Kaja Kallas, primera ministra de Estonia. / Jorge Monedero

Kaja Kallas, primera ministra de Estonia: «Si Putin se sale con la suya, su apetito crecerá»

Ejemplo de esa Europa que crece al norte de la UE liderada por mujeres, la primera ministra de Estonia planta cara a Putin, prepara su visita a Madrid esta semana y nos invita a un despacho oficial por el que no siente apego.

En plena crisis de Gobierno, con la gestión de la pandemia aún reciente y una guerra a las puertas de Europa, la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, recibe a Mujerhoy en su despacho oficial en el centro de Tallin serena y sonriente. Tiene un discurso políticamente cargado, pero lleno de pragmatismo, sin dogmas.

Kallas (Tallin, 1977) es accesible, natural y espontánea, tanto que a veces se le olvida que está en una entrevista. Puede decirse incluso que disfruta de la atención mediática internacional que le ha granjeado convertirse en una de las voces más potentes de la Unión Europea contra Vladimir Putin.

Aunque su padre, Siim Kallas, fue también jefe de Gobierno del país entre 2002 y 2003, ella acabó en política casi por accidente. «Cuando estaba en la universidad, decidí escoger cualquier cosa menos lo que hace mi madre, que es médica; lo que hace mi hermano, que trabaja en finanzas; o lo que hacía mi padre, que era político. Así que opté por el Derecho.

Quería ser la mejor en lo que hiciera y que no me compararan con nadie. Ni siquiera tenía ídolos cuando era niña porque nunca quise ser como nadie, quería ser yo,» asegura. Aunque la política no entrase en sus planes, ha sido fiel a ese principio innegociable. Es la primera mujer en ponerse al frente del Gobierno de su país y los analistas políticos sí se han puesto de acuerdo con ella en que no se parece a ninguna otra líder.

Reputada abogada especializada en competencia, fue la primera socia de los bufetes para los que trabajaba. Con apenas 27 años, ya había tocado techo profesional. Con el país atravesando grandes cambios en los 90 y el comienzo de siglo, Kallas se mostraba cada vez más activa en la sociedad civil y compartía sus ideas en artículos que llamaron la atención de los compañeros de partido de su padre.

Fueron ellos quienes le ofrecieron dar el salto y en 2011 entró en política. Eurodiputada entre 2014 y 2018, solo siete años después de llegar al partido se convirtió en su líder y en la primera ministra de Estonia. Una carrera meteórica que le ha llevado a tomar las riendas del país en una de las etapas más difíciles de su historia reciente.

«Estoy en una posición única, porque tengo a alguien como mi padre que ha tenido este trabajo, uno que muy pocos han desarrollado. Es un apoyo muy valioso. Primero, porque es una persona en la que confío plenamente. Y también porque es alguien que conoce los retos que implica. Es el mejor asesor que podría tener», reconoce la primera ministra con una sonrisa y un marcado brillo en los ojos.

Pero su padre apenas estuvo en el cargo un año y, desde luego, no tuvo que enfrentarse a una pandemia, una crisis económica, una crisis energética y una guerra. «Me dice a menudo que él jamas lo pasó tan mal como me ha tocado pasarlo a mí», concede.

Estonia es el país de Europa que más armas ha enviado a Ucrania desde que comenzó la guerra. Kallas también se ha erigido en la voz más potente en su oposición a cualquier diálogo con Putin, al contrario que el francés Emmanuel Macron o el canciller alemán Olaf Scholz. Entiende que quieran servir de intermediarios al presidente Zelenski para buscar una salida al conflicto, pero cree que esas conversaciones no llevan a ninguna parte. «Cada vez que alguien habla con Putin, no entiende que está aislado políticamente.

Debe ser aislado también económicamente. Además, nada bueno ha salido de esas conversaciones; después de esas llamadas, siguen cometiéndose crímenes de guerra. Incluso a mayor escala». La primera ministra teme que la guerra sea larga, pero cree que la única salida viable al conflicto es una victoria militar.

«Lo que nos inquieta, y también a Ucrania, es que se llegue a algún tipo de pacto a nuestras espaldas y que tenga un alto precio para nosotros. Nos preocupa que Ucrania se vea forzada a un acuerdo de paz que no pueda aceptar, que suponga ceder parte de su territorio».

La invasión se ve de otra forma desde Estonia, con una frontera con Rusia que se extiende a lo largo de 294 kilómetros y una historia marcada por la opresión bajo el yugo soviético. «Para gran parte de los países europeos, el fin de la Segunda Guerra Mundial supuso el fin del sufrimiento, mientras que para los países del Este y el Centro de Europa, las atrocidades no cesaron cuando llegó la paz.

Kallas con su homóloga finlandesa, Sanna Marin / Getty Images

Y eso es lo que estamos reviviendo en Ucrania. Tenemos que llevar los crímenes de guerra a los tribunales. Putin debería ser juzgado por crímenes de guerra, está llevando a cabo un genocidio. Si la agresión le sale rentable, si se sale con la suya, tal y como ha ocurrido con Crimea, el Donbás o Georgia, su apetito solo crecerá», advierte.

A pesar de las diferencias sobre cómo tratar con Putin o las dificultades para aprobar el último paquete de sanciones contra Rusia, la primera ministra defiende la cohesión de la UE en su respuesta a la guerra. «Putin no cree en el multilateralismo, ha sido una sorpresa desagradable para él que nos hayamos mantenido tan unidos. La cuestión fundamental ahora es cómo salimos de esta guerra. Si lo hacemos bien, seremos más fuertes, saldremos más unidos», asegura.

En su agenda oficial hay un viaje que ha adquirido gran importancia. Esta semana, los próximos 29 y 30 de junio, acudirá a la cumbre de la OTAN que se celebra en Madrid, y que conmemora los 30 años de pertenencia de España a la organización. Será una cita histórica porque la invasión rusa de Ucrania ha resignificado el papel de la alianza transatlántica en el mundo.

Países tradicionalmente neutrales como Suecia y Finlandia han solicitado su ingreso y será una de las cuestiones fundamentales que los líderes aborden. Kallas celebra el cambio de posición de ambos países. «Si no fuéramos miembros de la OTAN, estaríamos viviendo un momento muy oscuro ahora mismo. El artículo 5 establece que un ataque contra uno de los países miembros es un ataque contra todos. Si no nos sentimos amenazados ahora es porque un ataque contra nosotros sería a su vez un ataque a Estados Unidos».

Por eso acude a la cumbre con un objetivo claro: volver con un acuerdo que refuerce las posiciones de la alianza en el Este y disuada a Putin de ordenar nuevas invasiones. «Los países bálticos tenemos que ser capaces de responder ante una agresión militar desde el primer día, no cuando ya han pasado cien.

Sabemos cómo opera Rusia. Hemos visto lo que ha hecho en Mariupol y en Bucha. Si Rusia avanza, significará la destrucción total del territorio ucraniano y torturas para la población. Tenemos que mejorar nuestros sistemas de defensa para que el agresor ni siquiera se plantee dar ese golpe. Necesitamos un plan militar», sostiene rotundamente.

Si la primera ministra habla abiertamente de recursos militares y estrategias de defensa es porque está librando también una batalla. Existe un debate sobre la utilidad de una intervención militar en Ucrania, pero nadie se atreve a dar un paso que sí se dio e n otros lugares como Afganistán.

«Cuando discutimos la cuestión con los líderes de la OTAN, todos entienden que, si pudiéramos entrar en Ucrania y acabar este conflicto ahora mismo, detendríamos el sufrimiento de los civiles. Pero no todos creen que no se extendería la invasión a ningún otro lugar. Si la intervención militar supone que el conflicto bélico también llega a tu país, ya se plantea un escenario completamente distinto.

Cada primer ministro está velando por la seguridad de sus ciudadanos y estoy segura de que esto les quita el sueño cada noche.» Esta semana en Madrid coincidirá con el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, con quien ha mostrado estar en sintonía en el pasado. Kallas confirma la «excelente relación» con «Pedro», a quien agradece el apoyo en la crisis de Ucrania y la firme posición de España.

También confía en que esta cumbre de la OTAN se convierta en una fecha clave para la organización. «Tiene una voz con mucho peso en la mesa del Consejo Europeo y entiende la gravedad de la situación, a pesar de estar mucho más lejos del conflicto», explica.

La decisión de Finlandia y Suecia de entrar en la OTAN, el voto en referéndum de Dinamarca para participar en la política de defensa de la Unión Europea, o la respuesta de Estonia frente a la guerra, que pasa en gran medida por armar a Ucrania, las han tomado mujeres.

Sanna Marin, como primera ministra de Finlandia, Magdalena Andersson, al frente del Gobierno de Suecia, Mette Frederiksen, la líder socialdemócrata de Dinamarca, y Kaja Kallas componen un nuevo liderazgo femenino que ha recogido el testigo de la canciller Merkel y también ha reconfigurado el mapa del poder en Europa. «Demuestra que las mujeres son decididas, que saben lo que está en juego y lo que es importante para sus países.

Estamos luchando por las próximas generaciones y defendiendo su futuro. Y hay un entendimiento evidente entre nosotras: si hacemos las cosas mal, ya no podremos echar marcha atrás». En los poco más de 100 años de independencia de Estonia, interrumpida de 1940 a 1991 por la ocupación soviética, Kallas es la primera mujer en ocupar el cargo.

Aunque bromea cuando se le pregunta si se siente sometida a más o menos presión que sus compañeros –«Nunca he sido primer ministro», dice– reconoce que la «han criticado por cosas por las que no se criticaría jamás a un hombre».

Al margen de la situación en Ucrania, son días duros para la primera ministra. «Hoy es mucho más fácil estar en la oposición», dice con una media sonrisa. Busca un nuevo socio de Gobierno tras haber puesto fin a su coalición por desavenencias con los dos partidos con los que gobernaba. Al cierre de esta edición, había salvado la crisis gracias a un acuerdo con socialistas y conservadores.

Pero durante la entrevista, parece cualquier cosa menos inquieta. « Vivo al día, tratando de hacer lo correcto. En política nunca se sabe, puedes caer en cualquier momento. Debes estar preparada». ¿Y si cae? « Volveré a ser abogada. No es cuestión de vida o muerte seguir en este despacho».

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