Esta vez ha hecho una excepción, pero Shailene Woodley (San Bernardino, 1991) suele grabar las entrevistas que concede para evitar que sus palabras se tergiversen. Sus declaraciones sobre los beneficios de tomar el sol desnuda o ingerir barro, sus críticas a las prisas en los rodajes o su desapego de lo material han alimentado muchas veces el clickbait en las webs.
«A estas alturas, no hay nada que me distraiga de quién soy, así que no me importa hablar con los medios. De hecho, me encanta leer reportajes sobre gente a la que admiro. Pueden resultar inspiradores, siempre que seamos honestos. Sea cual sea nuestra verdad, no hay nada que temer», afirma.
En su última película resuena la atención mediática que ha sufrido desde que apareció como hija de George Clooney en Los descendientes, en 2011. La sobreexposición que sufrió mientras estuvo comprometida con el jugador de fútbol americano Aaron Rodgers o la saña con la que se ha arremetido contra ella cuando ha dado su opinión, cambiante, sobre el feminismo son buenos ejemplos. Michael Mann le ofreció el papel de la amante de Enzo Ferrari, Lena Lardi, en Ferrari, la película que estrena el 9 de febrero y que protagoniza con Adam Driver y Penélope Cruz .
La fuente de inspiración para interpretar a esta mujer eclipsada tanto por la sombra del piloto y fundador de la escudería italiana, como por su condición de amante clandestina, ha sido una de sus tías. «Con la vida tan dura que ha tenido, me parece increíble no solo que siga viva, sino que sonría y resplandezca. Como Lena, siempre ha antepuesto al otro y, para mejor o peor, eso le ha llevado a anular sus propias necesidades y deseos en su compromiso con los hombres de su vida», se sincera.
A sus 32 años, la protagonista de la serie Big Little Lies suma ya 27 de carrera. Debutó con sólo cinco pero, a diferencia de otras muñecas rotas de la industria, se ha afianzado como una de las mejores actrices de su generación. Ahí han jugado un papel crucial sus padres, psicólogos. «La razón por la que aún me dedico a la interpretación y adoro esta profesión es porque ellos forjaron unos fuertes cimientos para reforzar la curiosidad y el entusiasmo que tuve desde niña. Me apoyaron tanto en mis sueños como cuando cambiaba de decisión», reconoce.
Ese sostén incondicional no evitó que creciera con la necesidad de madurar rápido. «Por mi personalidad, siento pánico si no sé todas las respuestas. Creo que viene del hecho de haber sido una menor en el set, siempre rodeada de adultos que me trataban como a una cría. Mi cerebro quería que me apreciaran como a una igual, así que para ser tratada con respeto me empeñaba en saberlo todo».
Shailene se percató pronto de que el oficio de actriz viene asociado a aspectos que no tienen nada que ver con la interpretación. Al principio, le resultaba muy difícil afrontar esos efectos colaterales, «porque a esa edad, no me me sentía un modelo para nadie».
Para no zozobrar y sentirse arropada durante los rodajes, siempre se ha apoyado en actores veteranos. Ann-Margret, Molly Ringwald, George Clooney y Jodie Foster han ejercido de mentores y consejeros, pero si hay una persona que ha resultado esencial dentro y fuera de la pantalla esa ha sido Kate Winslet , con la que coincidió en la trilogía Divergente. Todo lo que vivió con Titanic despertó en Winslet un ánimo protector hacia su joven compañera, porque intuía la que se le venía encima con la adaptación de la saga de ciencia ficción.
« Kate ha sido una de las personas más influyentes en mi vida. Me ha enseñado a mantener la integridad, a expresarme con seguridad y a que mi sistema de valores nunca se vea comprometido, a pesar de lo que esté experimentando. Creo que ella atesora todas las cualidades más admirables que una persona puede tener. Estoy segura de que no sería quien soy sin Kate», se explaya. su carrera.
A punto de abandonar la veintena, Woodley atrevesó un bache personal. Asegura que se sintió perdida porque sus principios chocaban frontalmente con la deriva de la sociedad, de la cultura y del mundo en su conjunto. Tras tocar fondo, empezó a entender Hollywood como una asociación simbiótica de picos y valles, en lugar de un vínculo intermitente.
«Me relaciono con la industria como con un miembro de la familia, un amante o incluso un hogar: es el lugar que habitas y está en un continuo estado de cambio. Hay ocasiones en las que siento una gran conexión con Hollywood, mucho apoyo y mucho estímulo, y otras hay distancia y conflictos. Tener esa perspectiva me ha permitido disfrutar de cada momento. Cuando las olas son muy altas y la tormenta parece abrumadora, recuerdo que la vida es un ciclo y has de disfrutar de los momentos álgidos, porque luego vienen las malas rachas».
Shailene ha llegado a la conclusión de que no le importa tanto el dinero como el placer de hacer cine y contar historias. La intérprete hace suya una frase del actor que da vida a Enzo Ferrari en la película de Mann, Adam Driver. «A menudo repite que una película dura para siempre y tiene la capacidad de dejar huella en los corazones y las mentes de diez generaciones. Los libros pueden perderse en el tiempo, pero el cine perdura. Por eso no siento presión por ser de cierta forma o comportarme de determinada manera ante la opinión pública, porque pienso que todos hemos de ser como somos. En cambio, siento una enorme responsabilidad como contadora de historias».
Lo mismo le sucede con el medio ambiente. De niña, solía irse de acampada con sus padres y su hermano Tanner, también actor. «Cuando era pequeña, había algo en los árboles y en los océanos que me transmitía seguridad: un espacio ininterrumpido que nadie podía quitarme. Daba igual lo que sucediera a mi alrededor, eran mis pararrayos, por eso quizás me siento tan conectada».
Rehúsa, no obstante, la etiqueta de activista, ya que asegura amar la naturaleza, pero no con la intención de salvar o cambiar el mundo, sino como un intercambio energético de amor similar al que siente con una pareja o un miembro de su familia. «No tiene nada que ver con querer alterar el curso natural de las cosas. Si éste es el devenir de nuestra sociedad y ésa es la dirección que hemos tomado, me gustaría pensar que podemos hacerlo de una manera que resulta más segura y amable para todos», concluye pragmática.
Entre sus próximos proyectos, hay una serie documental de tres capítulos donde resuena esa conciencia medioambiental, Hope in the water. Sus protagonistas viajan por todo el mundo para descubrir soluciones creativas y tecnologías innovadoras con las que salvar nuestros mares y ríos amenazados, dando voz a cultivadores de algas y pescadores que trabajan por un futuro sostenible para el planeta. «La premisa es muy buena, ya que se muestran diferentes fuentes de alimentación sostenibles y renovables que proceden del océano, porque en ocasiones, la comida con la que nos alimentamos no es necesariamente la mejor para la conservación del ecosistema marino».
También a la vista tiene un proyecto de ficción que le entusiasma: dar vida a la escritora Patricia Highsmith en un biopic que reimagina, desde el género del terror, la tormentosa vida de la autora de El talento de Mr. Ripley. «Será una inmersión en un mundo interior triste y tenebroso. Me encantaría rendirle un sincero homenaje revelando su auténtica personalidad y ayudando a la audiencia a comprender un poco de dónde proviene toda esa oscuridad que alimentó su obra», explica.
Hace unos años, la estrella se servía de las redes sociales para difundir este tipo de proyectos, pero hace un tiempo que las ha abandonado porque no soporta su deriva. «Solían ser una gran herramienta de discusión, información y educación. Ahora, honestamente, aunque muchos de los textos hablan de unión y amor, la realidad es que dividen todavía más a la gente. No es que crea que todos tengamos que estar de acuerdo en todo, de hecho el debate es fundamental, pero no comparto que internet sea un caldo de cultivo para una mayor polarización. Lo que yo quiero es comprenderme mejor a mí y al resto», concluye.