La maquinaria electoral norteamericana ya está en marcha. Y mientras en el partido demócrata empieza a darse por hecho que Joe Biden aspirará a revalidar su mandato, entre los republicanos la batalla está servida. Y una mujer acaba de entrar oficialmente en campaña. Nikki Halley es la primera mujer republicana en anunciar su intención de aspirar a la Casa Blanca en 2024. Y la segunda persona de su partido, después de que Donald Trump cumpliera sus amenazas en noviembre y anunciara su regreso. Halley y Trump son viejos conocidos. Al fin y al cabo, el polémico ex presidente fue su último jefe.
El anuncio se ha hecho oficial hoy 15 de febrero, en un acto en Carolina del Norte, estado del que fue gobernadora. Ella misma lo insinuó previamente en Twitter. Interrogada sobre su posible candidatura, Haley explicaba hace unos días: «Cuando te planteas una candidatura presidencial, debes fijarte en dos cosas. Primero, en si la actual situación requiere un nuevo liderazgo. Y segundo: ¿Soy yo esa nueva líder? Y sí, creo que yo puedo ser esa líder».
Hija de dos inmigrantes indios que llegaron a Estados como «8 dólares en el bolsillo» (su padre era profesor universitario; su madre, gestionaba un exitoso negocio de ropa y regalos) con 13 años Haley (Nimrata Randhawa, en su partida de nacimiento) ya llevaba la contabilidad de la empresa familiar, de la que acabó siendo directora financiera antes de entrar en política. Admiradora declarada de Margaret Thatcher, en 2011, a los 39 años, fue elegida gobernadora de Carolina del Sur convirtiéndose en la mujer más joven en ocupar el puesto en la historia de Estados Unidos.
Después de dos mandatos, en 2017 Haley dio el salto a la política nacional cuando Donald Trump la nombró embajadora de Estados Unidos ante la ONU. Apenas duró dos años en el puesto. Entonces, se especuló que la decisión tenía que ver con su ambición de postularse como candidata a la Casa Blanca en 2020, pero nunca dio el paso. Hasta ahora.
Su relación con Trump siempre ha sido ambigua y marcada por la conveniencia: aunque no le apoyó en 2016; se acercó a él cuando llegó a la Casa Blanca. Y aunque criticó sin ambages la actitud del presidente durante el asalto al Capitolio y vaticinó que la historia le juzgaría con dureza, recientemente aseguraba que el partido republicano necesita desesperadamente a Trump. Una cal y otra de arena.
Sobre el papel, sus posibilidades de ocupar el Despacho Oval en 2024 son escasas. Las encuestas son tozudas y siguen dando como favorito a Donald Trump, seguido de Ron DeSantis, que aún no ha anunciado oficialmente su candidatura, y el ex vicepresidente Mike Pence, que tampoco lo ha hecho todavía.
Sin embargo, con más de un año por delante, todavía pueden pasar muchas cosas en el seno del partido republicano. Entre otras, que las causas pendientes de Trump con la justicia invaliden, según han apuntado algunos expertos, su candidatura. Pero esa solo es una posibilidad. Hay más.
En su último libro, Mike Pompeo, ex secretario de estado de Estados Unidos y archienemigo declarado de Haley, desvelaba que la ex embajadora ante la ONU habría tratado de desalojar a Pence de la vicepresidencia con la ayuda de Ivanka Trump y su marido, Jared Kushner. Que la jugada no saliera bien entonces, no quiere decir que no pueda funcionar ahora.
A juzgar por la entusiasta reacción de Trump ante la previsible candidatura de Haley −«Nikki tiene que seguir su corazón. ¡Definitivamente debería presentarse!»− no es descabellado pensar que si el ex presidente termina ganando las primarias republicanas, Haley pueda acompañarle en el ticket electoral como aspirante a la vicepresidencia. Es la estrategia que ya sugieren algunos medios americanos. Por eso, que Nikki Halley no consiga convertirse en la primera mujer en ocupar la Casa Blanca en 2024, no quiere que renuncie a esa idea. Solo que, a sus 51 años, podría tener un plan a largo plazo.
20 de enero-18 de febrero
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