En su casa las lecciones de emprendimiento siempre se aprendieron por mera observación. Hija de José María Entrecanales, fundador de Acciona, y de la aristócrata Blanca Domecq, crecer en una de las familias más influyentes y ricas de España plantó una semilla que, en el caso de Blanca Entrecanales , tardó un poco más de tiempo en florecer. Probablemente, porque era de agricultura ecológica.
De hecho, cuando en 2010, compró una finca de 300 hectáreas en la localidad toledana de Campana de Oropesa todavía no sabía exactamente lo que quería hacer con ella. Llevaba años viviendo entre Madrid y París, no tenía ningún conocimiento de agricultura o ganadería y aunque le gustaba el campo, nunca había sentido la llamada del mundo rural. Todo cambió después de asistir a un curso de agricultura regenerativa (ahora muy de moda, pero entonces tan desconocida que ni siquiera tenía ese nombre) impartido por un experto neozelandés. Luego, como ella misma explica, empezó a quemar etapas: primero fueron las ovejas, después el vacuno, más tarde los pollos… Su granja ecológica, Dehesa El Milagro, nació en 2011 y siempre se ha distinguido por su filosofía holística: sus vacas y ovejas autóctonas, igual que sus pollos de crecimiento lento y sus gallinas de puesta, van rotando por las distintas parcelas de la finca para mimar la tierra en la que crecen verduras, hortalizas y frutas 100% ecológicas.
Y así, lo que empezó siendo un pequeño negocio que en sus inicios se dedicaba a repartir cestas ecológicas, es ahora una empresa consolidada con una potente de red de distribución, varias tiendas físicas y un obrador propio famoso por su capón relleno o por la pierna de cordero lechal que puede presumir de surtir a la mismísima Casa Real y de tener a la reina Letizia entre su clientela más fiel.
¿Siempre le gustó el campo o fue un descubrimiento más bien tardío?
Nunca he sido una urbanita estricta, y siempre he tenido un punto un poco bohemio y me he encontrado bien en el campo, pero en cierta manera sí ha sido un descubrimiento un poco más tardío. Antes, ni lo tenía tan vivido ni tan sabido. Me gusta mucho encontrarme con la naturaleza, el sentimiento de libertad que te proporciona, la luz del campo… Desde luego, me gusta mucho más estar en la granja que irme de compras en la ciudad.
Dehesa Milagro ha cumplido 12 años. Cuando echa la vista atrás, ¿cómo observa los inicios?
Empezamos de una forma un poco anárquica. Yo en aquel momento vivía entre Francia y España y la finca no tenía nada… Luego, la pones en producción y empiezas a quemar etapas. Lo cierto es que nunca pensé que llegaríamos a donde hemos llegado.
Por cierto, ¿empresaria o granjera? ¿Qué ocupación se ajusta más a su trabajo diario?
Soy más empresaria, pero soy granjera de corazón. De hecho, no soy tan granjera como me gustaría... Como esas mujeres rurales que tienen su pequeña explotación, están siempre en contacto con los animales, con el veterinario y, además, se ocupan de gestionar su propia empresa. Pero por el tamaño de mi empresa yo tengo que estar más presente en la distribución, la venta, el marketing…
Usted, en realidad, es abogada. ¿Cómo reaccionó su familia cuando les contó su intención de poner en marcha un proyecto rural?
Ya había comprado la finca e iba de vez en cuando, pero tampoco les conté a mis hermanos lo que que estaba haciendo allí. Primero, puse la ganadería, con las ovejas que ya había y, después, vinieron el vacuno y los pollos… Igual hay familias que se lo cuentan todo, pero en la nuestra cada uno va un poco a lo suyo y te vas enterando de lo que los demás hacen a medida que ocurre.
Ha contado muchas veces la historia detrás del nombre de su finca. Un día, en su trayecto hasta Toledo, sufrió un accidente de coche al cruzar un paso a nivel sin señalizar. Su vehículo fue arrollado por un tren. Y unos meses después, nació el proyecto de su granja ecológico. ¿Existe alguna conexión entre ambos?
No tuve ninguna epifanía ni pensé en darle una vuelta a mi vida después del accidente. No vi ningún túnel blanco ni nada parecido. Pero sí doy gracias a la vida por estar aquí. Es cierto que seis meses después, decidí poner en marcha una finca con la que, hasta entonces, no sabía muy bien qué hacer. Recuerdo que después del accidente, una de mis amigas me dijo que la vida estaba a punto de cambiarme. Y así fue.
Ahora que ya es un proyecto consolidado, ¿cuál diría que es la filosofía de su empresa?
Puede parecer una cursilada, pero me encanta la idea de la excelencia desde el origen. Cuando empezamos, la agricultura regenerativa todavía no estaba de moda y nosotros siempre hemos cumplido a rajatabla con los principios de la agricultura ecológica. De hecho, vamos más allá con el manejo holístico que hacemos del suelo, por ejemplo. Esto en la producción en la finca, y en nuestro obrador elaboramos los productos con recetas caseras y sin añadir nunca ninguna sustancia conservante ni saborizante extraña, de esas que lleva una E. Además, solo aplicamos técnicas de temperatura y es obligatorio que todos los ingredientes sean ecológicos certificados.
¿Los consumidores somos cada vez más conscientes del origen de los alimentos o solo miramos la etiqueta del precio?
Se sigue mirando el precio, pero los jóvenes, sobre todo, están muy atentos al valor nutricional o al origen de los productores. En sectores como la moda, por ejemplo, todavía estamos muy lejos, pero creo que esa conciencia se irá implantando poco a poco. La plataforma Es Fascinante, por ejemplo, solo vende productos de ropa hecha en España.
En este país, ¿valoramos lo suficiente al sector primario?
Cada vez un poco más, sobre todo después de la pandemia. También creo que la pelota está en nuestro tejado. Se critica mucho a la gran distribución por los márgenes de beneficio, pero ellos también tienen que mantener grandes edificios, mucho personal… Sus márgenes también serán ajustados. Si quieres un margen mayor, tienes que sacar productos apetecibles al mercado y saltarte a la gran distribución, ir al cliente final. Ahora con la facilidad de la venta online, y el desarrollo de la logística, se puede. Pero también tenemos que vendernos mejor y explicar lo que hacemos. Hoy en día es fácil con las redes sociales.
Creo que maneja usted misma las redes sociales de la empresa...
Sí, me encargo yo. Ahora estoy involucrada en un proyecto para comercializar la lana española llamado @wooldreamers. La lana, que es un material noble y biodegradable, se ha sustituido en gran medida por las fibras sintéticas. La poca que se usa proviene, además, de fuera y la española o se tira o sólo te pagan unos céntimos por ella. Hay que conseguir que el consumidor valore eso y asuma que esa lana será más cara. Es un proyecto precioso, y su impulsor es un soñador con mucha visión. Creo que el nuevo lujo está ahí, en los productos que aportan valores como el de la sostenibilidad o la salvaguarda de lo nuestro. Pero hay que contárselo a la gente. Creo que la sociedad escucha estas historias con atención.
¿Le ha costado encajar en el sector? No sé si el apellido o el hecho de proceder de una familia influyente es una ventaja o un obstáculo…
No me ha costado encajar, pero tampoco voy a las ferias de ganado ni me codeo con los ganaderos. Pero no siento que haya sido una dificultad para mí. Y no cabe duda de que el apellido siempre ayuda. No podría decir lo contrario. Te abre muchas puertas. Es, sin duda, una gran suerte.
Se convirtió en emprendedora cumplidos los 50, ¿es una buena edad para hacerlo?
Es un poco una locura…
¿Por qué?
Cada uno tiene sus tiempos en la vida. Yo, quizá, tenía una asignatura pendiente. Vengo de una familia de emprendedores y, por circunstancias vitales, yo nunca lo había hecho. Sin embargo, siempre he sido una persona inquieta y comprometida. Supongo que cada uno emprende cuando puede. Si no has podido hacerlo antes y quieres enfrentarte a ese desafío personal, cualquier edad es buena. A veces pienso: «Qué pringada soy, trabajando tanto…». El problema es que me gusta.
También es una edad de gran plenitud y mucha experiencia acumulada para poner algo en marcha, ¿no?
Sí, probablemente sí. Tener experiencia y contactos está muy bien, pero luego también tienen que salir los números. Hay que gestionar una maquinaría grande de personas y, a veces, te equivocas y tienes que volver a empezar. A mí me ha tocado a esta edad y está bien. Yo es que soy muy conformista, para mí todo está bien siempre. Quejarse es una visión poco práctica de la vida. Siempre veo la botella medio llena.
¿Qué parte de ser emprendedora es la más dura y cuál es la más gratificante?
Muchas veces la parte más ingrata tiene que ver con las personas. Cuando alguien te decepciona o, simplemente, no sirve para el trabajo. Pero de eso también aprendes. Yo siempre pongo a la empresa por encima de todo, quizá eso pueda parecer cruel o inhumano, pero es que la empresa te pide lo que te pide y, a veces, tienes que ser fría o objetiva. Y es verdad que lo pasas mal. La mejor parte, sin duda, es cumplir los objetivos que te marcas. Y trabajar en equipo, cuando el equipo funciona, es maravilloso.
Por cierto, ¿qué tipo de jefa es usted?
Tengo la suerte de tener un director que está en el día a día, aunque yo también estoy muy presente. Tenemos un grupo de WhattsApp en el que estamos todos y trato de hablarles de una manera muy directa. Ayer les eché la bronca porque el otro día puse un mensaje y… ¡No me contestó nadie! Pero hoy mismo uno de los trabajadores me ha dicho que era muy buena jefa y me ha hecho mucha ilusión. Intento ser empática, humana, directa, ocuparme de las cosas, pero también de las personas, aunque a veces no llegas a todo. No sé exactamente qué tipo de líder soy, pero espero que me aprecien. Aunque, como te decía antes, cuando una persona no funciona, se te quitan las tonterías rápido.
En Zarzuela se consumen sus productos. ¿Le hace ilusión saber que la reina Letizia es una clienta habitual o para usted todos los clientes son iguales?
Siempre hace muchísima ilusión. ¿Cómo no me va a hacer ilusión? Mucha. Pero cualquier cliente me preocupa y, además, creo que tengo la capacidad de ponerme siempre en sus zapatos. El cliente es nuestro Dios. Cualquiera, no solo la familia real.
La campaña de Navidad es temporada alta para ustedes. Supongo que estarán como locos vendiendo sus famosos capones...
Sí, claro, es el momento de mayor venta del año, nos esforzamos mucho y proponemos un surtido de otras cosas, además de capones.
¿Y a usted le gustan estas fiestas?
Sí, me gusta mucho la Navidad. Si no existiera, habría que inventarla. Es un momento de reflexión, de pensar en lo que ha pasado durante el año, de aprovechar para mandar un christmas con la foto de tus nietos a las personas que más quieres… Me encanta.
¿Dónde la celebrará este año y que no faltará en su mesa?
Celebraré el 24 con mi hijo, en una casa de campo en un pueblo de Sepúlveda, y el 25 en casa de mi madre, que vive en el mismo edificio que yo. Vendrán todos mis hermanos… Recuerdo que en casa de mis abuelos siempre había sopa de almendra y besugo. Es como si estuviera viendo aquella mesa. Ahora, en mi casa, solemos comer capón o pierna de cordero rellena.
20 de enero-18 de febrero
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