entrevista

Juan Gómez-Jurado: «No soy un un escritor carne de premio Nobel; soy un caniche con sombrero, pero soy el mejor»

Es el escritor español más leído del momento. Después de siete novelas superventas. Juan Gómez-Jurado cierra el círculo del universo Reina Roja con Todo muere, su último libro. Hablamos con él.

El escritor Juan Gómez-Jurado. / EDICIONES B

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

«Por expreso deseo del autor, en este libro no se incluye la clásica sinópsis de la historia», reza la contraportada de Todo muere, última entrega del universo Reina Roja que Juan Gómez-Jurado ha expandido a lo largo de siete novelas, 15 años de trabajo y más de seis millones de ejemplares vendidos. «Es la primera vez que me dejan hacerlo», cuenta con satisfacción el escritor, que también es autor de la saga infantil Amanda Black junto a mujer, la psicóloga Bárbara Montes.

Cuando toca hablar de su obra o del siguiente proyecto que tiene sobre la mesa, Gómez-Jurado se empeña en ponerse críptico. Es parte, sin duda, de su éxito comercial. Y sin embargo, cuando reflexiona en voz alta sobre sí mismo se convierte en un libro abierto. Ha explicado, por ejemplo, que estaba arruinado y recién divorciado cuando se alojó en la hospedería del Valle de los Caídos para escribir El paciente, su primera novela. O que descubrir, en plena treintena, que fue un niño adoptado le dejó un enorme vacío pese a haber tenido la infancia feliz que cualquiera querría. Y ahora, cuando cierra el círculo de su archifamoso universo literario, se sincera sobre los rigores del éxito y la presión de ser el escritor más leído en español.

Después de escribir un bestseller, toca venderlo. ¿Cómo lleva lo de hacer promoción? Muchos escritores lo detestan...

Para mí siempre ha sido la parte más divertida de mi trabajo porque me permite estar en contacto con la gente y, de alguna manera, formar parte de sus vidas. Es gasolina para esos momentos difíciles en los que estás solo delante de la página en blanco y tienes que llenarla. Esa es la parte más difícil de mi trabajo.

MUJERHOY. De su último libro apenas se sabe nada salvo que sirve para cerrar el universo de Reina Roja. Cuénteme, al menos, qué sensación le invadió cuando escribió las últimas líneas.

JUAN GÓMEZ-JURADO. Me gustaría contarte algo bonito y fácilmente empaquetable para una respuesta, pero tengo malas noticias: la última página del libro, esas últimas líneas, las escribí hace años. Sería el año 2021… No me acuerdo de lo que se me pasaba por la cabeza en ese momento.

¿Y recuerda cómo se encendió la chispa que dio lugar a todo ese universo?

Sí, y ahora ya la puedo contar de una manera más natural. La esencia, el andamiaje de todo lo que los lectores han ido descubriendo durante década y media y que es el equivalente a decir que Bruce Willis estaba muerto en El sexto sentido, era una premisa muy localizada y muy poderosa. Me vino a la cabeza mientras estaba intentando dormir a mi hijo en la playa a las tres de la mañana. No lo conseguía y salí a dar vueltas con el carrito. Y allí se encendió la chispa de Reina Roja y de personajes como Antonia Scott, el señor White o Aura Reyes.

Por cierto, ¿en qué momento decide que un libro está listo, que no va a cambiar ni una coma más?

Esa decisión no la tomo nunca, nunca jamás. Si no me quitaran el libro de las manos, seguiría reescribiendo y jamás lo entregaría. De hecho, si ahora mismo cogiera uno de mis libros y lo abriera por una página al azar, encontraría una frase que escribiría de otra manera. Pero es normal. Ya no soy la misma persona que era el jueves pasado. Los libros son como fotografías de su autor, cuentan quién eras cuando los escribiste.

Se despide de unos personajes que le han acompañado durante muchísimo tiempo. ¿Está de luto o es una pequeña liberación?

Ni una cosa ni la otra. No me he despedido de ellos del todo porque sigo vinculado a la adaptación audiovisual. Además, siguen formando parte de mi vida a nivel sentimental. Todos los días se me acerca alguien para hablarme de su experiencia con mis libros: cómo se han divertido, cómo les han ayudado en un momento determinado… Sí es cierto que tengo una sensación de consecución, de haber sido capaz de sacar al niño de la universidad, de tirar el birrete al aire, como en las graduaciones americanas.

Es usted el escritor más leído en lengua española. Un título así, ¿se lleva con orgullo o puede más la presión?

No, ya no…. Por una razón muy sencilla. Estuve ahí, lo pasé muy mal y no me apetece estar en esa situación de nuevo.

El autor del universo Reina Roja. / edicones b

¿De cuándo estamos hablando?

Hará dos años. Fue un momento bastante oscuro para mí. Cuando salió Todo arde yo no podía contar que pertenecía al universo Reina Roja. Era algo que nos habíamos guardado para que los lectores lo descubrieran poco a poco. Cuando tomamos esa decisión, yo ya sabía lo que iba a suceder. Cada libro era un género distinto con protagonistas diferentes y sabía que mucha gente lo iba a odiar. Lo tenía clarísimo porque lo había vivido en mis propias carnes cuando Raquel Martos y yo sustituimos a otros compañeros en Onda Cero. Julia Otero nos advirtió: «Que sepáis que durante el primer mes, os van a odiar. Seréis lo peor de lo peor».

¿Y fue así?

Fue exactamente lo que pasó. El libro estaba batiendo récords, vendió aún más que Rey Blanco, pero yo lo pasé realmente mal porque había comentarios muy dolorosos de lectores que no estaban participando de la propuesta. Me agobié mucho. Estando en Barcelona, después de una presentación a rebosar de gente y con el libro batiendo récords, tuve una madrugada muy triste, muy jodida. Estaba en un octavo piso, miraba por la ventana y me planteaba seriamente si no sería más fácil dar un salto desde allí y terminar con todo ese sufrimiento.

Madre mía.

Fue como un aluvión de tristeza. Me sentía horriblemente mal. En las circunstancias adecuadas te puedes quedar jodidísimo. Luego, me volví a la cama y decidí que no quedaba más remedio que seguir adelante. Pero, durante un buen rato, miraba hacia afuera y pensaba: «Todo esto, ¿para qué?». Así que, respondiendo a tu pregunta, he estado ahí. En un momento dado, sentí toda esa angustia. La angustia de verdad.

¿Y se inmunizó?

No, pero ahora lo paso menos mal que antes. Haber tenido toda esa oscuridad delante me hizo pensar que, aunque en un momento dado te puedas sentir incomprendido, también hay mucha gente que disfruta con tus libros. Se acercan, te dan un abrazo o te cuentan que les has ayudado a superar una depresión, una hospitalización o que, simplemente, se han divertido. Y eso supera a todo lo demás y equilibra la presión.

Habla mucho más de los lectores que de la crítica. ¿Le preocupa lo que opinen los expertos?

Es que yo siempre he recibido críticas buenísimas. Entonces, ¿qué te voy a decir? En España siempre han sido buenas y Reina Roja ha recibido más de 20 premios internacionales. ¡Solo faltaría que hablara yo mal de la crítica! Además, soy muy consciente de quién soy y de lo que soy.

¿Y qué es?

Soy un escritor divertido, soy un contador de historias, soy un caniche con sombrerito. Podemos llamarlo rapsoda o utilizar nombres más nobles, pero viene a ser lo mismo. Distráeme y hazme olvidar que el mundo es una mierda. Eso es lo que yo hago, no tengo otra pretensión. No soy ni un escritor literario ni carne de premio Nobel. Soy un caniche con sombrero y estoy muy orgulloso de ello. A mí siempre me ha gustado escribir, pero desde pequeño tenía claro lo que era. Eso sí, también sabía que iba a ser el mejor caniche con sombrero.

Me lo imagino poniéndose a escribir estos días con toda la actualidad de fondo: desde la DANA hasta el MeToo español o la victoria de Trump. ¿Cuánto del mundo real se filtra en sus libros?

No ocurre de una manera tan episódica o temporal, pero sí se impregnan de la corriente imperante en el mundo. Eso es inevitable. Después de leer Todo arde, en aquella etapa tan oscura y jodida que te contaba antes, un lector me hizo un comentario sobre por qué las tres protagonistas del libro eran mujeres. Dijo algo así como: «Si sigues escribiendo libros destinados al mercado femenino, no cuentes con que yo te los compre». Y yo pensé: «Qué bonito momento para incluir más personajes femeninos en mi siguiente novela». De hecho, en Todo vuelve había personajes masculinos que terminaron siendo mujeres.

Si no quieres taza, taza y media, ¿no?

Eso es. Esa es mi reacción. Yo no cojo algo de la realidad y lo vuelco en la historia, pero a veces hago estas cosas. La digestión de la literatura es muy distinta a la del periodismo.

Por cierto, ¿por qué le interesan más los personajes femeninos?

Porque me cuesta mucho más escribirlos, tengo que trabajar muchísimo más y puedo cometer más errores. Es un desafío mucho mayor y eso lo hace más interesante. Además, estoy rodeado de mujeres: Bárbara, mi editora, la editora asistente, la editora técnica, la correctora, mi documentalista… Por no hablar de mis amigas. Antes de que nadie haya leído el libro, pasa por las manos de siete u ocho mujeres. Si meto alguna vez la pata, se aseguran de decírmelo.

Juan Gómez-Jurado. / ediciones b

Ken Follet tiene una biblioteca enorme en su casa dedicada exclusivamente a su obra: todas las ediciones, las traducciones, los formatos… ¿Es fácil caer en la autocomplacencia del autor superventas?

Me gustaría decirte que quiero tener una estatua en Vitoria en la que se caguen las palomas, pero ni Bárbara ni yo tenemos nuestros libros en casa. Al principio, sí tenía una estantería de esas: las ediciones, las traducciones, revistas conmigo en la portada… Una especie de monumento al ego.

¿Y qué pasó con ella?

Cuando me divorcié de mi primera esposa, conocí a Bárbara y nos fuimos a vivir juntos, me preguntó: «¿Y todo esto?». Acabé llevándolo todo al trastero. Y ahí está. Y menos mal, porque llevamos casados desde 2017 y hemos escrito 11 libros de Amanda Black juntos. Pusimos una barrera, que coincidió con la explosión del universo Reina Roja, y estuvo bien porque nos dimos cuenta de que teníamos que tener un sitio libre de nombres propios. Ahora en casa tengo los libros de mis amigos, como Rodrigo Cortés o Arturo González Campos.

Con ellos dos y Javier Cansado sigue compartiendo el podcast Todopoderosos. ¿Qué le proporciona ese formato que no encuentra en la escritura?

Tú escuchas un podcast, pero para mí es pasar dos horas con mis amigos. Tengo que tener cuidado porque es un personaje que se parece mucho a mí, pero que tengo que llevar con correa porque todo se está grabando. Los tres son tan divertidos, tan inteligentes y les quiero tanto, que esas horas con ellos son puro amor y luz. Y encima, la gente nos escucha. Y eso es muy de agradecer.

¿Piensa ya en términos de legado literario o maneja su carrera con cierta improvisación?

Tengo proyectos más bonitos, menos bonitos, más aspiracionales, más técnicos… Mi editora, Carmen Romero, que es una persona mucho más inteligente que yo, me ayuda a planificar. También Bárbara, por supuesto. Son decisiones que se toman en común porque lo que yo haga afecta a más personas. En ese sentido, sí siento cierta responsabilidad. Por mucho que me apeteciera escribir una novela de literatura fantástica, que es el género que más me gusta y al que siempre he querido hincarle el diente, sé que ese momento no ha llegado todavía porque ahora toca estar en otro sitio.

¿Qué es lo mejor de ser un autor superventas como usted?

El contacto con las personas, que a veces puede ser muy melodramático, no te creas. Hace poco hablé con una señora que estaba muy enferma y necesitaba saber cómo terminaba la historia. La llamé por teléfono y se lo conté.

¡Qué me dice!

Sí. Me escribió su hijo para contarme que estaba muy mal. Le llamé para comprobar que no me estaban tomando el pelo y al ver que era verdad, no tuve ningún inconveniente en hablar con ella y contárselo. Luego hay cosas muy cómicas, como el novio que viene a la firma de tu libro y te pide que, a su señal, le des un anillo de compromiso a su novia para pedirle matrimonio allí mismo. Al año siguiente, vienen ya casados, ella embarazada…

Pues también tiene un buen anecdotario para una biografía.

No solo es eso. Cuando está pasando, es muy bonito. Te sientes como papa Noel. Te das cuenta de que hemos construido algo poderoso, hermoso, lleno de ternura y alegría, un espacio seguro para pasar un rato estupendo entre amigos. Otras veces te dan un abrazo o llega un niño con unas croquetas porque sabe lo mucho que te gustan. Igual no están ni buenas, pero tú te las comes. Es algo muy especial que solo ocurre porque un día se me ocurrió abrir el Word y ponerme a contar lo que se me pasaba por la cabeza.

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