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Fuencisla Clemares, directora general de Google: «La IA va a ser tan importante como el descubrimiento del fuego o de la electricidad»

Esta semana, Google cumple 20 años en España. Hablamos con su directora general en nuestro país, Fuencisla Clemares, sobre el desafío que representa la inteligencia artificial y hacia dónde avanza nuestra compleja relación con la tecnología.

Fuencisla Clemares, directora general de Google para España y Portugal. / google

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

«No sé nada del mundo digital, pero aprendo rápido». Cuando hace 15 años Fuencisla Clemares aterrizó en Google , después de haber trabajado en Carrefour y en la consultora Mckinsey, tenía dudas de lo que ella, especializada en distribución, podía aportar a un gigante tecnológico que entonces empleaba a 80 personas en nuestro país. Un caso clásico, quizá, del síndrome de la impostora . «Cuando miro atrás, me doy cuenta de que, efectivamente, he sido capaz de aprender mucho», explica. Esta semana la matriz española del gigante tecnológico, que cuenta con más de 600 empleados en nuestro país, cumple 20 años. Clemares, que se convirtió en directora general de Google en España y Portugal en 2016, lleva más de ocho al mando de las operaciones.

«El balance es muy positivo. Llevamos dos décadas trabajando por la transformación digital de España y contribuyendo al desarrollo económico del país», explica apuntando a las inversiones en infraestructuras (como el cable submarino que conecta España con Estados Unidos), pero también a los resultados de un estudio de la tecnológica que estima que los productos de Google han aportado 151.000 millones de euros a la actividad económica de España en las dos últimas décadas además de generar una media de 121.000 puestos de trabajo al año.

Además de marcar la estrategia y la visión de la compañía, la principal misión de Clemares, que se autodefine como una «líder inclusiva y bastante exigente», es construir el mejor equipo posible a su alrededor. «A veces, la tendencia natural es contratar gente que se parezca a ti y piense como tú. Mi experiencia me dice que contratar un equipo diverso es mucho más difícil, pero que también se producen debates muy interesantes, algunos roces… Y ese conflicto es bueno para el negocio. Conseguir ese tipo de dinámica, de debate constructivo y conflicto sano, es mi obsesión».

Otra parte de su trabajo, sin embargo, también consiste en soportar la vigilancia que los reguladores ejercen sobre las grandes tecnológicas como Google. En Estados Unidos, por ejemplo, el buscador se enfrenta estos días a un juicio sin precedentes sobre las prácticas monopolísticas de la empresa, un asunto que el año pasado hizo que la Unión Europea impusiera una multa histórica de más de 4.000 millones de euros a la tecnológica. «Entiendo que con el tamaño y el éxito viene el escrutinio. Es totalmente normal. Y en temas de gran trascendencia, como puede ser ahora la inteligencia artificial, siempre hay dos caras de la misma moneda: el impacto y el riesgo. Normalmente, en Europa se regula mucho más que en Estados Unidos, ¿pero qué impacto tiene eso en la competitividad? Muchas veces quienes regulan no son expertos y se les escapan las consecuencias», argumenta.

En el centro de esos debates la privacidad siempre ocupa un lugar preferente. ¿ Son nuestros datos el precio que tenemos que pagar por servicios tan potentes y gratuitos como los que ofrece Google? «Estoy totalmente en desacuerdo con eso. Nuestros productos están diseñados para preservar tu privacidad y permitir que el usuario tenga el control de sus datos. Si quieres, puedes hacer que todos tus datos se borren cada tres meses, por ejemplo. También es importante entender que hay productos que con más datos funcionan mejor. Cuando Google Maps sabe dónde está mi casa, hace magia. Pero la única forma de hacerlo es saber dónde vives. Eso es un contrato entre tú y yo, pero las herramientas para controlarlo están ahí», explica Clemares.

Clemares está al mando de Google España desde 2016. / google

El desafío de la inteligencia artificial

Ahora, a los desafíos clásicos del sector tech, se suma el que representa una tecnología tan disruptiva como la inteligencia artificial . «Llevamos años viviendo esta revolución, aunque hasta ahora era silenciosa. Sin duda es un momento de disrupción tecnológica. Como ha dicho nuestro consejero delegado, la IA va a ser tan importante como el descubrimiento del fuego o de la electricidad. Y creo que es un buen símil. El impacto que tendrá, por ejemplo, en el mundo de la salud será impresionante. Ya estamos trabajando con hospitales para poder detectar el cáncer de mama antes que el ojo del radiólogo».

Sin embargo, desde la aparición de la IA generativa de ChatGPT las voces que alertan de los peligros que podría acarrear para la humanidad no han cesado. Algunos, incluso, desde dentro de la propia Google. «Fuimos los primeros en crear y publicar nuestros principios. En todo lo relativo a la inteligencia artificial tenemos que ser muy audaces, buscando aplicaciones de gran impacto, pero también extremadamente responsables. Tenemos que poner las dos cosas en la balanza», explica Clemares, que aboga por la necesidad de regulación y de un debate global, y pone como ejemplo la generación de imágenes a través de IA, que Google distinguirá con marcas de agua y metadatos.

Al contrario que Meta, Google no ha sido tan entusiasta en su apuesta por el desarrollo del metaverso , otra tendencia imparable dentro del universo tecnológico. «Nuestra visión era y es muy distinta. Creemos que la tecnología cada vez será más inmersiva, hemos invertido en realidad aumentada y en aplicaciones como Google Lens, que te ayudan a tener mejor la vida que te rodea. Pero eso es muy distinto a desarrollar un universo paralelo. Si vienes del mundo de las redes, esa apuesta tiene sentido. Nosotros venimos de otro sitio y trabajamos en hacer tu día a día más fácil», explica.

Tecnología y testosterona

Pero no todo es inteligencia artificial y metaverso. El liderazgo al frente de las tecnológicas también se ha convertido en parte del debate los últimos tiempos. Mientras las ejecutivas más poderosas de Silicon Valley, como Sheryl Sandberg (Facebook) o Susan Wojcicki (YouTube) han protagonizado una llamativa retirada en los dos últimos años («supongo que llega un momento en el que quieres dedicarte a otra cosa y quizá los hombres toman esas decisiones personales de una manera diferente», reflexiona Clemares) el sector sigue dominado por gurús como Elon Musk , Jeff Bezos o Mark Zuckerberg … ¿ Es el universo tech tan testosterónico por dentro como parece por fuera? «Yo te diría que sí... Pero, en realidad, hay dos mundos. En la parte más tecnológica hay mucha testosterona. Y sabemos que el problema viene de que, a nivel global, solo el 5% de las graduadas en carreras técnicas son mujeres. El conocimiento técnico es muy mayoritariamente masculino y el liderazgo, también. Sin embargo, la parte comercial y de negocio está mucho más equilibrada», explica la ejecutiva.

Clemares reconoce que terminar con la brecha de género en las disciplinas STEM sigue siendo una asignatura pendiente. Y propone un nuevo enfoque. «Las mujeres suelen decantarse por profesiones con un gran impacto social, como puede ser la medicina, pero necesitamos enseñarles que estudiando una disciplina técnica puedes terminar desarrollando una aplicación capaz de detectar el cáncer de mama. Eso tiene un impacto directo en millones de personas. Aunque toda la industria está muy sensibilizada con este tema y hemos puesto en marcha muchas iniciativas, probablemente no es suficiente. Hace falta un ejercicio más holístico», reconoce.

Además de directora general de Google en España, Fuencisla Clemares también es madre de tres hijos. Y como cualquiera ha tenido que desarrollar su propia normativa doméstica sobre el uso de las pantallas y la tecnología. Paradójicamente, lo hace aplicando una estricta política de desconexión digital cuando entra por la puerta de su domicilio. «Cuando llego a casa, pongo mi teléfono en silencio. Y nunca verás mi móvil sobre la mesa. Mi fórmula es mucha educación, mucha conversación y mucho ejemplo. Aunque es cierto que es difícil limitar el uso porque algunas aplicaciones, como YouTube, también se usan para aprender. El problema, más que el tiempo que pasan en ellas, está en saber para qué las utilizan», reflexiona.

Antes de terminar, le pedimos una previsión sobre cómo evolucionará nuestra relación con la tecnología a medio plazo. Lo tiene claro: «Cada vez será más inmersiva. Los asistentes mejorarán muchísimo en los próximos años y la intuición nos dice interactuaremos más con los dispositivos a través de la voz».

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