Reconocida con el Premio Princesa de Girona en el ámbito de empresa por ser un referente a nivel mundial en el campo de la ciencia, la tecnología y la inteligencia artificial, la ingeniera de telecomunicaciones Elisenda Bou-Balust (Barcelona, 1986) tiene un objetivo tan difícil como las fórmulas a las que se enfrenta diariamente.
«Cuando se muestra a mujeres del sector, aparecen generalmente retratadas con el estigma de hackers, de asociales, de personas diferentes a la norma… Hay que desestigmatizar el papel de la mujer en la tecnología para que no quede siempre como la friki», asegura poniendo el acento sobre la visibilización. «Voy a institutos a dar charlas para animar a las chicas y entender por qué solo un 13% de los alumnos de disciplinas tecnológicas son mujeres.
Las jóvenes sienten que van a ser las diferentes de la clase, pues hablamos de sectores con predominancia masculina, y en esas edades lo que las mujeres queremos es encajar», explica. Bou-Balust ha colaborado con NASA, MIT y Google en el ámbito de la inteligencia artificial aplicada a satélites y es la cofundadora de la start-up Vilynx, que se ha convertido en la primera adquisición de Apple en España.
«Creíamos que la Inteligencia Artificial, hasta hace unos años, siempre era supervisada, y lo que pretendíamos era cambiar el paradigma y trabajar en sistemas de aprendizaje autónomo. Si consigues que las máquinas puedan aprender sin que tengamos que decirles el problema a priori, podremos lograr muchas cosas, como que aprendan de nuestros audios, videos y de nuestro mundo con mucha más información».
Quizás condicionados por la el cine de ciencia-ficción, cuesta no pensar en lo s posibles peligros de que las máquinas terminen por dominarnos. «La Inteligencia Artificial no me da miedo, porque aprende de lo que somos las personas. No me preocupa que las máquinas nos superen, sino qué aprenden de los humanos, que somos los que hacemos cosas mal.
Deberíamos preocuparnos más de mejorar como sociedad para que las máquinas saquen lo mejor de nosotros. No podemos perder de vista que cuando hacemos tecnología, se ha de hacer para un propósito específico y con un juicio de calidad y de ética», advierte. «En mi vida he tenido muchísimas oportunidades, y con cada una de ellas está la responsabilidad de allanar el camino a quienes vienen detrás.
Pero no puedes permitir que esa responsabilidad te nuble o te impida hacer lo que quieres hacer. Estaba tan acostumbrada a ser la única mujer que siempre he tenido esa sensación de tener que demostrar más, pero con la madurez he aprendido a actuar diferente. Al madurar y adquirir experiencia, encuentras tu sitio y descubres que, por ser mujer, no tienes que actuar así».
Según el estudio de Empleabilidad y Talento Digital 2021 elaborado por la Fundación VASS y la Universidad Autónoma de Madrid, las cifras de empleabilidad y formación femeninas en las carreras de informática y STEM son ahora más bajas de lo que eran hace 20 años. Solo uno de cada seis especialistas en Tecnologías de la Información y la Comunicación y uno de cada tres graduados en ciencias y matemáticas son mujeres.
Frente a estos datos, se espera que el 80 % de los trabajos en 2030 estén relacionados con estos ámbitos en los que en la actualidad tan solo hay un 13% de mujeres. «Necesitamos más chicas motivadas con la tecnología, porque ha pasado de ser una vocación a un medio que puede permitirte hacer lo que quieras», argumenta, dejando entrever que también es una cuestión de justicia social.
«A medida que avanzamos, la tecnología se vuelve más compleja, y por eso hay que tener en cuenta que a través del desarrollo de software podemos facilitar el acceso a ella. Por ejemplo, los sistemas de navegación del coche los usaban incluso mis abuelos... ¿La razón? Es una voz, por lo que hemos logrado que la tecnología sea casi humana.
La Inteligencia Artificial nos puede ayudar a cerrar esa brecha digital y a lograr que aunque la tecnología sea compleja, nos acerque más a cómo interactuamos como personas». De las charlas mantenidas con chicas jóvenes en los institutos, Bou Balust quiere rescatar una reflexión antes de despedirnos.
«Me han llegado a decir « me gusta la tecnología, pero yo tengo amigas». Existe esa sensación de que como eres sociable, abierta y te gusta salir de fiesta o ir al cine, no vas a encajar en un mundo de tecnología repleto de hombres. Y eso es un problema».
20 de enero-18 de febrero
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