querida amiga

Quién era Elena Francis: el consultorio sentimental franquista que engañó a toda España

El consultorio de Elena Francis se emitió ininterrumpidamente durante 37 años y se convirtió en el altavoz de la propaganda ultraconservadora y machista del régimen. Ahora la periodista y escritora Marga Durá ha rescatado su historia en la novela 'Una pregunta para Elena'.

El consultorio de Elena Francis se emitió entre 1947 y 1984. / getty

Ixone Díaz Landaluce
Ixone Díaz Landaluce

Se emitía por las tardes y siempre arrancaba con la misma melodía: la canción Indian Summer del compositor americano Victor Herbert. Durante 37 años y de manera ininterrumpida, Elena Francis fue la voz del programa más famoso de la radio en España, el que seguían millones de españoles pegados al transistor o sentados alrededor de la mesa camilla del salón. Convertido en un auténtico fenómeno sociológico, el espacio servía para dedicar canciones, leer biografias ejemplares o vidas de santos, aunque sin duda su mayor atractivo eran las cartas que llegaban a su consultorio y que Francis contestaba con consejos cargados de moralina que siempre empezaban con la misma coletilla: «Querida amiga».

Ahora la novela Una carta para Elena, vuelve a rescartar la figura de Francis para retratar a toda una generación de mujeres en la España franquista. «Me interesaba explicar cuál era la situación de las mujeres durante la posguerra y me pareció que Elena Francis era una metáfora perfecta de aquella época», explica la periodista y escritora Marga Durá, que aclara que no es una especialista en la figura de Francis, pero que quiso utilizar el personaje para contar una historia de solidaridad entre mujeres.

«Todo empezó como una campaña de publicidad de un instituto de belleza que, de hecho, continúa funcionando en Barcelona todavía», explica Durá. José Fradera y Francisca Elena Bes Calbet, propietarios de la empresa de productos cosméticos Instituto y Laboratorios de Belleza Francis, idearon el espacio radiofónico como una forma para promocionar sus cremas. La genialidad de aquella campaña de marketing fue convertir el programa, que empezó a emitirse en 1947 en Radio Barcelona, en un consultorio conducido por una mujer: Elena Francis.

Aunque en sus inicios los consejos de Elena Francis giraban en torno a cuestiones domésticas como las recetas de cocina, los modales o los trucos de belleza o moda, cuando el régimen franquista entendió su potencial como herramienta propagandística de los valores ultraconservadores, el tono y los contenidos cambiaron.

Los polémicos consejos de Elena Francis

Las seguidoras de Francis empezaron a olvidarse de los trucos para quitar las manchas difíciles y empezaron a interrogarle sobre las relaciones de pareja o la educación de los hijos, pero también sobre sexo y por temás tan controvertidos para la época como los embarazos no deseados, la violencia doméstica o las violaciones. Las respuestas, que siempre apelaban a la sumisión y el estoicismo femenino, eran aleccionadoras en el mejor de los casos; propaganda machista, en el peor. «Es lógico que el muchacho rechace la paternidad y te abandone. Hay que aceptarlo sin traumas ni histerismos», decía Francis a una adolescente embarazada. O: «No se preocupe, los hombres son proclives al adulterio», contestaba a una mujer que acababa de descubrir las infidelidades de su marido.

«Se daban consejos muy extremos que ahora te dejan ojiplática: desde cómo aguantar los malos tratos a qué hacer para seducir a tu marido si es homosexual. Elena Francis culpabilizaba a la mujer de todo: si sospechabas que tu marido se iba con otra, la culpa era tuya. Y esa culpa es algo que caló en las madres de aquella generación y llegó a nosotras. Es un legado terrible», explica Durá.

Todas las cartas que llegaban a la atención de Elena Francis debían pasar una estricta criba. « Todo pasaba por el filtro de la censura, pero también por la supervisión de un cura, aunque los guionistas eran todos afines a la Sección Femenina de la Falange. Querían acabar con la idea de la mujer republicana que sale a la calle, que lucha por sus derechos, que trabaja y para eso defendían el ideal de mujer sumisa, que está calladita, que no levanta la voz…. Elena Francis era el altavoz de esa ideología y una forma de devolver a las mujeres a casa», explica Durá.

Elena Francis era, en realidad, un personaje de ficción. / d.r.

El hombre detrás de Elena Francis

Mientras tanto, la identidad de Elena Francis seguía siendo el secreto mejor guardado. «Elena Francis existe, es un ente físico. Se trata de una señora muy digna, muy preparada y muy amante de su intimidad«, decían sus responsables para explicar por qué no existían imágenes de ella o por qué jamás había concedido una entrevista. Francis, en realidad, era un personaje de ficción alimentado por un equipo de contestadores —que debían tener máquina de escribir propia y no cometer faltas de ortografía— guionistas y locutoras.

Angela Castells, perteneciente a la Sección femenina, fue la primera guionista del programa, a la que siguieron otros como María Castañé, Joaquina Algars o Eduardo Alarcón, mientras Maruja Fernández fue la locutora que durante más años prestó su voz a Francis.

El shock llegó en 1984 cuando, poco después de que el programa dejara de emitirse, el periodista y experto taurino Juan Soto Viñolo confesó que durante 19 años él se había encargado de redactar las respuestas del espacio y que, a menudo, se inventaba cartas particularmente truculentas para excitar a la audiencia. Solo sus hijas, su mujer y un reducido círculo de íntimos habían sido partícipes de su secreto.

« El engaño se mantuvo hasta el final. Hay un episodio muy gracioso de Cuéntame en el que se descubre que Elena Francis era, en realidad, un hombre. Los Alcántara están consternados. Mucha gente se sintió engañada», explica Durá. En 2007, más de un millón de cartas dirigidas a Elena Francis fueron encontradas en una masía abandonada en Cataluña. Más de 100.000 de esas misivas fueron digitalizadas y pueden consultarse todavía en el Archivo Comarcal del Baix Llobregat.

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