una novelista en pie de guerra

Lauren Groff, escritora: «Nací con un trastorno obsesivo compulsivo. Tengo que trabajar en varios libros a la vez para luchar contra mi perfeccionismo»

Convertida en la nueva estrella de la literatura norteamericana, y en una de las autoras favoritas de Barack Obama, Lauren Groff combate todos los males de nuestro tiempo en sus novelas. Y ahora, también, desde su propia librería...

La escritora Lauren Groff. / kristin kozelsky

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Entre los cientos de libros que la novelista Lauren Groff (Cooperstown, Nueva York, 1978) atesora en la biblioteca de su casa, una parte bastante respetable de su colección está compuesta por manuales de supervivencia. «Ya era un poco paranoica incluso antes de la pandemia y tengo muchos libros que te enseñan cosas como cinco maneras de hacer un fuego. Pero en caso de desastre, estaría tan indefensa como cualquiera. Lo único que podría hacer es volver a leerlos», reconoce desde su casa en Florida. Pero la inversión no ha sido del todo en balde.

Después de escribir novelas tan celebradas como Arcadia, En manos de las furias o Matrix, y convertida en una de las escritoras contemporáneas más reverenciadas por la crítica, Groff acaba de publicar La tierra más salvaje (Lumen), una novela de supervivencia que arranca cuando su protagonista, una joven sirvienta de un asentamiento inglés del siglo XVII, escapa para adentrarse sola en el salvaje territorio norteamericano.

Para su autora, este libro es prácticamente un autorretrato. «Aunque nunca he estado sola y muerta de hambre en un bosque, el viaje espiritual de la protagonista es algo que siento muy próximo a mí». La escritora creció en un hogar de profundas convicciones religiosas. « Fui educada en la iglesia presbiteriana, que era muy estricta y física y espiritualmente agotadora, con misas de hasta cuatro horas. De niña era muy devota. Luego, esa devoción se tradujo en fervor por la literatura, que era la válvula de escape de esos sentimientos. Y después, cuando tuve hijos, darlos a luz amplió esas ideas espirituales. Ha sido un proceso difícil, con el que he peleado mucho», razona autoexaminándose.

Cita la obra de Emily Dickinson como una referencia indiscutible durante su adolescencia. «Leía mucho porque era muy tímida y era mi forma de tener una vida muy vibrante sin pasar miedo. Desde los 12 a los 20 escribía poesía y me lo tomaba muy en serio hasta que me di cuenta que no era una buena poeta», dice riéndose.

La escritora favorita de Barack Obama

Groff recuerda como algo «terrorífico» confesarle a su familia que quería dedicarse a escribir cuando todo el mundo esperaba que se convirtiera en pediatra o abogada. Después de terminar la universidad tuvo «algunos trabajos horribles de camarera o administrativa», hasta que decidió apostar por una carrera literaria. Saltó a la fama en 2016 cuando su libro, En manos de las furias, se convirtió en un fenómeno editorial y en finalista del National Book Award. Se lo debe, en parte, a Barack Obama, que destacó la novela como su favorita del año. «Me escribió una carta preciosa que enmarqué y está colgada en la pared. Le estoy muy agradecida. Para ser sincera, le amo. Y estoy muy triste de que ya no sea nuestro presidente».

Pero esa clase de exposición pública también se cobró algunos peajes. « Publicar mi primer libro casi me mata. Soy muy tímida y exponerme fue muy difícil para mí, estuve muy deprimida», confiesa. De la experiencia aprendió a disociarse. «La autora, que es la que habla ahora mismo, es la cara pública de la obra; la escritora es una persona mucho más vulnerable. Eso me permite aislarme de la presión: la autora puede con eso; la escritora no. Sé que suena a locura, pero es la forma que he encontrado de hacerlo», reflexiona.

Lauren Groff. / megan brown

El proceso creativo de Groff ha alimentado su leyenda de novelista prodigiosa: escribe sus borradores a mano, pero jamás vuelve a leerlos. «Tengo que confiar en que los elementos que pertenecen al libro volverán a mí en cuanto haya encontrado la estructura». Y trabaja en varios libros a la vez. Cada proyecto tiene un espacio de trabajo diferente en su casa y cada mañana decide a qué dedicar el día. « Nací con un trastorno obsesivo compulsivo y eso es muy complicado de gestionar para un escritor. Si eres muy perfeccionista, nunca terminas nada. Tengo que trabajar en varias cosas a la vez para quitarme esa presión».

Hasta que, un día, la historia no le pide más. «Miro a mis libros como a mis hijos: son personas extraordinarias, bellas, valiosas, pero llenas de defectos. Y llega un punto que, como escritora y como madre, no puedo cambiar esos defectos. Eso no quiere decir que no me gustaría volver atrás y reescribir algunos de mis libros. Todavía en las noches de insomnio pienso: «Ahora soy mayor, más sabia, podría hacerlo mejor».

Explorar el pasado a través de sus libros es su forma de pensar un futuro que le preocupa mucho. «La ficción histórica tiene mala reputación porque para algunos es como tratar de ser un turista en el tiempo. Por un lado, quiero entender por qué hemos llegado hasta aquí y también pensar en una nueva forma de relacionarnos con el mundo natural», explica. Para Groff eso pasa por un cambio radical de paradigma. «¿Por qué nos creemos más importantes que las ballenas, que son criaturas extraordinarias? Merecen los mismos derechos que nosotros nos hemos dado. Y creo que eso pasa por restar importancia al papel de la humanidad con respecto al mundo natural, por ponernos en igualdad de condiciones. Necesitamos más narrativas que rompan con la arrogancia humana. Quizá esa sea la única manera de salvar el planeta», opina.

Una librería para luchar contra la censura

Otra posible distopía: la irrupción de la inteligencia artificial. Groff no pertenece al banco de quienes minimizan su impacto. Para ella, la amenaza es evidente. «Quienes lo ven como una oportunidad tienen una visión corrupta de lo que es el arte. Creen que el arte es el producto, pero en realidad es el proceso. No hay atajo. El arte ocurre en el artista. Y luego, si tienes suerte, lo compartes con el resto del mundo», apunta. ¿Cómo cree que nos juzgarán las novelas históricas del futuro? «No creo que nos miren con buenos ojos. Pensarán que éramos unos egoístas, grotescos y absurdos. La idea de que Donald Trump pueda volver a ser presidente de Estados Unidos es la cosa más absurda del mundo».

Muy concienciada con la crisis climática, y alarmada por la polarización política que domina el debate público, la escritora y su marido llegaron a plantearse seriamente abandonar el país si Trump consigue volver a la Casa Blanca este año. Sin embargo, han decidido quedarse. «Soy una privilegiada: una persona blanca, con recursos y educación. Hemos decidido luchar con todo lo que tenemos», anuncia.

Se refiere a su último proyecto. Aunque sigue escribiendo sin pausa, últimamente Groff dedica «12 horas al día» a preparar la inauguración de su primera librería. «Florida es el epicentro de la prohibición de libros en Estados Unidos, están censurando miles de obras. De temática LGTBI, pero... ¡también a Shakespeare! En un condado han llegado a prohibir el diccionario por contener la palabra «sexo». Es terrible. Ignorancia camuflada de control parental. Estoy furiosa. Como individuo hay poco que puedas hacer, pero como propietaria de un negocio puedo combatirlo llevando obras prohibidas a las manos de la gente», dice. Groof menciona a su vecina, una niña transexual que vive en su misma calle. «La quiero muchísimo y la idea de que no pueda verse reflejada en los libros me indigna», explica.

¿Cómo se imagina un segundo mandato de Donald Trump? « Si vuelve a ser presidente, la democracia habrá terminado. Se acabó. Será como en '1984'. Solo podremos decir y leer ciertas cosas y las personas vulnerables aún lo serán más. Estoy aterrorizada».

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