El misterio de Iris Fontbona: la viuda que se convirtió en la mujer más rica de Latinoamérica

Como buena multimillonaria, la mujer más rica de Latinoamericana (y número diez del mundo detrás de otras fortunas ilustres como MacKenzie Scott, Jacqueline Mars , Alice Walton , Julia Koch o Françoise Bettencourt Meyers ) está rodeada por una insondable aura de misterio. De hecho, el nombre de la chilena Iris Fontbona no saltó a los titulares hasta 2005, cuando la muerte de su marido, el magnate de la minería Andrónico Luksic, falleció y ella se convirtió en la multimillonaria heredera de un impresionante imperio empresarial.

Fontbona controla Antofagasta Minerals, el mayor fabricante de cobre del mundo, pero también Quiñenco, un conglomerado de empresas que expandió sus inversiones a otros sectores y tiene activos en la industria de la cerveza, la madera, el transporte marítimo, la manufactura, las finanzas… También es dueña de Adriatic Luxury Hotels, una cadena de complejos turísticos de lujo en Croacia que fundó la familia de su marido. Así hasta acumular una fortuna estimada en 23.000 millones de dólares.

Fontbona, cuyos abuelos eran catalanes y que procedía de una familia acomodada, conoció a Andrónico Luksic cuando tenía 17 años. Él, 15 años más mayor que ella, ya era un empresario de éxito con una historia peculiar a sus espaldas. Hijo de un hombre de negocios croata que emigró a Chile en busca de oportunidades, empezó trabajando como traductor en una empresa francesa que se dedicaba a la explotación del cobre y terminó convertido en su accionista mayoritario.

Emprendedor, ambicioso y convencido de que el desierto en el que había crecido tenía mucho que ofrecer, dedicó años a explorar las minas de la zona. En los años 50, una de las explotaciones de cobre que había adquirido llamó la atención de una empresa japonesa. Y entonces, tuvo el golpe de suerte que lo cambiaría todo.

Luksic les propuso un precio de 500.000 pesos chilenos para deshacerse de la mina, pero los japoneses creyeron que se refería a dólares y terminaron pagando diez veces más de lo que él había esperado obtener por aquella explotación. Con ese capital, el empresario empezó a diversificar sus inversiones y a poner los cimientos de su imperio.

Él y Fontbona se casaron en 1961. El empresario había enviudado un par de años antes y su nueva mujer se convirtió también en la madre de Andrónico y Guillermo, entonces de cinco y tres años. Después, la pareja tendría tres hijos más: Paola, Gabriela y Jean-Paul. En una entrevista Luksic describió así su dinámica familiar: «Cuando volvía a casa de la oficina, me tiraba en la cama y tenía a mis cinco hijos y mi esposa sentados a mi alrededor, y les contaba todo lo que había hecho ese día, con gran detalle».

Desde su muerte en 2005, a los 78 años, su viuda no solo ha conseguido retener el holding familiar, sino hacerlo crecer multiplicando sus ingresos y ampliando su alcance al adquirir otros negocios (como el canal de televisión Canal) y hacerse con el control de la petrolera Shell en Chile.

Tan discreta y reservada que incluso su edad es un pequeño enigma (en sus perfiles y biografías su fecha de nacimiento baila entre 1942 y 1943), Fontbona nunca ha concedido una entrevista, apenas existen fotos suyas y casi nunca asiste a eventos públicos. Solo hace una excepción una vez al año para acudir al Teletón, un famoso evento solidario que se celebra en Chile desde los años 70 y al que la familia suele contribuir con generosas donaciones económicas.

Muy familiar, muy religiosa y según dicen bastante austera, vive entre Santiago de Chile, Londres, Croacia y Liechtenstein, donde la familia tiene sendas propiedades. Aunque nunca ha participado en la gestión diaria del imperio familiar, que desde que murió su marido controlan sus hijos, tampoco se ha desligado de las grandes decisiones estratégicas y sigue formando parte de los consejos de administración del holding. También dirige cinco fundaciones filantrópicas diferentes que promocionan la educación, la sanidad o el acceso a la justicia en Chile.