la más leida de españa
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Cuando en el colegio encargaban la típica redacción sobre el fin de semana, la profesora la señalaba directamente a ella: «Tú. ¡Solo medio folio!». Megan Maxwell, seudónimo de María del Carmen Rodríguez del Álamo Lázaro aunque nadie la llame así desde hace más de 30 años, era la «típica niña de diarios». «Como era hija única, en lugar de contarles mis cosas a mis hermanos se lo contaba a mi diario. Me da mucha rabia porque, cuando me fui a vivir con mi novio, los destruí. ¡Qué pena! », lamenta. Su afición por la escritura era tal que cuando sus amigas le contaban que les gustaba un chico, ella se ponía inmediatamente a trabajar. «Les escribía una historia de amor preciosa en la que se enamoraban locamente y terminaban comprándose una casa, con valla blanca y un perro», dice riéndose.
Ahora, Maxwell no es sólo la escritora de novela romántica y erótica más exitosa de nuestro país, sino también la autora que más libros vende en España. Por encima de cualquier otra estrella de la literatura aclamaba por la crítica. Un auténtico fenómeno editorial que pone un libro en el mercado cada cuatro meses. Por supuesto, nada de eso ha ocurrido de la noche a la mañana.
Fan de la literatura romántica que desde pequeña había visto devorar a su madre, trabajó durante años como secretaria en una asesoría legal. Hasta que un día, para vencer el aburrimiento, cogió un papel y un boli y se puso a escribir. «Me propuse escribir una novela como aquellas que tanto le gustaban a mi madre y que siempre había visto y leído en casa. De pronto, había creado unos personajes y una historia maravillosa. Cuando me preguntaban qué eran todos aquellos papeles, decía que era casi una novela. Y así la titulé», recuerda. A su madre le encantó. Luego, la leyeron su tía, sus primas, sus amigas… «Empecé a escribir por las noches antes de dormir y durante años mis historias estuvieron guardadas en un cajón». Así hasta 12 novelas inéditas.
Mientras todo el mundo a su alrededor le animaba a tratar de publicarlas, ella luchaba contra el síndrome de la impostora, aunque nadie le había puesto ese nombre todavía. «Yo era una lectora empedernida y cuando cogía un libro y leía la biografía del escritor siempre eran licenciados en Derecho, en Ciencias Políticas, en Literatura… Yo había sido muy mala estudiante y dejé el colegio a los 17 años porque en casa hacía falta dinero. ¿Quién me iba a publicar a mí?».
Lo intentó, pero todo lo que recibió fueron negativas. Y una crítica prácticamente unánime: sus personajes femeninos eran demasiado fuertes. Debía, le sugirieron por activa y por pasiva, rebajar su carácter. «Yo soy hija de madre soltera, he vivido en una casa donde éramos mi madre, mi abuela, mis tías y yo. Si se rompía algo, lo arreglábamos nosotras. No necesitábamos que viniera ningún hombre», aclara para explicar que ese era un peaje que no estaba dispuesta a pagar. Pero aquello, lejos de desanimarla, le sirvió de acicate.
Se apuntó a un curso de novela romántica on-line para tratar de localizar lo que estaba haciendo mal o lo que podía hacer mejor. El segundo día, el profesor le dijo que esas novelas chick lit que aspiraba a publicar algún día solo estaban al alcance de las autoras anglosajonas. Ella le contestó que le daba igual. Cuando Maxwell no le mandó su trabajo de fin de curso, el profesor la llamó por teléfono. Quería leer su novela. Después de enviársela, volvió a llamarla para decirle que, además de profesor, era editor y quería publicar su primer libro. Luego, vinieron otras editoriales, cada vez un poco más grandes. Y finalmente, Planeta.
Pese a ser la autora que más libros vende en España, Maxwell es también una escritora relativamente desconocida a la que la crítica y los medios no han prestado excesiva atención o, directamente, han ninguneado. Ella tiene muy clara cuál es la razón. «La novela romántica se considera de tercera división, aunque venda mucho más que la de primera. Yo soy una gran defensora de lo que escribo, aunque haya medios que prefieran dar voz a otro tipo de literatura. Pasa lo mismo con la música: si vende tanto, no puede ser bueno. He aprendido a aceptarlo y estoy contenta. Mi vida es la de siempre, no voy de estrellita». ¿No echa de menos el reconocimiento? «Hombre, el reconocimiento siempre es bueno seas escritora, panadera o zapatera y claro que me gustaría. Empezando por el de los propios compañeros. Pero a mí la fama me da igual. Me gusta caminar tranquila por la calle, aunque cada vez me conoce más gente…».
Megan Maxwell es la escritora que más libros vende en España. /
Para Maxwell la recompensa está en otros lugares. Para empezar, en su propia casa. «Imagínate lo que significa para mi madre, una súper lectora de novela romántica, que yo no solo escriba, sino que, además, venda». El fenómeno fan que rodea a su literatura es enorme. Sus seguidoras se hacen llamar «las guerreras» y se cuentan por miles. «Antes, trabajaba en una asesoría que gestionaba multas de tráfico y accidentes. La gente siempre estaba enfadada, ¡parecía que la multa se la había puesto yo! Me pasaba el día aplacando al personal. Ahora, se me acercan para decirme que han conseguido superar una depresión o una estancia en el hospital gracias a mis libros», cuenta orgullosa.
En Latinoamérica, donde sus lectoras son legión, ha vivido algunos episodios rocambolescos. Como cuando llegó a Chile, fue recibida por una multitud en el aeropuerto y mientras era escoltada por la policía, una chica se coló entre los agentes para hacerle un regalo inesperado. «Era un anillo, el anillo de su madre, un anillo de mucho valor. Le dije que no me lo podía quedar, pero ella insistió mucho. Me dijo que no tenía hijas y que no se fiaba de con quién podrían casarse sus hijos», dice riéndose. «Lo tengo guardado con mucho cariño. Cuando me escribe, le recuerdo que si su hijo encuentra una buena novia, se lo devolveré».
Aunque la editorial le ofreció hacerse cargo de sus redes sociales, ella prefiere gestionarlas personalmente. « Son las personas que me dan de comer, lo mínimo que puedo hacer es estar cerca suyo, escucharles. Te cuentan cosas muy bonitas, conoces a gente interesante… Tengo claro que son el 50% de mi éxito. Además, me gusta tratar a la gente como me gustaría que me trataran a mí», apunta. También le confiesan sus historias de amor y, a veces, con su permiso, utiliza algunos de esos pasajes como inspiración para sus libros.
Maxwell es una autora tremendamente prolífica: escribe tres libros al año, uno cada cuatro meses. «Soy metódica dentro de mi desorden. Deberías ver mi mesa… Es un caos». Cuando empieza a escribir, y después de documentarse, solo conoce el principio y, sobre todo, el final. «Todos mis libros terminan bien porque la vida ya es suficientemente puñetera. Quiero que termines de leer con una sonrisa de oreja a oreja». El resto va surgiendo a medida que escribe. Por las mañanas, repasa lo que escribió el día anterior; después de comer, empieza a producir nuevas escenas. Entremedias, gestiona sus redes. A menudo, son las nueve de la noche cuando se levanta del escritorio de su «batcueva» y, mientras desconecta viendo una serie o una película, sigue atendiendo a sus fans en Instagram.
¿Hay que ser una romántica empedernida para escribir novela romántica? «Yo creo haberlo vivido te ayuda a expresarlo mejor, pero tengo algunas amigas escritoras que lo hacen muy bien sin haber estado enamoradas nunca. Desde luego, yo soy de las que piensan que todo el mundo debería enamorarse una vez en la vida», explica Maxwell, que está divorciada.
Sabe, sin embargo, que el amor romántico tiene mala prensa, igual que el género que a ella le da de comer. «No voy a decir que el amor sea un tabú, pero a mucha gente le parece ridículo hablar de amor. Y yo creo que es lo único que, efectivamente, mueve montañas. El dinero también. Es cierto que mis novelas cuentan el principio de una historia de amor, que es lo más bonito: esas corrientes que se generan cuando conoces a alguien, esa chispa… Luego, el amor, como los yogures, tiene fecha de caducidad, pero hasta que llega, qué rico está el yogur y qué bonito es el amor. Por suerte, hay otros yogures en el mercado. Y cada vez hay más y más sabores», dice riéndose.
Reconoce que apenas tiene tiempo para leer a otros autores, aunque en Semana Santa devoró la novela superventas de Rebecca Yarros Alas de Sangre. «A la segunda página ya estaba enganchada. Y eso que es un libro de 700 páginas, con guerras y dragones, pero tiene una historia de amor preciosa». Ella, como Yarros, verá cómo su libro, Pídeme lo que quieras, será llevado a la gran pantalla por Warner Bros mientras Antena3 prepara una serie a partir de ¿A qué estás esperando?, una de sus novelas eróticas más celebradas.
Con el éxito y las adaptaciones también ha llegado una enorme libertad financiera. ¿Qué caprichos se da ahora que antes ni se planteaba? «Hay quien se gasta el dinero en bolsos de Armani o en cosas materiales, yo ahora viajo: con mi hija, con mi madre, con mis amigas… Siempre me había gustado y lo hacía, aunque dentro de mis posibilidades. Pero ahora mis viajes son mejores. En todos los sentidos».