Chino Darín se confiesa sin miedo sobre la fama, la familia y el amor: «Hubo momentos en los que no podía ir con Úrsula a ningún lado del mundo»

Le gusta el riesgo y no siente vértigo, requisitos fundamentales para subirse a una grúa del puerto de Barcelona en Mano de hierro, la serie que el actor argentino acaba de estrenar en Netflix. También para hablar con perspectiva de la fama, su familia, la pareja que forma con Úrsula Corberó y los golpes que ha decidido coleccionar.

Chino Darín viste chaqueta con estampado damero de Louis Vuitton, vaqueros de Loewe y zapatos de Prada. / Fotografía: Elena Olay / Estilismo: Gervasio Pérez

Manu Piñon
Manu Piñon

A Chino Darín (Buenos Aires, 1989) no le dan miedo las alturas. Lo comprobó al subirse a una grúa de carga en el Puerto de Barcelona. A más de 80 metros de altura, aprendió a manejar las poderosas maquinarias que mueven pesados contenedores de carga. « Nunca tuve vértigo, pero cuando miré todo para abajo entendí que otros lo tuviesen. Por más que tiene de liberador, eres consciente del camino que hay hasta allí. También de lo expuesto que estás al viento, a lo resbaladizo que se pone con la lluvia. Es un lugar hostil».

Fue durante el rodaje de Mano de hierro, la serie que acaba de estrenar en Netflix. Da vida a un policía infiltrado en una red de tráfico de drogas, con Eduard Fernández operando en los bajos fondos y Natalia de Molina, Jaime Lorente o Sergi López como parte de esa red.

Estamos hablando de alturas, pero podría aplicarse a cómo entiende la vida, el oficio o incluso la fama. El día que tiene lugar la sesión de fotos, Chino, al que su padre, Ricardo Darín , bautizó familiarmente así y liberó de la responsabilidad de ser el tercer Ricardo de una dinastía de actores, llega al set solo, como un paseante más del barrio de Tetuán. «Me estoy quedando cerca, no pidáis coche porque volveré caminando», adelanta, aunque no duda en probar una bicicleta que ha aparecido por la nave. «Está buena, ¿viste?», y sonríe como un niño que no teme caerse.

Chino Darín lleva jersey de Mango, bermudas de Gucci y deportivas 9060 de New Balance. La bicicleta es de Rent&Roll. Fotografía: Elena Olay / Estilismo: Gervasio Pérez.

MUJERHOY. Los muelles tienen un punto cinematográfico. ¿Cómo fue rodar Mano de hierro en un espacio así?

CHINO DARÍN. Un privilegio. No es un lugar al que se pueda acceder habitualmente y, de repente, ahí estábamos moviéndonos a nuestras anchas. Como actor, te lleva a algo muy potente, te conecta con esa realidad. Fue duro, pero entendés cómo es trabajar ahí todos los días, con las inclemencias del tiempo, con el viento pegando de frente y congelándote en cuanto se hace de noche y hasta que ves amanecer.

¿Entra en el top de sus rodajes más incómodos?

En cuanto a pasar frío, Mano de hierro compite muy fuerte con La noche de 12 años (2018). Más allá de lo durísima que era la historia [el encarcelamiento y aislamiento de los políticos José Mujica y Mauricio Rosencof durante la dictadura militar en Uruguay], estábamos en condiciones físicas deplorables y con escasos recursos de producción también. Era imposible calentar ese escenario. Como decimos los argentinos, no había donde acobacharte o meterte al reparo.

¿Los trucos para sobrevivir en un set no se pasan de padres a hijos?

Sí, lo típico de llevar capas, la ropa térmica, pero eso lo sabe cualquiera... Quizás el mejor consejo sea el de descansar en cuanto haya un momento, porque pelear contra el clima te drena la energía, ves como va bajando la barrita. Yo soy de comer rápido y dormir una siesta, aunque sea de 15 minutos. Puedo dormir en cualquier lado, tengo esa habilidad.

¿Cuál es el sitio más raro en el que se ha echado una siesta?

El piso del puerto de Barcelona. El primer día de Mano de hierro hice un bulto con un poco de ropa y me quedé dormido ahí. Pero sobre todo en transportes. Trabajé en un programa de viajes por Argentina y cada trayecto era mi oportunidad para dormir. Fue como un máster. Pero es que duermo hasta en fiestas. [Risas]

Chino Darín nos deja en la sesión de fotos esta divertida escena probando una bici. Fotografía: Elena Olay / Estilismo: Gervasio Pérez.

Es la tercera vez que interpreta a un policía, un personaje que lleva asociados muchos tópicos. ¿Cuáles detestaría haber replicado?

Hay lugares comunes en los que no me gustaría entrar, pero también hay cosas con las que tienes que convivir y que no son siempre decisiones personales. Evitas poner cara de intensidad, pero después de quince tomas es lo que te pide el director y, bueno, también te quieres ir a casa, ¿viste? Filosóficamente no estoy de acuerdo con ceder ese tipo de cosas, pero tienes que elegir qué luchas sostener.

¿Y cuáles son esas?

Casi ninguna, la verdad. El tiempo te pone contra las cuerdas y de ese agua que dijiste que no beberías, acabas inyectándote litros en vena. [Risas] Pero se aprende mucho también de esas circunstancias, se convierten en la prueba fáctica de que no debería hacerlo más.

¿Qué no volverá a hacer ya?

El acento español. No lo debo hacer nunca más.

En Mano de hierro resulta bastante convincente...

No creo nos haga bien a nadie. [Risas] Cada proyecto tiene sus propias limitaciones en cuanto al universo en el que transcurre y a veces es perderte una oportunidad de trabajo. La verdad es que desde el principio tuve la sensación de que era algo que no tendría que haber hecho. Cuando me llamó Fernando Trueba para hacer La reina de España (2016), pensé que no podía dejarlo pasar, trabajar con él y con Penélope...

Era un personaje muy parco, con las frases muy acotadas. Lo anclé a cosas con las que me sentía seguro y fui ganando confianza. La siguiente vez sentí que lo iba a hacer mejor y entonces me di la oportunidad. Y así vas, vas avanzando en un camino, pero siempre sentí que no debía hacerlo más... Aunque si de repente me llama Almodóvar y me dice que lo hago bien, a lo mejor me lo pienso.

¿Sigue preguntándose «valdré yo para actor»?

Todo el tiempo. Siempre, siempre, desde que soy muy chico, pero es parte del desafío. Cada vez que termino un rodaje me pasa eso. Es una constante. Hay gente que se nutre de cierta autoestima o idea de confianza. Para mí la duda es nutritiva. A veces leo guiones o propuestas que me digo: «Sé que podría hacerlo bien». Pero no suele ser lo que me interesa. Eso me lleva a asumir riesgos, no aceptar sólo aquello para lo que sé que estoy preparado.

¿Y si, efectivamente, no lo estaba? ¿Qué se hace entonces?

Se acepta y se sigue para adelante. En la vida no te dejan darle al rewind. Me he llevado infinidad de golpes. No sólo metafóricos. Ahora mismo tengo una rodilla hecha polvo, una costilla fatal, un dolor en el hombro que no se que me va... En Mano de hierro me pegué un palo fuerte con la moto. Todavía me duele un año después. Las escenas de acción son duras. Sobre todo cuando no quieres usar dobles. [Risas]

Chino Darín lleva chaquetón de piel de Prada. Fotografía: Elena Olay / Estilismo: Gervasio Pérez.

Pasa la mayoría del tiempo en Buenos Aires, pero hoy se le puede ver unos meses al año por Madrid. Le gusta ir caminando por Cuatro Caminos o Chamberí, y no se oculta con una gorra o gafas de sol. Sus primeros anfitriones en la capital fueron Fernando Trueba y su mujer, la productora Cristina Huete, buenos amigos de sus padres. «Me he pasado navidades en su casa, son mi familia sustituta. Creo que por eso me escogieron para La reina de España, me tienen un cariño especial. Sin Fernando no sé dónde estaría yo ahora. Fue algo iniciático para mí».

Pero usted es hijo y nieto de actores. ¡Es Ricardo Darín III!

Con eso en casa no bromeamos mucho, porque si hago caso a Shakespeare tendré que acabar matando a alguien. [Risas] No sé qué tipo de herencia tendrá eso sobre mí. Creo que por eso mi padre me puso lo de Chino, para que no me vuelva muy loco.

En una entrevista de 2013 que a menudo reflota en redes, su padre explicaba por qué no quería ir a Hollywood: «La ambición te puede llevar a un lugar oscuro».

Ni más fama, ni más dinero... Yo lo que necesito es contentarme a mí mismo, ése es el vacío que quiero llenar. Acabo de cumplir 35 años y estoy en una edad emblemática, medio de balance, aunque no sé ni si esto mío es una carrera. [Risas]

¿Qué aprendió en casa del oficio de ser actor?

Tiene que ver más con las consecuencias de ser una persona pública, de que la gente te conozca y de lidiar con todo eso.

¿Cómo llevan la atención usted y su pareja, Úrsula Corberó?

No lo llevo mal, aunque no termino de entenderlo. Admiro a mucha gente, pero no me interesa qué han desayunado. Tampoco le encuentro sentido al fanatismo: no pongo la mano en el fuego por ellos, no les conozco más allá de su trabajo o las entrevistas que les puedo leer.

¿Dónde se siente más observado, en España o en Argentina?

La cosa se ha moderado y creo que ha quedado un poco en el pasado. Ya no hay fotógrafos a la puerta de un restaurante o esperándote en una estación. He ido al colegio con las hijas de Maradona, mis padres eran amigos de Susana Giménez y de los músicos más famosos de Argentina, así que he visto cosas... Lo importante es relativizarlo todo.

Desde fuera, da la sensación que ustedes dos incluso se divierten con este nivel de popularidad.

La verdad es que nos lo pasamos bien. No nos encanta compartir cosas de nuestra cotidianeidad, no nos gusta compartir todo, pero tampoco tenemos problemas en subir fotos que estén buenas de unas vacaciones o mostrar alguna situación graciosa con amigos. No estamos obsesionados con generar ese contenido, pero cuando sucede, ¿por qué no?

Como buenos nativos digitales.

El otro día lo hablábamos entre nosotros, porque no estamos seguros de que lo seamos. Creo que para la gente joven que viene detrás va a ser diferente, todo estará registrado. Soy medio esclavo del teléfono, yo que estoy en contra de este aparato. ¿Sabes lo bueno para alguien que se dedica a observar, como yo? Que en el metro no se me reconoce porque ya nadie mira a nadie, todos van con la vista en el teléfono.

¿También cuando va con Úrsula?

Ha habido picos. Con La casa de papel hubo momentos en que no se podía ir con ella a ningún lado, pero a ningún lado del mundo. Planeé unas vacaciones de esquí en Italia y no pudimos salir del hotel. «Encontré un sitio que va a estar divino, lo vamos a pasar bárbaro», le dije. Ella, en cambio no lo veía claro desde el principio. Estando ya allí, salía a echarme un cigarro –todavía fumaba– y había gente en la puerta del hotel, haciéndome fotos a mí, todo despeinado. Si llegábamos a una pizzería a comer algo, otras 15 personas nos estaban esperando.

En 2018, en la alfombra roja de Cannes, la fama de Úrsula pilló por sorpresa incluso a su propio padre, ¿no fue así?

Pasó una cosa muy loca. Estaba presentando Todos lo saben, la película de Asghar Farhadi que hizo con Javier Bardem, Penélope [Cruz], Eduard [Fernández] y Bárbara Lennie en la Sección Oficial. El protocolo de la alfombra roja allí es muy cerrado y hay un maestro de ceremonias muy riguroso ordenando todo aquello. Úrsula y yo íbamos como invitados, teníamos que entrar después de que lo hiciera el equipo. Alguien la vio de repente y cambiaron todo en un segundo para hacerla pasar por la alfombra roja. Sabíamos que su popularidad estaba creciendo, pero esa fue la primera vez que nos dimos cuenta de la dimensión que eso estaba adquiriendo. Fue lindo verla. Ella se vino arriba, como hace en esas ocasiones, y salió preciosa en las fotos.

Cuando le paran, ¿qué es lo que suelen decirle?

Me paso la vida recogiendo saludos para otra gente. Cuando no es para Úrsula, es para mi padre. Lo hago a conciencia, ¿viste? «¿De parte de quién? ¿Qué información le traslado? ¿De dónde es?». Tengo que andar con una libreta.

CRÉDITOS:

Maquillaje y peluquería: Raquel Álvarez (One Off) para Chanel.

Asistente de fotografía: Orlando Gutiérrez.

Asistente de estilismo: Sandra Muñoz Mañas.

20 de enero-18 de febrero

Acuario

Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

¿Qué me deparan los astros?