Hablamos con la neurocirujana Jocelyne Bloch, «La ciencia es un negocio arriesgado»

Gracias a sus investigaciones, tres personas parapléjicas han caminado de nuevo, después de pasar años en una silla de ruedas. Hablamos con la neurocirujana suiza sobre el implante que lo ha hecho realidad, las aplicaciones posibles de esta tecnología y el futuro hacia el que avanza la neurociencia.

Jocelyne Bloch / D.R.

Ixone Díaz Landaluce

El titular ocupó las portadas de todos los medios del mundo hace unas semanas: «Tres parapléjicos vuelven a andar un día después de recibir un implante electrónico». A Jocelyne Bloch (Ginebra, 1971), la neurocirujan a detrás del revolucionario ensayo clínico, el impacto de la noticia no le sorprendió. «Hablar de volver a andar después de una paraplejia siempre levanta muchísima expectación», comenta por Zoom durante unas vacaciones familiares en la nieve. La publicación de su primer estudio, en 2018, ya había atraído el interés de la prensa. Pero esta vez era diferente. El último, publicado en Nature Medicine en febrero, tiene una particularidad: los tres pacientes sufren una lesión medular y una ausencia total de movimientos o sensaciones en las extremidades inferiores.

Es el caso de Michel Roccatti, que en 2017 sufrió un gravísimo accidente de moto. Su médula espinal quedó seccionada y él perdió toda sensibilidad y movilidad en sus piernas. Cinco años más tarde, ha vuelto a caminar. Nadie con una lesión tan grave lo había conseguido hasta la fecha. «Un día después de empezar a practicar, vi que mis piernas se movían otra vez. Fue una emoción muy intensa», explicó Rocatti en febrero durante una rueda de prensa.

Bloch y el neurocientífico Grégoire Courtine empezaron a trabajar juntos hace 10 años en el Hospital Universitario de Lausana. Primero, consiguieron resultados interesantes en ratas. Después, en monos. En 2016 empezaron a probar la tecnología con David Mzee, un joven que se había quedado parapléjico a los 20 años y que ahora, igual que Roccatii, es capaz de caminar durante varias horas al día con la ayuda de un andador. También ha sido padre, algo imposible tras su accidente. ¿Cuándo se dieron cuenta de que la tecnología podía funcionar? «Primero te sorprendes cuando funciona en animales. Pero el día que por primera vez funciona en un ser humano, te das cuenta del potencial que tiene para cambiar la vida de la gente. Pero no es una línea recta, hay altibajos. Por eso, siempre tienes que pensar en el siguiente paso. Es un negocio arriesgado. La ciencia siempre lo es».

Pero también tiene recompensas. «Los pacientes se sorprenden cuando vuelven a caminar. Sus sonrisas son increíbles cuando se ven a sí mismos de pie después de tantos años. Y aunque nosotros ya conocemos el proceso, cada vez que lo ves funcionar te emocionas. Además, eso demuestra que nuestras hipótesis, el diseño de los electrodos o la forma en la que realizamos el estímulo, cada vez es mejor. Es maravilloso poder replicarlo de un paciente al siguiente», explica Bloch.

La tecnología demuestra que las lesiones medulares ya no deben considerarse irreversibles. Pero ese cambio de paradigma encierra un milagro mayor: el equipo de Block ha decodificado y reproducido la comunicación entre el cerebro y la médula espinal. La neurocirujana lo explica así: «Cuando sufres una lesión en la médula, el cerebro está intacto y da órdenes al córtex motor, que transmite esa señal a las piernas. Sin embargo, esa señal se detiene a la altura de la lesión. Lo que hacemos es estimular la parte de la espina dorsal que está desconectada del cerebro, pero que todavía está anatómicamente intacta, con estímulos eléctricos». Para ello, se implanta una «pequeña lengua de silicona» con 16 electrodos sobre los nervios de la médula y justo debajo de las vértebras. Estos emiten pulsos eléctricos sincronizados para activar los músculos de las piernas en el momento preciso y según la actividad. Utilizando un sistema de inteligencia artificial a través de una tableta, se reproducen los impulsos que el cerebro emite para caminar, remar o montar en bici. «Es lo que ocurre de manera fisiológica y que nosotros hacemos utilizando electricidad. Tratamos de imitar la fisiología completando la parte del puzle que falta».

Jocelyne Bloch y Grégoire Courtine, neurocientíficos de la Universidad de Lausana, fundaron la empresa Onward Medical, para desarrollar tratamientos específicos y accesibles / D.R.

La tecnología, en fase de desarrollo temprana, tiene muchas limitaciones. Para empezar, requiere un entrenamiento de varios meses para afinar los movimientos y controlar la intensidad o la cadencia de los impulsos. Los electrodos, además, deben implantarse con precisión milimétrica, pues cada lesión medular es prácticamente única.

Después de estudiar Medicina en la Universidad de Lausana, Jocelyne Bloch quiso dedicarse a una especialidad relacionada con el cerebro o la neurología. «Me decanté por la neurocirugía por toda la acción que implica», explica. Ella es una neurocirujana funcional: «Mi trabajo es poner electrodos en el cerebro de la gente para modular los circuitos y mejorar los síntomas de enfermedades como el Parkinson». Durante dos años también trabajó en un grupo dedicado a la regeneración cerebral. «Con el cerebro tu trabajo no termina nunca. Siempre hay cosas nuevas que descubrir», dice.

Por el camino, también se ha especializado en algo más mundano: el arte de gestionar personas. «Nunca he ido a una escuela de liderazgo, pero creo que soy buena dirigiendo equipos. No me asusta delegar ni necesito controlarlo todo. Tanto yo como Grégoire somos capaces de transmitir un ritmo, una energía y unos resultados inspiradores».

«Aunque andar sea lo más increíble, casi mesiánico, hay muchas otras funciones que se pueden aplicar con esta tecnología»

El siguiente desafío es conseguir que la tecnología que han desarrollado, y que aún está en fase de ensayo clínico, deje de ser tan compleja para el uso cotidiano. «Tenemos mucho trabajo por delante. No solo es importante investigar, sino también pensar en aplicaciones», explica. Para eso, ella y Courtine fundaron la empresa Onward Medical, con el objetivo de desarrollar tratamientos específicos y accesibles. «Aunque andar quizá sea lo más increíble y espectacular, porque parece algo mesiánico después de años en una silla de ruedas, hay muchas otras funciones que se pueden tratar con esta tecnología». Para algunos pacientes, explica, la prioridad quizá no sea tanto caminar como recuperar el movimiento de las extremidades superiores u otras funciones como el control de la vejiga o de la presión sanguínea. «Tiene el potencial de cambiar por completo la vida de las personas parapléjicas».

Jocelyne Bloch lo explica con un ejemplo. «Hace medio siglo, cuando se empezaron a implantar los primeros marcapasos, había un ordenador enorme conectado al paciente y a su corazón. Ahora, nadie sabe si lo llevas y tiene muchísimas más funciones. No significa que hayas curado el problema de las arritmias, pero se ha convertido en una herramienta que no es problemática. Y creo que en los casos de lesión de la médula espinal pasará lo mismo. ¿Significa eso que estos pacientes andarán con normalidad en 10 años? No lo creo, pero sí veo un cambio de paradigma a medio plazo». Para empezar, en solo cinco años, la capacidad de estimular la médula espinal ha cambiado de manera radical. «Ahora no solo tenemos la posibilidad de estimular sino también de grabar la actividad del cerebro y poder inducir esos estímulos en el momento adecuado. Eso es nuevo». Como dice Jocelyne Bloch, con la ciencia y el cerebro el trabajo nunca se termina.

Temas

Actualidad

20 de enero-18 de febrero

Acuario

Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más

¿Qué me deparan los astros?