a analizar todo aquello que sabían del caso desde diversas perspectivas, algunas más serias que otras. Y los equipos que se ocupaban de la última hora en la ciudad de Madrid estaban siempre preparados para desplazarse al lugar de un nuevo crimen.
Como el equipo de Televisión Española del que formaba parte una jovencísima Letizia Ortiz , a la que podemos ver en el documental de Netflix en unas imágenes de archivo. Ataviada con un jersey rojo de cuello vuelto, la que sería esposa del rey solo un año después, fue enviada a Arganda del Rey para informar sobre las dos últimas muertes que cometió el asesino de la baraja. Aunque por aquel entonces, como ella misma comenta a cámara, solo cabía preguntarse si aquel crimen formaba parte de aquella macabra carrera.
Alfredo Galán tenía veinticinco años cuando cometió los crímenes. Natural de Puertollano, estudiante discreto e introvertido, entró en el ejército de Tierra en la rama de infantería mecanizada en 1998. Formó parte de dos misiones humanitarias en Bosnia en los años 2000 y 2002, de donde se trajo la pistola Tokarev con la que asesinó a seis personas.
El 3 de julio se emborrachó y se presentó en la comisaría de su localidad natal, donde confesó los asesinatos. Posteriormente se arrepintió y alegó que había reconocido la autoría porque un neonazi le había amenazado con hacer daño a sus hermanas. Pero no sirvió de nada, había demasiadas pistas que le relacionaban no solo con el primer crimen de la baraja, sino con el previo del portero de la finca.
«Alfredo Galán no tenía síntomas de patología mental, sino de una manera de ser», comenta en el documental el psiquiatra forense Juan José Carrasco, que realizó el informe de Galán tras su detención. Y es que antes de comenzar su carrera criminal, Galán intentó robar el coche de una mujer mayor, sufrió una crisis de ansiedad y fue internado para recibir tratamiento psiquiátrico. Cuando le dieron el alta, solicitó la baja voluntaria del ejército.
Baraja: la firma del asesino es la segunda miniserie documental sobre el caso que se estrena en nuestro país en menos de seis meses. Antes, en diciembre de 2022, fue RTVE la que incluyó en su plataforma una producción de tres episodios, más uno extra con el perfil psicológico de Galán. Y si en la de Netflix se concede especial relevancia a las víctimas, y los supervivientes, el ciudadrealeño fue acusado de tres intentos de asesinato más, en la del ente público el foco se pone en la investigación y la relevancia mediática que se concedió al caso.
Hace veinte años a Galán hubo quien le comparó con el asesino del Zodíaco, hoy sabemos que siguió la pauta de las cartas de la baraja española porque en la zona en la que cometió el primer crimen de febrero apareció un naipe y se creyó que el asesino lo había dejado. Sin embargo, a la vista del simbolismo que había aportado al caso fue el propio Galán el que decidió añadirlo posteriormente.
Con esta producción, las plataformas y cadenas españolas ya le han dado un buen repaso a la historia criminal española reciente solo en este año. A la docuserie sobre el crimen de Pioz, que Atresplayer premium estrenó hace unas semanas, se suma el nuevo documental del crimen de Alcàsser que la Sexta emitió en febrero, la nueva temporada de Crímenes en Movistar Plus+ y la serie de Amazon Prime Video Una historia de crímenes, de Amazon Prime Vídeo. Porque el filón del true crimen es inagotable.
20 de enero-18 de febrero
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