La filántropa Julia Koch. /
Según cómo fluctúen las bolsas, Julia Koch, viuda del magnate David Koch, y Alice Walton , propietaria mayoritaria del imperio Walmart, se disputan el codiciado título de mujer más rica de América. Pero también el de la segunda fortuna femenina del mundo. Por delante de ellas, Francoise Bettencourt Meyers , heredera de L'Oréal, sigue siendo la mujer más rica sobre la faz de la tierra. Con una fortuna estimada en 56.000 millonarios de dólares, Julia Koch es ahora mismo la segunda mujer más rica de Estados Unidos y ocupa el puesto 21 entre las mayores fortunas del mundo.
Entró en la lista en 2019, tras el fallecimiento de su marido, David Koch, cuando heredó el 42% de Koch Industries, un enorme conglomerado de empresas que tiene presencia en sectores tan diversos como la industria petroquímica, los minerales y la energía, pero también la ganadería, las finanzas o el comercio de productos básicos. En Estados Unidos el apellido Koch está muy ligado al partido republicano (los hermanos Koch son donantes habituales de los candidatos conservadores), pero también a algunas tesis negacionistas del cambio climático que, sin duda, benefician sus intereses empresariales.
Sin embargo, la discretísima Julia Koch, que jamás ha concedido una entrevista y solo se deja ver en las pertinentes galas benéficas, es más conocida por su conexión con el mundo de la cultura y sus donaciones a instituciones artísticas como el Lincoln Center, el Metropolitan Museum of Art o el Smithsonian, que por su papel en el consejo de administración de Koch Industries, donde por supuesto tiene voz y voto.
Julia Koch, en una imagen oficial de la fundación. /
Nacida en una familia de tradición granjera, sus padres fueron dueños de una tienda de muebles en Iowa y, más tarde, de una de ropa en Arkansas. Después de estudiar en la Universidad de Arkansas y de empezar a trabajar como modelo, a finales de los 80 se trasladó a Nueva York, donde consiguió un trabajo como asistente personal del diseñador de origen cubano Adolfo, modista de cabecera de las señoras de la alta sociedad neoyorquina desde los años 60.
Adolfo mantenía una relación particularmente estrecha con Nancy Reagan , para la que diseñó los vestidos que lució durante las tomas de posesión de su marido y muchos de los conjuntos que utilizó durante su etapa en la Casa Blanca. Y Julia, su mano derecha, le asistía en las pruebas de vestuario con la ex primera dama.
Conoció a David Koch en una cita a ciegas en 1991. Ella tenía 27 años; él, 49. Quizá por eso, aquella noche la cosa no cuajó. Pero seis meses más tarde, volvieron a coincidir en una fiesta y entonces sí, empezaron a salir. Se casaron en 1996 y un año más tarde, Julia protagonizaba su debut en la alta sociedad neoyorquina convirtiéndose en la anfitriona de la Met Gala de 1997.
Además de sus tres hijos en común, los Koch construyeron juntos la David H. Koch Foundation, un imperio filantrópico que durante tres décadas ha financiado a entidades artísticas, pero también a hospitales e instituciones académicas.
Sin embargo, según el Daily Beast, desde la muerte de su marido en 2019 los esfuerzos filantrópicos de la multimillonaria viuda se han reducido considerablemente y se han materializado en menos de cuatro millones de dólares entre 2018 y 2022. Además, la fundación que lleva el nombre de su difunto esposo, y que no ha recibido más fondos desde el fallecimiento de éste, ha reducido su staff a su mínima expresión. Julia es ahora directora, presidente, secretaria y tesorera de la fundación en lo que algunos expertos en filantropía adivinan que podría ser un cambio de rumbo o la búsqueda de una nueva fórmula para canalizar sus donaciones.
Sin embargo, Koch tampoco ha hecho ningún movimiento significativo ni se ha convertido en firmante del Giving Pledge, la iniciativa creada por Bill y Melinda Gates junto a Warren Buffet y que aglutina a los multimillonarios que han prometido donar la mayor parte de su fortuna a iniciativas filantrópicas.
Por contra, Koch ha ampliado su cartera inmobiliaria: en los últimos cuatro años ha adquirido tres nuevas viviendas, por un valor conjunto superior a 170 millones de dólares, y ha invertido 40 millones de dólares en la renovación de una de sus propiedades en Nueva York a cargo del famoso arquitecto Peter Marino.
En 2022, Koch compró dos residencias en el Upper East Side que anteriormente pertenecieron al cofundador de Microsoft Paul Allen. La operación, saldada con una transacción de 101 millones de dólares, fue la más cuantiosa realizada en 2022 en toda la ciudad de Nueva York. Los 70 millones restantes los invirtió en una mansión de 15 habitaciones y acceso a la playa en los Hamptons, donde la familia ya tenía otra propiedad. Y es que 56.000 millones de dólares dan para eso y mucho más.