«La calidad de un pintor depende de la cantidad de pasado que lleve consigo», defendía Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, 1973). En su caso, su pasado incluía a Goya, Velázquez y El Greco, escultura grecorromana y hasta arte rupestre. Para los artistas que surgieron después de él, Picasso forma parte insustituible de su herencia, porque su lenguaje expresivo y libre sigue influyendo en el arte del siglo XXI.
En 2023, coincidiendo con el 50 aniversario de su fallecimiento, y en medio de la revisión crítica de su figura por el feminismo, los gobiernos de España y Francia han trabajado conjuntamente en un programa de 50 eventos bajo el título Celebración Picasso, promovido por el Museo Nacional Picasso París y el nieto del artista Bernard Picasso, presidente del Museo Picasso Málaga. El programa culminará en diciembre con la celebración en la sede de la UNESCO en París de un simposio internacional. Congresos y exposiciones que pondrán en valor su trayectoria, su diálogo con los grandes maestros y con sus contemporáneos como Joan Miró o Julio González, su necesidad de evolución constante en los lenguajes y la creación de símbolos tan universales como el Guernica.
Te proponemos un paseo en 15 exposiciones (por España, Francia, Suiza y Estados Unidos) en el que podrás descubrir aspectos poco conocidos de la formación e influencias, la exploración técnica y la repercusión en el arte contemporáneo de un artista que dijo: «Pintar como los pintores del Renacimiento me llevó unos años, pintar como los niños me llevó toda la vida».
La Fundación Cajamurcia y la Fundación ICO muestran en Murcia los 100 grabados de Picasso que componen la Suite Vollard, una de las escasas series completas de esta famosa obra procedente de las colecciones ICO. Realizada entre 1930 y 1936, fue concebida por Picasso en uno de sus momentos más creativos. Tras haber indagado en el cubismo, su seguridad creativa le permitió apartarse de las vanguardias y volver al clasicismo (entre críticas de sus coetáneos) para desarrollar sus obsesiones personales.
De gran variedad temática y de técnicas de grabado, la serie se articula, además de los tres retratos del marchante Vollard que da título a la serie, en cinco bloques temáticos: El estudio del escultor, La batalla del amor, El minotauro, Rembrandt y Temas varios. La ansiedad, la melancolía, el erotismo y la tensión visibles en los grabados proceden de su etapa vital de ruptura matrimonial con Olga Koklova y su relación con Marie-Thérèse Walter y Dora Maar.
Para celebrar el legado de Picasso la prestigiosa fundación suiza ha querido cuestionar la representación de la mujer en el arte a través de la selección de diez de las pinturas realizadas en la última década de su carrera. Estas obras testifican la energía creativa de Picasso en su última etapa, así como comparten la temática de la imagen del cuerpo femenino y la inspiración del artista.
Esta exposición divide la producción artística de Picasso en diez etapas. De cada una de ellas ha seleccionado al menos una pieza, que dialoga con el periodo de formación académica en A Coruña entre 1891 y 1895 del artista malagueño.
El museo parisino ha reordenado su colección permanente, combinando las obras de Picasso con otras de artistas modernos y contemporáneos (Guillermo Kuitca, Obi Okigbo, Mickalene Thomas y Chéri Samba) según el lúdico y alegre criterio del diseñador de moda Paul Smith. En este recorrido cronológico encontrarás los temas más emblemáticos de la obra de Picasso, que podrás redescubrir a través de una mirada contemporánea que demuestra la relevancia actual de su obra. La visión de ambos creadores convergen en su mutuo amor por el juego, que permite una original presentación de las obras.
Para Picasso, la escultura era una forma de expresión artística más, comparable a la pintura o el grabado, y la trabajó desde el principio de su carrera, aunque de forma más prolífica durante su periodo cubista. La selección de esculturas que presenta el Museo Picasso de Málaga (y que viajará en septiembre al Museo Guggenheim Bilbao) recorre la diversidad de estilos y materiales que Picasso usó para representar (y ampliar las formas) del cuerpo humano.
Los años que Picasso vivió en París durante su juventud supusieron una transformación artística y personal del artista, fascinado por la vitalidad de la ciudad a final del siglo XIX. La exposición reúne una decena de obras creadas en un solo año, alrededor de 1900, que ejemplifican una etapa de experimentación estilística, estudio de personajes y atracción por los ambientes bohemios de cafés y bailes. La pieza central es la obra de colección permanente del museo, Le Moulin de la Galette, un vibrante friso de personajes de género fluido y de clase trabajadora del París de fin de siglo.
Partiendo de la premisa de que Picasso casi nunca tituló sus obras (lo hacían sus agentes y comisarios), La Casa Encendida y la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA) presentan 50 obras de etapa tardía, con un título y una descripción nueva propuesta por cada uno de los artistas invitados. Los nuevos títulos, surgidos de procesos especulativos o de interpretaciones poéticas o políticas, ofrecen una perspectiva contemporánea sobre el trabajo de Picasso.
La exposición, en la que han participado Albert Serra, Antoni Muntadas o Agnieszka Kurant, te invita a desarrollar una actitud activa, a interrogarte sobre tu percepción de la obra de Picasso, los valores actuales y la contemporaneidad.
La exposición saca a la luz las referencias que Picasso obtuvo de El Greco, uno de los artistas que más le influyeron (junto con Velázquez), con el objetivo de entender mejor una de sus primeras etapas, entre el periodo azul y el cubismo. El Museo del Prado intercala una selección de obras de ambos artistas para devolver temporalmente al Picasso artista a las salas que pisó como copista, según los registros del museo.
Con obras procedentes del Museo Casa Natal Picasso y de otras colecciones institucionales y privadas de España, la exposición ofrece un recorrido cronológico y estilístico por la obra de Picasso según las etapas que marcaron su vida, desde los años de formación hasta los pasados en compañía de Jacqueline Roque, a través de pinturas, dibujos, esculturas y fotografías.
No es un hecho muy conocido que el coleccionista de arte, pintor y crítico estadounidense Hamilton Easter Field encargó a Picasso un conjunto para decorar la biblioteca de su casa de Brooklyn. Picasso abandonó el encargo sin terminar, pero esta exposición ha lograr reunir los ocho paneles de lienzo de estilo cubista existentes, así como las obras sobre papel y el material de archivo relacionado. Se trata de una oportunidad única para estudiar el cubismo y su relación con la decoración y la arquitectura.
El discurso de la exposición desvela la capacidad de Picasso de integrar de forma original en su propia obra temas de la tradición judeocristiana y del mundo clásico. La reinterpretación del pasado que hizo Picasso, de forma traumática, existencialista o vitalista, dialoga en esta exposición con obras de El Greco, Goya, Rubens, Zurbarán o Delacroix. La selección mostrada procede de los fondos del propio museo, así como de préstamos del Musée national Picasso Paris, coleccionistas e instituciones.
La treintenta de obras presentadas se dividen en tres temáticas que ejemplifican su espíritu rupturista. Desde cómo transformó el retrato de la imaginería religiosa en personajes promiscuos y profanos a asuntos íntimos y domésticos como bodegones y maternidades y, en tercer lugar, contrasta la Pasión de Cristo con escenas de violencia o sacrificio.
La propuesta para la Celebración Picasso que presenta el Museo de Arte Moderno de Nueva York se centra en tres meses de su carrera, entre julio y septiembre de 1921, cuando creó en su taller de la localidad francesa de Fontainbleau una producción artística asombrosamente diversa. La exposición reúne por primera vez desde que salieron del taller los cuadros de gran formato de estilo cubista y académico, así como pinturas preparatorias, dibujos, aguafuertes y pasteles, fotografías inéditas y documentos de archivo.
La Fundació Joan Miró y el Museu Picasso de Barcelona organizan, producen y exhiben por primera vez un proyecto conjunto. El hilo conductor es la amistad que mantuvieron durante toda su vida Joan Miró y Pablo Picasso, que incluía divergencias en el terreno artístico, y su relación con Barcelona.
En el verano de 1957, Picasso se recluyó durante cuatro meses para realizar 58 cuadros inspirados en las Meninas de Velázquez y provocados por el descubrimiento de una fotografía que le recordó las primeras sensaciones de su visita al Museo del Prado cuando era adolescente. La exposición, comisariada por Emmanuel Guigon, director del Museo Picasso de Barcelona, adopta la forma de un recorrido poético-estético que ofrece un juego de espejos entre la obra de ambos pintores. La obra gráfica de Picasso dialoga con fotografías de archivo, cartas, documentos audiovisuales y otras piezas creadas especialmente para la ocasión por artistas contemporáneos.
1906 fue un año fundamental en la vida de Picasso por diversos motivos: coincide con la presentación de la exposición dedicada a Henri Matisse en la galería Druet de París; descubre en el Louvre el arte íbero de Osuna y el Cerro de los Santos; y estrecha su amistad con la familia Stein. También es el año en el que viajó a Gósol, localidad leridana en la que experimentó una revolución conceptual, estética y formal fundamental para comprender cómo evolucionó desde lo clásico a lo precubista. La exposición pretende ofrecer una visión contemporánea de su aportación al germen del arte moderno a través de su trabajo de refundación de la perspectiva artística enfocado en el cuerpo y la interculturalidad.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?