entrevista exclusiva Brianda Fitz-James Stuart, la nieta artista de la duquesa de Alba: «La maternidad es un bombazo. No esperaba que fuera a gustarme tanto ser madre»

Creció entre las obras de arte de la familia Alba y se ha convertido en una cotizada pintora e ilustradora. Hablamos con Brianda Fitz-James Stuart sobre cómo descubrió su vocación, cuál es su proceso creativo y qué es lo que más le ha sorprendido de su recién estrenada maternidad junto a su novio Francisco Javier Lozano Oroz.

La ilustradora y artista Brianda Fitz-James Stuart en su casa. / elena grimaldi

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

No debe ser fácil ser una persona introvertida y reservada y pertenecer, al mismo tiempo, a una de las familias más famosas de España . Pero Brianda Fitz-James Stuart ha conseguido encontrarle la cuadratura al círculo. «Cuando eres tímida, todo te cuesta un pelín más que al resto. Cualquier momento cotidiano lo vivo como un reto, pero también como una oportunidad para superarme», explica. A sus 39 años, la nieta de la difunta duquesa de Alba también ha sabido moldear su origen aristocrático a una exposición mediática con la que se siente cómoda y que le ha permitido proteger su vida privada mientras exploraba todo tipo de oportunidades. Su currículum es tan intenso como ecléctico: ha sido modelo y DJ ocasional, trabajó durante años en la firma de moda La Casita de Wendy, ha colaborado con marcas como Gucci, Suarez o Swatch y escrito tres libros. Convertida en una reconocida ilustradora y pintora, cuando echa la vista atrás no recuerda que tuviera que descubrir su vocación artística porque siempre había formado parte de ella.

«He dibujado desde que tengo uso de razón. Tenía facilidad para la pintura y, de hecho, mi asignatura favorita en el colegio era Arte. Me pasaba el día pintarrajeando mis libros y los pupitres. Siempre tuve claro que quería trabajar en algo artístico, no sabía exactamente el qué, pero sabía que por ahí iban los tiros….», explica. Hija de Eugenia Fernández de Castro, la que fuera nuera favorita de la duquesa de Alba, y Jacobo Fitz-James, el intelectual conde de Siruela, creció entre las obras de arte de la familia más aristocrática de España y los libros de la editorial que fundó su padre. «Desde que éramos muy pequeños mis padres incentivaron nuestra creatividad: pintábamos, hacíamos collages, nos llevaban a museos… Y siempre hemos estado rodeados de los maravillosos libros que editaba mi padre», recuerda.

Cuando llegó el momento de elegir una carrera, escogió estudiar diseño de moda en el Instituto Europeo de Diseño. «Fue un poco de rebote, porque lo que realmente quería era formarme en Bellas Artes», explica. Por eso, cuando terminó decidió explorar su vocación más innata y se marchó a Nueva York. «Es una ciudad muy potente y aunque es fascinante en muchos aspectos, también puede ser muy dura. Crecí como artista, perdí muchos miedos y fue una experiencia súper enriquecedora. Lo recuerdo como una especie de viaje iniciático». Allí se formó en pintura y dibujo en The Art Student League y trabajó en el estudio del pintor Paul Balmer.

Retrato artístico de Brianda Fitz-James Stuart. / elena grimaldi

Brianda Fitz-James, la artista vocacional de la familia Alba

A su regreso a Madrid, empezó a trabajar en la firma de moda La Casita de Wendy. «Aunque no fuera lo que más me interesaba, no me arrepiento de haber estudiado moda porque gran parte de mi estilo como ilustradora se lo debo a esa influencia y a mi paso por La Casita de Wendy», explica. Pero después de ocho años trabajando como diseñadora de la marca, decidió independizarse para buscar su propio camino en el mundo del arte.

«Con lo que más disfruto ahora es con la pintura. Sucede algo especial cuando trabajas con las manos y y los colores. Da mucha satisfacción dedicar tu tiempo a algo y ver el resultado sobre la mesa al final del día, la prueba tangible de todo tu trabajo. Además, hay algo del proceso que siempre me ha resultado muy placentero: mezclar colores, el pincel deslizándose… Entras en una especie de meditación y de juego al mismo tiempo», explica sobre su proceso creativo.

Sus pinturas, ilustraciones y estampados, que mezclan los motivos botánicos y del reino animal con mundos más mágicos y esotéricos, siempre han encontrado su principal fuente de inspiración en la naturaleza. «No hay nada más bello y perfecto. Pero también me interesa mucho el arte clásico, el renacimiento italiano, el arte medieval, el arte ornamental, los símbolos y la mitología. Me obsesiona la belleza y poder transmitirla a través de mis pinturas», explica. Para trabajar solo necesita «una mesa, tranquilidad y buena luz», aunque esos requisitos se han complicado desde que el pasado verano fuera madre por primera vez junto a su pareja, el financiero Francisco Javier Lozano Oroz.

Ilustración titulada Maternidad. / brianda fitz-james stuart

Arte y maternidad

«La maternidad es un bombazo y, obviamente, influye mucho en mi trabajo. Aunque ahora mismo tenga menos tiempo para trabajar porque mi hijo tiene pocos meses, los ratitos que saco siento que soy más creativa. Me ha abierto otra perspectiva de la vida que desconocía por completo y el amor más puro que jamás haya conocido», explica. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de la experiencia? «No me esperaba que fuera a gustarme tanto ser madre. Obviamente, es agotador en muchos sentidos, pero al mismo tiempo es maravilloso».

Volcada en su última colaboración (ilustrar a mano una agenda inspirada en la fauna marina para la firma TANTANFAN) también está inmersa en un proyecto a largo plazo que le ha llevado a pintar desde armarios y paredes a escaleras, puertas y contraventanas. «La idea es que mi casa esté decorada prácticamente entera con mis pinturas. Es un trabajo personal que durará toda la vida», explica.

Cuando no está cuidando de su hijo, que esta a punto de cumplir ocho meses, dedica prácticamente todo su tiempo a pintar. Y como la mayoría de los artistas, Brianda Fitz-James Stuart se mueve entre el método y el desorden. «Creo que soy metódica en mi caos. Soy bastante ordenada con mis horarios y mis rutinas: me gusta despertarme pronto e irme a la cama lo antes posible. Y me pasa una cosa curiosa: aunque mi mesa de trabajo es mega caótica y desordenada, de ella salen unas pinturas de lo más ordenadas, con mucho detalle, de trazos sencillos y limpios». Su muro de Instagram es testimonio gráfico de lo que dice, pero también un agradable paseo por un universo creativo tan singular como la propia artista.