Magia potagia
Magia potagia
La rocambolesca vuelta de Carles Puigdemont a Barcelona, tras siete años de polémico exilio en Bélgica debido a su liderazgo durante el llamado «proceso soberanista», terminó en una desaparición al más puro estilo Houdini. El político logró llegar al Arco del Triunfo rodeado por su abogado, amigos y periodistas, donde dio un breve discurso. Anunciaron que acudiría al Parlamento, donde debía producirse la investidura de Salvador Illa. Pero, allí, se esfumó. Magia.
Puigdemont se esfumó delante de las narices de muchos y de la infinidad de cámaras de móvil y objetivos profesionales que le apuntaban. ¿Cómo se produjo esta magia? Las teorías, a cual más locas, comenzaron a difundirse. Se barajó si el político podría haber utilizado algún pasadizo secreto en el mismo Parlamento catalán, antaño uparte de na fortaleza militar. Sin embargo, la teoría más loca y favorita en la viralidad puntó a su mujer, la conocida pitonisa y comunicadora rumana Marcela Topor.
La intervención mágica de Topor cayó como una bomba en redes sociales, donde únicamente un truco paranormal se veía capaz de burlar la llamada Operación Jaula, el despliegue policial que se ordenó para detener a Puigdemont. La pareja, sin embargo, se convirtió en inalcanzable para fans del mundo mágico y fuerzas del orden público por igual. No se pudo avistar ni a uno ni a la otra, con el resultado de bomba de humo que conocemos.
En una situación políticamente delicada para Cataluña, cabe celebrar el sentido del humor de los que recuerdan, cada vez que hay ocasión, la vinculación de la pareja con la magia. Fue en unas declaraciones al diario La Razón cuando supimos que Marcela Topor (47 años), en funciones de comunicadora en un canal local catalán y con estudios de filología, es aficionada a los hechizos y sortilegios. «Es una especia de maga», aseguraban amigos de Topor.
Esta narrativa, en principio recibida con incredulidad, se vio reforzada al conocerse que la pareja decidió irse de luna de miel a Transilvania, sin duda un destino exótico y ciertamente propio de amantes de otros mundos. Carles Puigdemont (61) y Marcela tienen dos hijas, María y Magali. La familia tiene una lujosa casa de 250 metros cuadrados en Villa Golf, en la localidad de Sant Julià de Ramis. Tiene jardín y tres plantas y el matrimonio la compró en 2003.
La afición a los ritos ancestrales, a los amuletos y al espiritismo de Marcela Topor llevó a algunos sectores, sobre todo a adversarios políticos, a apodarla 'la bruja de Puigdemont', un mote que la acompaña desde que su marido fue designado presidente en enero de 2016. En el salto a la fama de Carles al ganar las elecciones, la pareja no pensó en refugiarse en la discreción. Para celebrar la victoria, el catalán le propinó un beso en la boca a Topor que la colocó en el foco para los restos.
Hija de un artesano de la madera rumano, Marcela Topor no quedó atrás en gestos curiosos durante durante la toma de posesión del cargo de president por parte de Carles Puigdemont. La comunicadora, pitonisa y actriz (hizo sus pinitos en el teatro), le regaló una réplica del gallo de Horezu, una cerámica de la región de Bucovina quesimboliza la buena suerte. Una buena fortuna que, parece, acompaña a su marido, aún en paradero desconocido.