Cinco Minutos Con...
Cinco Minutos Con...
A Patrick Dempsey (Maine, EE.UU., 1966) le urge dejar claro cuánto le gusta Fernando Alonso. «Me encanta, es un piloto único», afirma nada más conocer la nacionalidad de este entrevistador. «Tiene una técnica impecable y, pese a ir cumpliendo años, se mantiene muy en forma. Además, se nota que es un enamorado del automovilismo, y esa pasión es justo lo que necesita un deporte tan sometido al marketing».
Literalmente, se le ilumina la cara al hablar del piloto asturiano, aunque el espléndido sol que luce sobre la terraza veneciana en la que nos encontramos tal vez contribuya a un fulgor facial que pone en evidencia por qué, con 57 años y 35 de profesión a sus espaldas, es el actual acreedor del título de hombre más sexy del mundo que la revista People concede anualmente. Ya no tiene que ensayar el gesto resignado y descreído cada vez que se lo recuerdan, casi un acto reflejo.
Es algo que seguramente aprendió al volante. También él mismo se ha dedicado a las carreras de coches. Empezó a competir en 2004 y llegó a subirse al podio de las 24 horas de Le Mans. Además, es propietario de su propia escudería, Dempsey Racing. «Lo me fascina de correr es que, cuando pilotas, mantienes una concentración total, y saber que podrías tener un accidente mortal hace que te sientas increíblemente vivo. Ahí radica la belleza de las carreras y su poder adictivo», explica sin borrar una sonrisa que parece cincelada.
Tiene más motivos para estar contento. Además de ser el proyecto cinematográfico de más relieve del que ha formado parte desde que en 2019 encarnó al doctor Derek McDreamy Shepard en la última temporada de Anatomía de Grey, su nueva película le ha permitido combinar su habilidad frente a la cámara con su pericia al volante.
Se trata de Ferrari, un biopic sobre el magnate automovilístico Enzo Ferrari, dirigido por Michael Mann y en el que Dempsey da vida a Piero Taruffi, el corredor italiano apodado el zorro plateado, por su color capilar. «Tuve que teñirme tantas veces de blanco durante el rodaje que acabé friéndome el cabello, he perdido muchísimo», lamenta a pesar de que, se mire como se mire, tiene pelazo. «Pero no me quejo. Rodar la película me permitió pilotar durante 15 horas al día. Literalmente, tenían que sacarme del coche a la fuerza».
El amor que siente por los coches desde que era niño se lo debe a su padre, confiesa. «Cada vez que volvía de uno de sus frecuentes viajes de trabajo, lo hacía cargado de bólidos de juguete para mí». ¿Se ha encargado él de transmitir esa afición a sus propios hijos? «Tengo dos hijos varones y parecen más interesados en el fútbol. Pero aún no está todo perdido», comenta. Y en ese momento, claro, la sonrisa vuelve a su cara.