Marina Abramovic: «Casi muero por amor, pero el trabajo me salvó»

Hablamos con la reina de la performance radical sobre la plenitud a los 70 años, su pasión por María Callas y la imposibilidad de salvar el mundo a través del arte.

Retrato de la artista Marina Abramovic. / getty

Marita Alonso
Marita Alonso

Tras pasar unos días en Palma de Mallorca, donde ha inaugurado la exposición Life Death Inbetween y ha presentado la ópera 7 muertes de María Callas en el Atlàntida Mallorca Film Fest , lo primero que Marina Abramovic (Belgrado, 1946) comenta al entrar en la habitación es lo mucho que los horarios españoles le están trastocando la existencia. Llamadnos simples, pero no nos esperábamos que la reina del arte performance, y Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021 , comparta con el resto de turistas la eterna controversia sobre los horarios españoles...

Pero en cuestión de segundos, pasamos de hablar de las cenas tardías a la omnipresencia de la muerte en su arte, en el que explora tanto los límites de su resistencia mental y física como los de su público. «Pienso en la muerte todos los días. La primera vez que comencé a hacerlo fue la primera vez que celebré mi cumpleaños, porque fue cuando me di cuenta de que, tarde o temPrano, iba a morir. Cuanto más piensas en la muerte y en lo corta que es la vida, más la disfrutas. Lo que más miedo me da es morir asustada o enfadada, pero lo cierto es que estoy de buen humor la mayoría del tiempo. Aunque mi vida no ha sido fácil, a medida que cumplo años, lo más habitual es que les diga a mis amigos que lo que no podemos hacer es caer en la depresión...».

De hecho, su abuela decía que la vida comienza a los 70 años, un pensamiento que comparte sin reservas. «Me siento mucho mejor ahora que cuando era joven, la juventud es muy complicada: estás insegura de ti misma, de la vida, de tu trayectoria emocional... En cambio, ahora lo tengo todo claro. No me queda mucho por delante». Y así la muerte vuelve a asomar la patita en nuestra charla con la mujer que antes usaba unas zapatillas de andar por casa en las que se leía Fuck negativity [a la mierda la negatividad].

Parece que Abramovic, una de las figuras más influyentes de nuestro tiempo, no necesita ya elementos externos con los que (intentar) ser feliz. Es habitual escuchar que 7 muertes de María Callas, la obra realizada entre Abramovic y Willem Dafoe en la que la artista muere a manos del actor de diferentes formas, es fruto de la profunda admiración que siente por la cantante.

En 7 muertes de María Callas, Abramovic y Willem Dafoe recrean el final de siete heroínas que encarnó la diva italiana. / DR

En 7 muertes de María Callas, Abramovic y Willem Dafoe recrean el final de siete heroínas que encarnó la diva italiana. / DR

«Siento mucha afinidad hacia ella porque creo que nuestras vidas tienen mucho en común. Ella era capaz de querer tanto que estaba dispuesta a morir por amor. Yo casi muero por amor, pero el trabajo me salvó. Ella manda un mensaje muy potente, que es el de que las mujeres fuertes son vulnerables. Si tienes talento, no puedes tirar la toalla», asegura.

Consciente de su inconmensurable don, Marina se reinventa constantemente. Hace 10 años comenzó a trabajar en la institución Marina Abramovic Institute, que promueve y difunde la performance en todo el mundo, y ahora ha convertido su obra El Héroe, de 2001, en formato NFT (archivos digitales).

Cuanto más piensas en la muerte y en lo corta que es la vida, más la disfrutas

marina abramovic

Aunque cree en la urgente necesidad de heroísmo en el arte, considera imposible que este pueda salvar el mundo. Comenta que la pregunta de si algo es realmente arte surge siempre que alguien pone en marcha algo experimental, y se niega a que la gente se lance a criticar las nuevas vertientes artísticas sin tan siquiera intentar comprenderlas.

Cansada de que le pregunten en qué consiste su trabajo, confiesa que le encanta decir que es una enfermera neozelandesa... Una mentira de la que, por cierto, se arrepintió en una ocasión. «En un viaje, se lo dije a un señor porque nadie me pregunta de qué se trata esa profesión cuando finjo ser enfermera... Y entonces, ese hombre me dijo que él era alimentador de mosquitos. ¿Cómo iba yo a superar eso? Se dedicaba a dejarse picar por ellos y luego analizaban su sangre».

Abramovic defiende esas nuevas artes con la naturalidad y emoción con la que alguien de la generación Z lo haría. «Lo que está ocurriendo en la actualidad con los NFT es lo mismo que ocurría en los años 70 con el arte performativo, cuando teníamos al mundo en contra. Yo apoyo este tipo de arte profundamente, porque quienes lo trabajan tienen incluso ocho años... Hablamos de cerebros jóvenes que están investigando cómo hacer de este mundo un lugar mejor y que están buscando la solución a través del arte».

Sin embargo, ella sigue pensando que no hemos de exigirle tanto al universo artístico. «Al depositar siempre en otros la presión por cambiar las cosas, nos olvidamos de nuestra responsabilidad de hacerlo. Lo que yo me pregunto es cómo puedo cambiar algo yo misma, una pregunta que todos tenemos que hacernos a nivel individual. Todos podemos cambiar el mundo, pero hemos de recordar que el arte no puede hacer el trabajo que los individuos han de poner en marcha por sí mismos», sentencia.

El sufrimiento es un profesor capaz de ofrecerte una perspectiva diferente

marina abramovic

En sus obras es habitual ver a Marina llorar, algo que no ha de extrañar a quien conozca su filosofía de vida, porque cree firmemente que el dolor es la puerta del conocimiento. En La sociedad paliativa (Capitán Swing), Byung-Chul explica cómo hemos desarrollado una fobia al dolor en la que ya no hay lugar para el sufrimiento. Lejos de abrazar el estado de anestesia permanente imperante, Abramovic defiende el llanto y el sufrimiento.

«Como me encanta llorar, lloro muchísimo. Si veo una película que no me hace llorar, algo falla. Las emociones son algo maravilloso. No entiendo esos países del norte de Europa en los que se guardan las emociones porque piensan que son algo de lo que avergonzarse. En cambio aquí, en España, todo el mundo llora... Me encanta este país, porque yo también lloro... Un llanto español, claro», dice mientras ríe.

«El dolor es esencial en la vida. Si te pasa algo horrible, gracias al dolor tienes la oportunidad de cambiar las cosas. Si te atreves a huir de lo habitual y sientes dolor, alcanzas una nueva dimensión. El sufrimiento es un profesor capaz de ofrecerte una perspectiva diferente», sentencia la profesora de la vida y del arte de la performance por excelencia.

MEDIO SIGLO DE PERFORMANCE

· 1973, RITMO 10: Su primera obra exploró rituales y gestos. Con un cuchillo, daba golpes rítmicos entre los dedos abiertos de su mano.

· 1977, IMPONDERABILIA: Ella y el artista alemán Ulay, que también era su pareja, se colocaron desnudos en la puerta de entrada a la galería de arte. Por el estrecho pasillo, el público pasaba rozándolos. ¿Su objetivo? Que experimentaran el arte.

Marina Abramovic en una de sus permormances, en 1977. Foto: DR

· 1983, Anima Mundi, Pieta: Inspirada en la Piedad de Miguel Ángel, que se encuentra en el Vaticano, Abramovic realiza esta performance en Bangkok, recogiendo en sus brazos el cuerpo inerte de Ulay, en un gesto lleno de ternura.

Anima Mundi, Pieta, de Marina Abramovic. / DR

· 1988, The Lovers: La ruptura emocional y profesional de la pareja se representó como un viaje a pie, cada uno por separado, desde los extremos de la Gran Muralla china. Tres meses de solitaria caminata (más de 2.000 km) que cerraron con un abrazo.

The Lovers, 1988 / DR

· 1990, Dragon head: Sentada, inmóvil, mientras unas pitones abrazaban su cuerpo.

· 1997, Balkan Baroque: Su reflexión sobre el horrorde la Guerra de los Balcanes.

Marina Abramovic durante su retrospectiva en el MoMa, en 2010. / DR

· 2010, The artist is present: Con motivo de su retrospectiva en el MoMa, estuvo sentada en el hall del museo neoyorkino durante más de 700 horas. En silencio, más de 1.800 visitantes se pudieron sentar frente a ella.

Temas

exposición

20 de enero-18 de febrero

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